Ven a la Iglesia con nosotros esta Pascua de Resurrección
Acompáñanos a recordar la mañana más grandiosa de la historia mientras adoramos a Jesucristo por medio de un gozoso servicio de adoración dominical de Pascua de Resurrección.
Durante la última semana de la vida de Jesucristo, a menudo llamada Semana Santa, Jesús relató algunas de las enseñanzas más poderosas sobre el amor de todas las Escrituras. Si bien no podemos estar seguros exactamente de lo que Jesús hizo cada día de la Semana Santa, podemos dedicar tiempo cada día de esta semana a encontrar maneras de sentir Su amor, que es mayor que cualquier otro, y compartir ese amor con los demás. Expande cada una de las siguientes actividades para encontrar experiencias de aprendizaje para cada día.
Cuando Jesucristo entró en Jerusalén, una multitud de creyentes lo recibió con hojas de palma. Multitudes como esas eran comunes dondequiera que Él iba durante el tiempo que estuvo en la ciudad. Jesucristo aprovechó uno de esos momentos para hablar de una poderosa verdad sobre el amor. En Mateo 22, se le preguntó cuál mandamiento era el más importante. Su respuesta se encuentra en los versículos 37–40.
“Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente.
Este es el primero y grande mandamiento.
Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”.
Jesucristo nos mostró que el amor es el principal motivador para vivir una vida buena y feliz. Si primero procuramos amar a Dios y a Jesucristo, todo lo demás que Dios nos pida hacer será más fácil, incluso el mandamiento de amar a los demás.
Dedica tiempo hoy a recibir al Salvador en tu corazón al pedir en oración a Dios que aumente tu amor por Él y por tu prójimo. Procura saber cuánto te aman Dios y Su Hijo Jesucristo. Ofrécele un momento de silencio sin distracciones, aunque solo sean cinco minutos. Permite que Dios te muestre cuánto te aman Él y Su Hijo y, por extensión, cuánto aman Ellos a todos Sus hijos.
Cuando Jesucristo entró en Jerusalén, una multitud de creyentes lo recibió con hojas de palma. Multitudes como esas eran comunes dondequiera que Él iba durante el tiempo que estuvo en la ciudad. Jesucristo aprovechó uno de esos momentos para hablar de una poderosa verdad sobre el amor. En Mateo 22, se le preguntó cuál mandamiento era el más importante. Su respuesta se encuentra en los versículos 37–40.
“Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente.
Este es el primero y grande mandamiento.
Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”.
Jesucristo nos mostró que el amor es el principal motivador para vivir una vida buena y feliz. Si primero procuramos amar a Dios y a Jesucristo, todo lo demás que Dios nos pida hacer será más fácil, incluso el mandamiento de amar a los demás.
Dedica tiempo hoy a recibir al Salvador en tu corazón al pedir en oración a Dios que aumente tu amor por Él y por tu prójimo. Procura saber cuánto te aman Dios y Su Hijo Jesucristo. Ofrécele un momento de silencio sin distracciones, aunque solo sean cinco minutos. Permite que Dios te muestre cuánto te aman Él y Su Hijo y, por extensión, cuánto aman Ellos a todos Sus hijos.
En la última semana de Su vida terrenal, el Señor dedicó tiempo a limpiar el templo de cambistas, restaurándolo a su propósito más sagrado y santo de ser una “casa de oración” (Mateo 21:13), un lugar donde los hombres y las mujeres puedan estar en comunión con Dios. Después de esa purificación, cuando el templo volvió a ser un espacio sagrado y santo, Jesucristo sanó a los cojos y a los ciegos en el templo.
Entonces en el templo vinieron a él ciegos y cojos, y los sanó.
De este día de la Semana Santa aprendemos dos lecciones importantes: primero, que demostramos amor por Dios al honrar los lugares sagrados —en los que se incluye nuestro corazón, nuestra mente y nuestro hogar— y mantenerlos limpios del pecado y la corrupción tanto como podamos; segundo, que Dios desea sanarnos y ayudarnos a llegar a ser verdaderos discípulos de Su Hijo, especialmente cuando estamos agobiados por las cargas que tenemos como personas imperfectas que viven en un mundo imperfecto.
¿Qué podrías hacer esta semana a fin de prepararte para recibir la sanación del Salvador? ¿Hay algo en tu espacio físico que necesites eliminar, cambiar o limpiar? ¿Hay algo en tu corazón o en tu mente que debas cambiar? El Señor nos invita en este día y todos los días a venir a Él, pedir perdón, arrepentirnos y ser sanados.
En la última semana de Su vida terrenal, el Señor dedicó tiempo a limpiar el templo de cambistas, restaurándolo a su propósito más sagrado y santo de ser una “casa de oración” (Mateo 21:13), un lugar donde los hombres y las mujeres puedan estar en comunión con Dios. Después de esa purificación, cuando el templo volvió a ser un espacio sagrado y santo, Jesucristo sanó a los cojos y a los ciegos en el templo.
Entonces en el templo vinieron a él ciegos y cojos, y los sanó.
De este día de la Semana Santa aprendemos dos lecciones importantes: primero, que demostramos amor por Dios al honrar los lugares sagrados —en los que se incluye nuestro corazón, nuestra mente y nuestro hogar— y mantenerlos limpios del pecado y la corrupción tanto como podamos; segundo, que Dios desea sanarnos y ayudarnos a llegar a ser verdaderos discípulos de Su Hijo, especialmente cuando estamos agobiados por las cargas que tenemos como personas imperfectas que viven en un mundo imperfecto.
¿Qué podrías hacer esta semana a fin de prepararte para recibir la sanación del Salvador? ¿Hay algo en tu espacio físico que necesites eliminar, cambiar o limpiar? ¿Hay algo en tu corazón o en tu mente que debas cambiar? El Señor nos invita en este día y todos los días a venir a Él, pedir perdón, arrepentirnos y ser sanados.
Jesucristo pasó Sus últimos días en Jerusalén expresando amor por los demás, pero también nos enseñó la mejor manera de expresar nuestro amor por Él. En Mateo 25, Él relata una parábola inolvidable con Sus discípulos acerca del Rey (Jesucristo, el Hijo del Hombre) que habla a Sus siervos en Su Segunda Venida. En el relato de Jesús, el Rey les dice a Sus seguidores:
“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos?, ¿o sediento y te dimos de beber?
¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos?, ¿o desnudo y te cubrimos?
¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?”
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
En esos versículos aprendemos que nuestro amor por Dios a menudo se expresa mejor por medio de nuestras acciones y que cuando mostramos amor a las personas necesitadas, Jesús está al tanto de nuestros esfuerzos. Nuestras acciones de amor por los demás nos conducirán directamente al gozo y la paz que buscamos de Jesucristo.
Demuestra tu amor por alguien de una de las maneras que Jesús enseñó en Mateo 25. ¿Qué podrías hacer hoy para alimentar al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo o tender la mano a alguien que pueda sentirse solo o aislado? Puede ser algo grande o algo pequeño. Si no estás seguro de cómo compartir tu amor, puedes orar para pedir guía. Dios desea ayudarte a que demuestres amor por los demás.
Jesucristo pasó Sus últimos días en Jerusalén expresando amor por los demás, pero también nos enseñó la mejor manera de expresar nuestro amor por Él. En Mateo 25, Él relata una parábola inolvidable con Sus discípulos acerca del Rey (Jesucristo, el Hijo del Hombre) que habla a Sus siervos en Su Segunda Venida. En el relato de Jesús, el Rey les dice a Sus seguidores:
“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos?, ¿o sediento y te dimos de beber?
¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos?, ¿o desnudo y te cubrimos?
¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?”
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
En esos versículos aprendemos que nuestro amor por Dios a menudo se expresa mejor por medio de nuestras acciones y que cuando mostramos amor a las personas necesitadas, Jesús está al tanto de nuestros esfuerzos. Nuestras acciones de amor por los demás nos conducirán directamente al gozo y la paz que buscamos de Jesucristo.
Demuestra tu amor por alguien de una de las maneras que Jesús enseñó en Mateo 25. ¿Qué podrías hacer hoy para alimentar al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo o tender la mano a alguien que pueda sentirse solo o aislado? Puede ser algo grande o algo pequeño. Si no estás seguro de cómo compartir tu amor, puedes orar para pedir guía. Dios desea ayudarte a que demuestres amor por los demás.
El Salvador pasó algún tiempo en la ciudad de Betania durante la última semana de Su ministerio terrenal. No sabemos mucho acerca de lo que Él hizo ese día específico, pero a menudo se sugiere que descansó durante ese tiempo. Poco antes de la Semana Santa, Jesús había visitado Betania para ver a Sus amigas María y Marta. Ellas estaban lamentando la pérdida de su hermano Lázaro, y verlas en su dolor claramente afectó a Jesús. Sobre este acontecimiento, leemos uno de los pasajes más breves y, sin embargo, más conmovedores del Nuevo Testamento. En Juan 11:35–36 dice:
“Y lloró Jesús.
Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba”.
Antes de que Jesucristo efectuara un milagro en Betania, Su amor conmovió a quienes lo rodeaban. Luego, presagiando el gran don de Su Resurrección que pronto sería para todos nosotros, Jesucristo levantó milagrosamente a Lázaro de entre los muertos. Gracias a ese milagro, muchas personas en Betania y más allá creyeron en Su divinidad.
¿De qué manera has experimentado el amor mayor de nuestro Salvador? Hoy dedica un tiempo a descansar, recordar y anotar al menos un momento en el que hayas sentido o visto la mano milagrosa de Dios en tu vida. Puedes registrarlo por escrito, video o audio, lo que te resulte más cómodo. Piensa en las maneras en que ese momento en que sentiste Su amor divino ha moldeado tu creencia en Dios y en Su Hijo Jesucristo, y tu comprensión de Ellos. Si lo deseas, puedes hablar de esta experiencia con alguien cercano a ti.
El Salvador pasó algún tiempo en la ciudad de Betania durante la última semana de Su ministerio terrenal. No sabemos mucho acerca de lo que Él hizo ese día específico, pero a menudo se sugiere que descansó durante ese tiempo. Poco antes de la Semana Santa, Jesús había visitado Betania para ver a Sus amigas María y Marta. Ellas estaban lamentando la pérdida de su hermano Lázaro, y verlas en su dolor claramente afectó a Jesús. Sobre este acontecimiento, leemos uno de los pasajes más breves y, sin embargo, más conmovedores del Nuevo Testamento. En Juan 11:35–36 dice:
“Y lloró Jesús.
Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba”.
Antes de que Jesucristo efectuara un milagro en Betania, Su amor conmovió a quienes lo rodeaban. Luego, presagiando el gran don de Su Resurrección que pronto sería para todos nosotros, Jesucristo levantó milagrosamente a Lázaro de entre los muertos. Gracias a ese milagro, muchas personas en Betania y más allá creyeron en Su divinidad.
¿De qué manera has experimentado el amor mayor de nuestro Salvador? Hoy dedica un tiempo a descansar, recordar y anotar al menos un momento en el que hayas sentido o visto la mano milagrosa de Dios en tu vida. Puedes registrarlo por escrito, video o audio, lo que te resulte más cómodo. Piensa en las maneras en que ese momento en que sentiste Su amor divino ha moldeado tu creencia en Dios y en Su Hijo Jesucristo, y tu comprensión de Ellos. Si lo deseas, puedes hablar de esta experiencia con alguien cercano a ti.
El jueves, Jesucristo se reunió con Sus apóstoles para celebrar la Pascua. Durante lo que ahora llamamos la Última Cena, Jesucristo les dijo a Sus amigos cuánto los amaba. Sus palabras indicaron los dolorosos acontecimientos que vendrían en las horas siguientes, cuando Él sufriría por los pecados del mundo en el Jardín de Getsemaní y en la cruz del Calvario. Pero Cristo también dio a Sus apóstoles la seguridad de que, aunque había mucha oscuridad por delante, pronto sería eclipsada por un hermoso regalo de amor. En Juan 15, Cristo dice:
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis las cosas que yo os mando”.
Después de esa noche, Jesucristo pronto pondría Su vida por Sus amigos y por nosotros. Nadie lo culparía si esa noche solo hubiera pensado en Su propio dolor, pero Él utilizó Sus últimas horas para reunir, enseñar, preparar y consolar a aquellos a quienes amaba, incluso a todos nosotros.
¿De qué modo puedes recordar el amor que Jesús mostró al reunirse con las personas más cercanas a Él? Piensa en algunas maneras en que podrías seguir el ejemplo de Jesús para expresar amor por tus amigos y familiares hoy, ya sea en persona o a distancia. Si no estás seguro de en quién centrar tu amor, podrías orar para ser guiado a alguien que necesite exactamente lo que tú tienes para ofrecer. Honra el amor mayor de Jesucristo haciendo que tu amor por quienes te rodean ocupe el lugar central de este día.
El jueves, Jesucristo se reunió con Sus apóstoles para celebrar la Pascua. Durante lo que ahora llamamos la Última Cena, Jesucristo les dijo a Sus amigos cuánto los amaba. Sus palabras indicaron los dolorosos acontecimientos que vendrían en las horas siguientes, cuando Él sufriría por los pecados del mundo en el Jardín de Getsemaní y en la cruz del Calvario. Pero Cristo también dio a Sus apóstoles la seguridad de que, aunque había mucha oscuridad por delante, pronto sería eclipsada por un hermoso regalo de amor. En Juan 15, Cristo dice:
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis las cosas que yo os mando”.
Después de esa noche, Jesucristo pronto pondría Su vida por Sus amigos y por nosotros. Nadie lo culparía si esa noche solo hubiera pensado en Su propio dolor, pero Él utilizó Sus últimas horas para reunir, enseñar, preparar y consolar a aquellos a quienes amaba, incluso a todos nosotros.
¿De qué modo puedes recordar el amor que Jesús mostró al reunirse con las personas más cercanas a Él? Piensa en algunas maneras en que podrías seguir el ejemplo de Jesús para expresar amor por tus amigos y familiares hoy, ya sea en persona o a distancia. Si no estás seguro de en quién centrar tu amor, podrías orar para ser guiado a alguien que necesite exactamente lo que tú tienes para ofrecer. Honra el amor mayor de Jesucristo haciendo que tu amor por quienes te rodean ocupe el lugar central de este día.
El viernes, Jesús fue juzgado, condenado, golpeado y crucificado por aquellos que lo odiaban. Pero en la cruz, Jesús mostró que Su compasión era mucho más grande que la crueldad de ellos. En Lucas 23:34, Jesús habla desde la cruz, dirigiéndose a Su Padre a favor de aquellos que lo estaban crucificando erróneamente.
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
En un momento en el que habría sido fácil devolver odio por odio, Jesucristo nos enseñó cómo mostrar el amor mayor por medio de ese increíble acto de perdón. Durante todo Su ministerio, el Señor fue constante en Sus enseñanzas acerca de nuestra responsabilidad como discípulos de dejar atrás el dolor del pasado y permitir que Su amor, Su misericordia y Su juicio perfecto guíen nuestra vida y la vida de aquellos que nos han hecho daño. También fue constante en enseñarnos que cuando elegimos perdonar, seremos perdonados de nuestras propias malas acciones y tropiezos. Cuando elegimos perdonar, Él nos ofrece Su máxima paz y sanación.
Para honrar el sacrificio del Salvador por ti y permitir que Su amor esté más presente en tu vida, puedes tratar de poner a un lado un viejo rencor o resentimiento en esta época de Pascua de Resurrección. Puede que no suceda de inmediato, pero con la ayuda del Señor, la paz y la restitución llegarán.
También es importante recordar que ofrecer tu perdón no elimina las consecuencias de las acciones de una persona; por ejemplo, tu perdón no requiere que vuelvas a colocarte en situaciones dañinas. El perdón tiene que ver con dejar ir la amargura, el enojo, el resentimiento y los pensamientos de venganza mientras permites que el Señor te sane. También podrías estudiar las Escrituras para aprender más acerca de cómo el perdón puede bendecir tu vida.
El viernes, Jesús fue juzgado, condenado, golpeado y crucificado por aquellos que lo odiaban. Pero en la cruz, Jesús mostró que Su compasión era mucho más grande que la crueldad de ellos. En Lucas 23:34, Jesús habla desde la cruz, dirigiéndose a Su Padre a favor de aquellos que lo estaban crucificando erróneamente.
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
En un momento en el que habría sido fácil devolver odio por odio, Jesucristo nos enseñó cómo mostrar el amor mayor por medio de ese increíble acto de perdón. Durante todo Su ministerio, el Señor fue constante en Sus enseñanzas acerca de nuestra responsabilidad como discípulos de dejar atrás el dolor del pasado y permitir que Su amor, Su misericordia y Su juicio perfecto guíen nuestra vida y la vida de aquellos que nos han hecho daño. También fue constante en enseñarnos que cuando elegimos perdonar, seremos perdonados de nuestras propias malas acciones y tropiezos. Cuando elegimos perdonar, Él nos ofrece Su máxima paz y sanación.
Para honrar el sacrificio del Salvador por ti y permitir que Su amor esté más presente en tu vida, puedes tratar de poner a un lado un viejo rencor o resentimiento en esta época de Pascua de Resurrección. Puede que no suceda de inmediato, pero con la ayuda del Señor, la paz y la restitución llegarán.
También es importante recordar que ofrecer tu perdón no elimina las consecuencias de las acciones de una persona; por ejemplo, tu perdón no requiere que vuelvas a colocarte en situaciones dañinas. El perdón tiene que ver con dejar ir la amargura, el enojo, el resentimiento y los pensamientos de venganza mientras permites que el Señor te sane. También podrías estudiar las Escrituras para aprender más acerca de cómo el perdón puede bendecir tu vida.
El sábado después de que Jesús fue crucificado, Sus discípulos afrontaron el dolor por la pérdida de su gran amigo y Maestro. Pero antes, Él les había dicho que no los dejaría sin consuelo. En Juan 14:26–27 Jesús dice:
“Mas el Consolador, elEspíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi pazos doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”.
Cuando la vida es difícil, el consuelo y la paz que podemos hallar por medio del Espíritu Santo pueden ayudarnos a sentir el amor de Dios, sin importar cuán difíciles sean nuestras circunstancias. Gracias a ese don, podemos sentir esperanza para nosotros mismos y para los demás, en lugar de temor. Aun cuando no haya paz en la tierra, siempre hay paz en Cristo.
A menudo podemos sentir la paz del Espíritu Santo cuando escuchamos música sagrada o miramos videos edificantes sobre el Salvador. Mira un video del relato de la Pascua de Resurrección. Escucha música sagrada sobre la Pascua de Resurrección (te recomendamos esta hermosa lista de reproducción de El Coro del Tabernáculo de la Manzana del Templo y otros más), y presta mucha atención a los pensamientos y sentimientos que vengan a tu mente y corazón acerca del Salvador y de Su amor por ti. Considera compartir tu canción favorita de Pascua de Resurrección en las redes sociales o con un amigo.
El sábado después de que Jesús fue crucificado, Sus discípulos afrontaron el dolor por la pérdida de su gran amigo y Maestro. Pero antes, Él les había dicho que no los dejaría sin consuelo. En Juan 14:26–27 Jesús dice:
“Mas el Consolador, elEspíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi pazos doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”.
Cuando la vida es difícil, el consuelo y la paz que podemos hallar por medio del Espíritu Santo pueden ayudarnos a sentir el amor de Dios, sin importar cuán difíciles sean nuestras circunstancias. Gracias a ese don, podemos sentir esperanza para nosotros mismos y para los demás, en lugar de temor. Aun cuando no haya paz en la tierra, siempre hay paz en Cristo.
A menudo podemos sentir la paz del Espíritu Santo cuando escuchamos música sagrada o miramos videos edificantes sobre el Salvador. Mira un video del relato de la Pascua de Resurrección. Escucha música sagrada sobre la Pascua de Resurrección (te recomendamos esta hermosa lista de reproducción de El Coro del Tabernáculo de la Manzana del Templo y otros más), y presta mucha atención a los pensamientos y sentimientos que vengan a tu mente y corazón acerca del Salvador y de Su amor por ti. Considera compartir tu canción favorita de Pascua de Resurrección en las redes sociales o con un amigo.
Cuando María Magdalena fue al sepulcro el domingo por la mañana para preparar el cuerpo de Jesús, una palabra la llevó de las profundidades del dolor a la comprensión de que la esperanza vive. Esa sola palabra fue su nombre, pronunciado por el Hijo resucitado de Dios.
“Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni!, que quiere decir, Maestro”.
María no se dio cuenta de que Jesucristo estaba justo frente a ella hasta que lo escuchó decir su nombre, pero esa sola palabra fue el comienzo de una hermosa celebración del milagro de la Resurrección del Salvador. Al igual que María, aquellos de nosotros que buscamos a Jesucristo podemos descubrir que Él nos conoce por nuestro nombre y que estamos invitados a verlo y conocerlo a Él y Su gloria. Gracias a Su sacrificio, podemos volver a vivir con Él y todas las personas serán resucitadas. Verdaderamente, nunca ha habido un mayor amor.
¡La Pascua de Resurrección es una época de gozo para los que creen en Jesucristo! Hoy, busca al Señor como lo hizo María al ir a un lugar donde se lo pueda encontrar. Celebra el don de Su Expiación y Su Resurrección sempiterna en un servicio de adoración en la Iglesia en la Pascua de Resurrección. Canta canciones sobre Su amor redentor y siente cómo el Espíritu testifica que Dios y Su Hijo Jesucristo te conocen personalmente.
Cuando María Magdalena fue al sepulcro el domingo por la mañana para preparar el cuerpo de Jesús, una palabra la llevó de las profundidades del dolor a la comprensión de que la esperanza vive. Esa sola palabra fue su nombre, pronunciado por el Hijo resucitado de Dios.
“Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni!, que quiere decir, Maestro”.
María no se dio cuenta de que Jesucristo estaba justo frente a ella hasta que lo escuchó decir su nombre, pero esa sola palabra fue el comienzo de una hermosa celebración del milagro de la Resurrección del Salvador. Al igual que María, aquellos de nosotros que buscamos a Jesucristo podemos descubrir que Él nos conoce por nuestro nombre y que estamos invitados a verlo y conocerlo a Él y Su gloria. Gracias a Su sacrificio, podemos volver a vivir con Él y todas las personas serán resucitadas. Verdaderamente, nunca ha habido un mayor amor.
¡La Pascua de Resurrección es una época de gozo para los que creen en Jesucristo! Hoy, busca al Señor como lo hizo María al ir a un lugar donde se lo pueda encontrar. Celebra el don de Su Expiación y Su Resurrección sempiterna en un servicio de adoración en la Iglesia en la Pascua de Resurrección. Canta canciones sobre Su amor redentor y siente cómo el Espíritu testifica que Dios y Su Hijo Jesucristo te conocen personalmente.
Acompáñanos a recordar la mañana más grandiosa de la historia mientras adoramos a Jesucristo por medio de un gozoso servicio de adoración dominical de Pascua de Resurrección.
Después de resucitar en Jerusalén, Jesús se apareció a personas creyentes en la antigua América. Esta visita es el acontecimiento central registrado en el Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo. Allí, las personas palparon las marcas de los clavos en Sus manos y pies, y la herida en Su costado, y lo adoraron como el Salvador profetizado. Tal como Él había hecho durante Su ministerio en el Medio Oriente, les enseñó acerca del bautismo, el arrepentimiento y el perdón. Jesucristo sanó y bendijo al pueblo y organizó Su Iglesia.
Puedes leer el relato completo de la visita de Jesucristo a las Américas en el Libro de Mormón aquí: 3 Nefi 11–28.
Encuentra más sugerencias de estudio y pasajes de las Escrituras acerca de la Semana Santa.