Una de las grandes verdades de la Biblia es que todos somos “linaje de Dios” (Hechos 17:29), creados a Su imagen. Como hijo de Dios, tienes un potencial y valor infinitos. Antes de tu vida aquí en la tierra, vivías con Dios, y Él te envió aquí para aprender y progresar a fin de llegar a ser más semejante a Él.
Jesucristo enseñó que Dios, nuestro Padre Celestial, se da cuenta cada vez que un pajarillo cae al suelo y que para Él “más valéis vosotros que muchos pajarillos” (véase Mateo 10:29–31). En todas las dificultades a las que te enfrentes, nunca estarás solo. Dios vela por ti. Él te conoce perfectamente y sabe lo que necesitas para ayudarte a superar tus desafíos.
Dios te ama y desea que tengas éxito. Al igual que todos los padres amorosos, Él desea escucharte y está deseoso de brindarte guía si estás dispuesto a hablar con Él por medio de la oración.
La verdadera oración es algo más que un ritual o una forma de pedir algo que deseas. En lugar de eso, la oración es una conversación entre tú y tu Padre Celestial. Puedes hablar con Dios de las cosas por las que estás agradecido, de tus esperanzas y sueños, de tus preocupaciones y de las cosas que quieres o necesitas.
Dios escucha y contesta nuestras oraciones. Puede que la respuesta no llegue de la forma que esperas, y no siempre será la respuesta que esperabas, pero si estamos dispuestos a recibirla, llegará. Es posible que reconozcas la respuesta por medio de pensamientos y sentimientos, en las acciones de alguien de tu entorno o a través de un pasaje de las Escrituras que leas.
Tu Padre Celestial siempre está al tanto de ti y de tus necesidades. Si estás luchando con las dudas o te sientes desconectado de Dios, puedes aprender a reconocer mejor Su presencia en tu vida probando estas cosas: