Llamamientos misionales
Capítulo 4: Busque el Espíritu y confíe en Él


“Capítulo 4: Busque el Espíritu y confíe en Él”, Predicad Mi Evangelio: Una guía para compartir el Evangelio de Jesucristo, 2023

“Capítulo 4: Busque el Espíritu y confíe en Él”, Predicad Mi Evangelio

Imagen
Liahona, por Arnold Friberg

Capítulo 4

Busque el Espíritu y confíe en Él

Considere lo siguiente:

  • ¿Qué puedo hacer para tener el poder del Espíritu Santo en mi vida y durante mi servicio misional?

  • ¿Cuál es la función que desempeña el Espíritu Santo en la conversión?

  • ¿De qué manera puedo ayudar a las personas a las que enseñamos a sentir la influencia del Espíritu Santo?

  • ¿Qué puedo hacer para que mis oraciones sean más significativas?

  • ¿Cómo puedo aprender a reconocer las impresiones del Espíritu Santo?

Busque la guía del Espíritu Santo

El don del Espíritu Santo es uno de los dones más grandes que Dios ha dado a Sus hijos y es vital en su trabajo como misionero. Usted necesita el poder orientador y revelador del Espíritu Santo a medida que ayuda a las personas a ser bautizadas y confirmadas, y a convertirse.

Tener la guía del Espíritu Santo en su vida requiere trabajo espiritual; esto incluye la oración ferviente y el estudio constante de las Escrituras. También incluye guardar sus convenios y los mandamientos de Dios (véase Mosíah 18:8–10, 13). Incluye participar dignamente de la Santa Cena cada semana (véase Doctrina y Convenios 20:77, 79).

Cada día usted se encuentra con diferentes necesidades y circunstancias. Las impresiones del Espíritu le ayudarán a saber qué hacer y qué decir. A medida que busque estas impresiones y actúe de acuerdo con ellas, el Espíritu Santo magnificará sus habilidades y su servicio para superar con creces lo que puede hacer por usted mismo. Él le ayudará en cada aspecto de su servicio misional y en su vida personal (véanse 2 Nefi 32:2–5; Alma 17:3; Helamán 5:17–19; Doctrina y Convenios 43:15–16; 84:85).

Imagen
El presidente Russell M. Nelson

“En los días futuros, no será posible sobrevivir espiritualmente sin la influencia guiadora, orientadora, consoladora y constante del Espíritu Santo” (Russell M. Nelson, “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas”, Liahona, mayo de 2018, pág. 96).

Imagen
Luz y verdad, por Simon Dewey

La luz de Cristo

La luz de Cristo “[se da] a todo hombre […] para que sepa discernir el bien del mal” (Moroni 7:16; véanse los versículos 14–19; véase también Juan 1:9). La luz de Cristo es el entendimiento, el conocimiento y la influencia que se dan por medio de Jesucristo. Esta influencia es preliminar a la recepción del don del Espíritu Santo. Guiará a quienes sean receptivos a aprender y vivir el Evangelio restaurado de Jesucristo.

El Espíritu Santo

El Personaje del Espíritu Santo

El Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad; es un personaje de espíritu y no tiene un cuerpo de carne y huesos (véase Doctrina y Convenios 130:22). Es el Consolador que el Salvador prometió a Sus discípulos que les enseñaría todas las cosas y que les haría recordar todas las cosas que Él les había enseñado (véase Juan 14:26).

El poder del Espíritu Santo

El testimonio que reciben antes del bautismo los que buscan la verdad con sinceridad viene mediante el poder del Espíritu Santo. Todas las personas pueden recibir un testimonio de Jesucristo y de Su Evangelio restaurado mediante el poder del Espíritu Santo. “Por el poder del Espíritu Santo podr[emos] conocer la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5).

El don del Espíritu Santo

El don del Espíritu Santo es el derecho de tener la compañía constante del Espíritu Santo cuando somos dignos. Recibimos el don del Espíritu Santo después de bautizarnos en el agua. Se confiere mediante la ordenanza de la confirmación.

El profeta José Smith dijo: “Existe una diferencia entre el Espíritu Santo y el don del Espíritu Santo. Cornelio recibió el Espíritu Santo antes de bautizarse, que para él fue el poder convincente de Dios de la veracidad del Evangelio; mas no podía recibir el don del Espíritu Santo sino hasta después de ser bautizado” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 102).

Es por el don y el poder del Espíritu Santo que somos santificados: se nos hace más santos, más completos, más íntegros, más semejantes a Dios. Es mediante la redención de Cristo y el poder santificador del Espíritu Santo que podemos nacer espiritualmente de nuevo al guardar los convenios que hacemos con Dios (véase Mosíah 27:25–26).

El Santo Espíritu de la Promesa

Al Espíritu Santo también se le llama el Santo Espíritu de la promesa (véase Doctrina y Convenios 88:3). En esa función, el Espíritu Santo confirma que las ordenanzas del sacerdocio que recibimos y los convenios que hacemos son aceptables para Dios. Los que son sellados por el Santo Espíritu de la promesa recibirán todo lo que el Padre tiene (véanse Doctrina y Convenios 76:51–60; Efesios 1:13–14; Guía para el Estudio de las Escrituras, “Santo Espíritu de la promesa”).

Para que sean válidos después de esta vida, todas las ordenanzas y los convenios tienen que ser sellados por el Santo Espíritu de la promesa (véase Doctrina y Convenios 132:7, 18–19, 26). Ese sellamiento depende de nuestra fidelidad continua.

Dones del Espíritu

El Señor nos da dones del Espíritu para bendecirnos y para utilizarlos para bendecir a los demás (véase Doctrina y Convenios 46:8–9, 26). Por ejemplo, los misioneros que aprenden otro idioma pueden recibir el don de lenguas que les proporcione ayuda divina para enseñar a otras personas en su lengua materna.

En Moroni 10:8–18; Doctrina y Convenios 46:11–33 y 1 Corintios 12:1–12 se describen diversos dones del Espíritu. Estos son solo algunos de los muchos dones del Espíritu. El Señor puede bendecirnos con otros dones dependiendo de nuestra fidelidad, nuestras necesidades y las necesidades de los demás.

El Salvador nos invita a buscar dones espirituales diligentemente (véanse Doctrina y Convenios 46:8; 1 Corintios 14:1, 12). Esos dones vienen por medio de la oración, la fe y el esfuerzo, y de acuerdo con la voluntad de Dios.

Estudio personal o con el compañero

En la Guía para el Estudio de las Escrituras, lea “Espíritu Santo” y “Luz de Cristo”. Escriba una descripción de la naturaleza y de la función del Espíritu Santo.

Lea Hechos 4:1–33.

  • ¿Cómo procuraron Pedro y Juan los dones espirituales?

  • ¿Cómo contestó Dios las oraciones de ellos?

  • ¿Qué aprende usted de esta experiencia en cuanto a su propia obra?

Imagen
Un grupo de personas orando

El poder del Espíritu en la conversión

La conversión se lleva a cabo mediante el poder del Espíritu Santo. Usted tiene la función de ayudar a llevar el poder del Espíritu a la vida de una persona. A continuación, se sugieren algunas maneras de hacerlo:

  • Procure tener el Espíritu con usted por medio de la oración, escudriñando las Escrituras y guardando sus convenios.

  • Enseñe por el Espíritu acerca del Salvador y del mensaje de la Restauración. Siga la guía del Espíritu para adaptar el mensaje a las necesidades de cada persona.

  • Testifique que usted sabe por el poder del Espíritu Santo que lo que enseña es verdad. Cuando usted testifica, el Espíritu Santo puede dar testimonio a los demás.

  • Invite a las personas a actuar y apóyelas para que cumplan sus compromisos. A medida que las personas cumplan sus compromisos, sentirán el poder del Espíritu Santo más fuertemente. Véase el capítulo 11.

  • Para hacer un seguimiento, pregunte a las personas acerca de sus experiencias cuando actuaron de acuerdo con una invitación. La fe de las personas aumentará a medida que se arrepientan, obedezcan los mandamientos y hagan compromisos y los cumplan. Ayúdeles a reconocer de qué manera el Espíritu obra en ellos.

Imagen
El presidente M. Russell Ballard

El presidente M. Russell Ballard enseñó: “La verdadera conversión ocurre por medio del poder del Espíritu. Cuando el Espíritu llega al corazón, el corazón cambia. Cuando las personas […] sienten la influencia del Espíritu, o cuando ven evidencias del amor y la misericordia del Señor en su vida, se edifican y fortalecen espiritualmente y aumenta la fe que tienen en Él. Estas experiencias con el Espíritu son el resultado natural cuando una persona tiene el deseo de experimentar con la palabra [véase Alma 32:27]. Así es como llegamos a sentir que el Evangelio es verdadero” (véase “Ahora es el momento”, Liahona, enero de 2001, pág. 89).

Estudio personal o con el compañero

Estudio de las Escrituras

¿Qué enseñan los siguientes pasajes de las Escrituras en cuanto al poder del Espíritu en su labor misional?

¿Qué puede hacer para tener el poder del Espíritu en su labor?

Imagen
Misioneros orando

Ore con fe en Jesucristo

Para ayudar a otras personas a convertirse, usted debe enseñar por el poder del Espíritu (véase Doctrina y Convenios 50:13–14, 17–22). El Señor dijo: “Y se os dará el Espíritu por la oración de fe; y si no recibís el Espíritu, no enseñaréis” (Doctrina y Convenios 42:14).

Al orar para pedir ayuda en su enseñanza, el poder del Espíritu Santo llevará sus enseñanzas “al corazón de los hijos de los hombres” (2 Nefi 33:1). A medida que enseñe por el Espíritu y otras personas reciban por el Espíritu, se “comprende[rán] el uno al otro,” y serán “edificados y se regocija[rán] juntamente” (Doctrina y Convenios 50:22).

Cómo orar

Jesús nos enseñó cómo orar (véanse Mateo 6:9–13; 3 Nefi 18:19). Ore sinceramente y con la verdadera intención de actuar conforme a las impresiones que reciba del Espíritu Santo. La oración eficaz requiere un esfuerzo humilde y sostenido (véanse Moroni 10:3–4; Doctrina y Convenios 8:10).

Utilice un lenguaje que transmita una relación de amor y adoración a Dios. Utilice los pronombres (en español tuteamos a Dios siempre que nos dirigimos a Él), Tu (Tu poder…), Tus (Tus bendiciones…) y Te (Te pedimos…).

Exprese siempre su gratitud. Un esfuerzo consciente por ser agradecido le ayudará a reconocer cuán misericordioso ha sido el Señor con usted. Abrirá su mente y su corazón a la inspiración.

Ore “con toda la energía de [su] coraz[ón]” para que pueda tener caridad (Moroni 7:48). Ore pidiendo por otras personas por sus nombres. Ore por las personas a las que enseña. Busque inspiración para saber cómo las invitará y las ayudará a venir a Cristo.

Estudio personal

Estudie la oración del Señor en Mateo 6:9–13. Hágase las siguientes preguntas y anote las impresiones en su diario de estudio.

  • ¿Cómo influye su responsabilidad actual como misionero en sus oraciones?

  • ¿De qué manera procura en sus oraciones bendecir la vida de otras personas?

  • ¿Cómo está orando para poder vencer la tentación?

  • ¿Cómo ora para pedir ayuda para satisfacer sus necesidades espirituales y temporales?

  • ¿De qué manera le da gloria a Dios cuando ora?

Cuándo orar

¿Cuándo debería orar? El Señor dijo: “Escudriñad diligentemente, orad siempre, sed creyentes, y todas las cosas obrarán juntamente para vuestro bien” (Doctrina y Convenios 90:24).

Alma dijo: “Consulta al Señor en todos tus hechos, y él te dirigirá para bien; sí, cuando te acuestes por la noche, acuéstate en el Señor, para que él te cuide en tu sueño; y cuando te levantes por la mañana, rebose tu corazón de gratitud a Dios” (Alma 37:37; véase también 34:17–27).

El Señor lo invita a reservar momentos tranquilos y privados para orar: “… entra en tu aposento, y […] ora a tu Padre” (3 Nefi 13:6; véanse también los versículos 7–13).

El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “Cada mañana […], los misioneros deben arrodillarse y suplicar al Señor que desate sus lenguas y hable a través de ellos para que sean una fuente de bendición para aquellos a quienes enseñen. Si lo hacen, aparecerá una luz nueva en sus vidas; habrá un entusiasmo mayor por la obra; llegarán a saber de manera muy real que son siervos del Señor hablando en representación Suya” (“El servicio misional”, Primera Reunión Mundial de Capacitación de Líderes, 11 de enero de 2003, pág. 22).

Confiar en Dios cuando oramos

Tener fe en Dios significa confiar en Él. Esto incluye confiar en Su voluntad y en el tiempo en que Él conteste sus oraciones (véase Isaías 55:8–9). El presidente Dallin H. Oaks enseñó:

“En consecuencia, por fuerte que sea nuestra fe, no puede producir un resultado contrario a la voluntad del Señor en quien la tenemos. Recuerden esto cuando sus oraciones no sean contestadas de la manera o en el momento en que ustedes lo desean. El ejercicio de la fe en el Señor Jesucristo está siempre supeditado al orden de los cielos, a la bondad y a la voluntad y a la sabiduría y al propio tiempo del Señor. Si tenemos esa clase de fe y confianza en Él, gozaremos de verdadera seguridad y serenidad en la vida” (“La Expiación y la fe”, Liahona, abril de 2008, pág. 8).

En cuanto a las oraciones que parecen no recibir respuesta, el presidente Russell M. Nelson dijo:

“¡Sé lo que se siente! Conozco los temores y las lágrimas de esos momentos. Pero también sé que nuestras oraciones nunca son desoídas, que nuestra fe nunca pierde su valor. Sé que la visión de nuestro omnisciente Padre Celestial es infinitamente más amplia que la nuestra. En tanto nosotros sabemos de nuestros problemas y dolores mortales, Él sabe de nuestro progreso y potencial inmortales. Si oramos para conocer Su voluntad y someternos a ella con paciencia y con valentía, la sanidad celestial tendrá lugar a Su propia manera y a Su tiempo” (“Jesucristo: El Maestro Sanador”, Liahona, noviembre de 2005, pág. 86).

Imagen
Road to Emmaus [El camino a Emaús], por Greg Olsen

Aprender a reconocer las impresiones del Espíritu

Es importante que usted y las personas a las que enseña aprendan a reconocer las comunicaciones del Espíritu. Por lo general, el Espíritu se comunica calladamente, por medio de los sentimientos, la mente y el corazón. Elías el profeta descubrió que la voz del Señor no estaba en el viento, ni en el terremoto ni en el fuego, sino que era “una voz apacible y delicada” (1 Reyes 19:12). “No era una voz de trueno”, sino más bien “una voz apacible de perfecta suavidad, cual si hubiese sido un susurro”, y sin embargo “penetraba hasta el alma misma” (Helamán 5:30).

Las comunicaciones del Espíritu pueden sentirse diferentes para cada persona. Independientemente de cómo se sientan esas comunicaciones, las Escrituras enseñan cómo reconocerlas. Por ejemplo, el Espíritu lo edificará y lo guiará a hacer el bien. Él iluminará su mente. Él lo guiará a andar humildemente y a juzgar con rectitud (véase Doctrina y Convenios 11:12–14 y el recuadro “Estudio personal” más adelante en esta sección).

En respuesta a la pregunta: “¿Cómo se reconocen las impresiones del Espíritu?”, el presidente Gordon B. Hinckley leyó Moroni 7:13, 16–17. Y luego dijo:

“Al fin y al cabo, esa es la manera de probarlo. ¿Persuade a hacer lo bueno, a elevarse, a ser valiente, a hacer lo correcto, a ser bondadoso, a ser generoso? Entonces, es el Espíritu de Dios […].

“Si incita a hacer lo bueno, es de Dios. Si incita a hacer lo malo, es del diablo […]. Y si hacen lo correcto y están viviendo con rectitud, en su corazón sabrán lo que el Espíritu les dice.

“Las impresiones del Espíritu se reconocen por los frutos del Espíritu: aquello que ilumine, que edifique, que sea positivo, afirmativo y que eleve, y que nos guíe a pensamientos mejores, a mejores palabras y a mejores acciones, es del Espíritu de Dios” (Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, págs. 260–261).

A medida que busque y siga la guía del Espíritu Santo, su capacidad para discernir y comprender Sus impresiones se desarrollará con el tiempo (véase 2 Nefi 28:30). De alguna manera, estar más en sintonía con el lenguaje del Espíritu es como aprender otro idioma. Es un proceso gradual que requiere un esfuerzo diligente y paciente.

Busque la guía del Espíritu Santo con íntegro propósito de corazón. Si está angustiado por otras cosas, tal vez no perciba los suaves susurros del Espíritu, o Él podría esperar para comunicarse hasta que usted busque Su influencia con una humilde disposición a actuar de acuerdo con Sus impresiones.

Las voces del mundo compiten por su atención. Pueden desplazar fácilmente a las impresiones espirituales a menos que usted dé lugar al Espíritu en su corazón. Recuerde este consejo del Señor: “Quedaos tranquilos, y sabed que yo soy Dios” (Salmos 46:10; véase también Doctrina y Convenios 101:16).

Imagen
El élder David A. Bednar

“Dios utiliza una variedad de modelos para transmitir revelaciones a Sus hijos e hijas, tales como pensamientos a la mente y sentimientos al corazón, sueños […] e inspiración. Algunas revelaciones se reciben de forma inmediata e intensa, mientras que otras se reconocen de manera gradual y sutil. Recibir, reconocer y responder a las revelaciones de Dios son dones espirituales que todos debemos anhelar y buscar apropiadamente” (David A. Bednar, “El espíritu de revelación en la obra”, Seminario para líderes de misión 2018).

Estudio personal

Estudie los pasajes de las Escrituras que se encuentran en la tabla siguiente. Piense en las veces en que usted haya tenido alguno de los sentimientos, pensamientos o impresiones que se describen en estos versículos. A medida que estudie y obtenga más experiencia, agregue otros pasajes de las Escrituras a esa lista. Piense en la forma en que puede emplear esos principios para ayudar a otras personas a percibir y reconocer al Espíritu.

Doctrina y Convenios 6:23; 11:12–14; 88:3; Juan 14:26–27; Romanos 15:13; Gálatas 5:22–23

Comunica sentimientos de amor, gozo, paz, consuelo, paciencia, mansedumbre, amabilidad, fe y esperanza.

Alma 32:28; Doctrina y Convenios 6:14–15; 8:2–3; 1 Corintios 2:9–11

Ilumina la mente y trae ideas a la mente y sentimientos al corazón.

José Smith—Historia 1:11–12

Contribuye a que las Escrituras tengan un fuerte efecto.

Alma 19:6

Reemplaza las tinieblas con luz.

Mosíah 5:2–5

Fortalece el deseo de evitar lo malo y de obedecer los mandamientos.

Moroni 10:5; Doctrina y Convenios 21:9; 100:8; Juan 14:26; 15:26; 16:13

Enseña la verdad y la trae a la memoria.

Doctrina y Convenios 45:57

Guía y protege del engaño.

2 Nefi 31:18; Doctrina y Convenios 20:27; Juan 16:13–14

Glorifica a Dios el Padre y a Jesucristo y da testimonio de Ellos.

Doctrina y Convenios 42:16; 84:85; 100:5–8; Lucas 12:11–12

Guía las palabras de los maestros humildes.

Moroni 10:8–17; Doctrina y Convenios 46:8–26; 1 Corintios 12

Da los dones del Espíritu.

Doctrina y Convenios 46:30; 50:29–30

Indica lo que se debe pedir en la oración.

2 Nefi 32:1–5; Doctrina y Convenios 28:15

Indica lo que se debe hacer.

1 Nefi 10:22; Alma 18:35

Ayuda a los justos a hablar con poder y autoridad.

2 Nefi 31:17; Alma 13:12; 3 Nefi 27:20

Santifica y trae la remisión de los pecados.

1 Nefi 2:16–17; 2 Nefi 33:1; Alma 24:8

Lleva la verdad al corazón del que escucha.

1 Nefi 18:1–3; Éxodo 31:3–5

Aumenta las destrezas y habilidades.

1 Nefi 7:15; 2 Nefi 28:1; 32:7; Alma 14:11; Mormón 3:16; Éter 12:2

Insta a hacer algo o a abstenerse de hacer algo.

Doctrina y Convenios 50:13–22

Edifica tanto al maestro como a los alumnos.

Confiar en el Espíritu

Como siervo del Señor, usted debe hacer Su obra a la manera de Él y por Su poder. El profeta José Smith enseñó que “ningún hombre puede predicar el Evangelio sin el Espíritu Santo” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, pág. 353).

Confíe en que Él lo guiará en cada uno de los aspectos de su labor. Él lo iluminará e inspirará. Él le ayudará a encontrar personas para enseñar y le dará poder a su enseñanza. Él le ayudará a medida que usted ayude a los miembros, a los miembros que regresan a la actividad y a los nuevos conversos a fortalecer su fe.

Algunos misioneros se sienten seguros de sí mismos, otros no tienen esa confianza. Ponga humildemente su confianza y fe en Jesucristo, no en usted mismo. Fíese del Espíritu y no de su propio talento y habilidades. El Espíritu Santo magnificará sus esfuerzos más allá de lo que pueda hacer por sí mismo.

Estudio de las Escrituras

Estudie los pasajes siguientes de las Escrituras y piense de qué modo contestan esas preguntas importantes que usted debe hacerse a diario. ¿Cómo puede aplicar las enseñanzas de esos pasajes a sus esfuerzos para encontrar personas, a las sesiones de planificación y al estudio personal y con el compañero? ¿Cómo puede aplicar esos pasajes a sus esfuerzos por enseñar, invitar a las personas a hacer compromisos y hacer un seguimiento de los compromisos?

¿A dónde debo ir?

¿Qué debo hacer?

¿Qué debo decir?

¿De qué manera debo utilizar las Escrituras en mi enseñanza?

Algunas palabras de advertencia

Confirme sus impresiones con fuentes confiables

Cuando ore pidiendo inspiración, compare sus impresiones espirituales con lo que dicen las Escrituras y las enseñanzas de los profetas vivientes. Las impresiones del Espíritu estarán en armonía con esas fuentes.

Busque revelación dentro de su asignación

Asegúrese de que los sentimientos que reciba se correspondan con su asignación. A menos que se le llame por la debida autoridad, no se le darán impresiones del Espíritu para aconsejar o corregir a los demás. Por ejemplo, no recibirá revelación para decirle a un obispo lo que debe hacer en su llamamiento.

Imagen
Un don de luz

Discierna la verdadera influencia del Espíritu

El presidente Howard W. Hunter aconsejó: “Permítanme darles una advertencia […]. Creo que si no tenemos cuidado […], quizás tratemos de falsificar la verdadera influencia del Espíritu del Señor empleando medios indignos y manipuladores. Me preocupa el que a veces equiparemos las emociones fuertes o el derramar lágrimas con la presencia del Espíritu. Ciertamente, el Espíritu del Señor puede ocasionar emociones fuertes, incluso lágrimas, mas esa manifestación exterior no debe confundirse con la presencia del Espíritu en sí” (The Teachings of Howard W. Hunter, 1997, pág. 184).

No intente forzar las cosas espirituales

Los asuntos espirituales no se pueden forzar. Puede cultivar una actitud y un ambiente que inviten al Espíritu, y puede prepararse, pero no puede dictar cómo o cuándo llega la inspiración. Sea paciente y confíe en que recibirá lo que necesite cuando llegue el momento adecuado.

Mantenga sagradas las experiencias espirituales

Como misionero, tal vez sea más consciente ahora de las experiencias espirituales que en etapas anteriores de su vida. Esas experiencias son sagradas y por lo general son para su propia edificación, instrucción o corrección.

Muchas de esas experiencias es mejor mantenerlas en privado. Compártalas solo cuando el Espíritu indique que puede bendecir a otras personas al hacerlo (véanse Alma 12:9; Doctrina y Convenios 63:64; 84:73).

Utilice su propio buen juicio en algunos casos

A veces queremos ser guiados por el Espíritu en todas las cosas. Sin embargo, a menudo el Señor desea que actuemos utilizando nuestro buen juicio (véase Doctrina y Convenios 60:5; 61:22; 62:5). El presidente Dallin H. Oaks enseñó:

“El deseo de que el Señor nos guíe es un punto fuerte, pero debe estar unido a la comprensión de que nuestro Padre Celestial deja muchas de las decisiones a nuestro criterio personal. El hecho de tomar decisiones es una de las formas de progresar que hemos de experimentar aquí en la tierra. Las personas que tratan de darle al Señor la responsabilidad de decidir, y suplican revelación en toda elección que toman, pronto encontrarán circunstancias en las que oran para pedir guía y no la reciben. Por ejemplo, es muy factible que eso ocurra en las numerosas situaciones en que las decisiones sean triviales o en que cualquier decisión sea aceptable.

“Debemos estudiar el asunto en nuestra mente, valiéndonos de los poderes de razonamiento que el Creador nos ha dado. Luego, debemos orar pidiendo guía y, si la recibimos, tomar las medidas necesarias para seguirla. Si no la recibimos, debemos actuar basándonos en nuestro buen discernimiento. Las personas que insisten en pedir revelación que las guíe en temas en los cuales el Señor no ha decidido darnos dirección quizás fragüen una respuesta basada en su propia fantasía o propensión, o tal vez reciban una respuesta por medio de la revelación falsa” (véase “Nuestros puntos fuertes se pueden convertir en nuestra ruina”, Liahona, mayo de 1995, pág. 15).

Estudio de las Escrituras

La confianza en el Espíritu es tan importante que el Señor nos advierte que no neguemos ni apaguemos el Espíritu. ¿Qué le enseñan los siguientes pasajes de las Escrituras?


Ideas para el estudio y la puesta en práctica

Estudio personal

  • Divida una página en dos columnas. Escriba como encabezamiento de una de las columnas “Lo que hizo el Señor”, y a la de la otra “Lo que hizo Lehi o Nefi”. Lea el relato de la Liahona y el del arco que se rompió (1 Nefi 16:9–31), o el de Nefi cuando construyó el barco (1 Nefi 17:7–16; 18:1–6). Anote los hechos del relato en la columna correspondiente. Considere lo que enseña este relato sobre la naturaleza de la inspiración.

  • Revise su diario y busque anotaciones de oportunidades en las que haya sido guiado por el Espíritu o haya tenido una experiencia con un don del Espíritu. Piense en el momento, en el lugar y en el porqué de esas experiencias. ¿Cómo se manifestó la mano del Señor? ¿Cómo se sintió usted? Recordar esas experiencias puede ayudarle a reconocer el Espíritu.

  • Estudie Alma 33:1–12 y Alma 34:17–31. ¿Qué preguntas estaban respondiendo Alma y Amulek? (Repase Alma 33:1–2). ¿Cómo respondieron esas preguntas? ¿Qué certezas dieron?

  • El Señor ha prometido que el Espíritu nos guiará de muchas maneras importantes. Al leer los siguientes pasajes de las Escrituras, determine cuáles son los aspectos de su labor para los cuales se requiere la guía del Espíritu. Los principios de los siguientes pasajes de las Escrituras, ¿qué importancia tienen en su estudio personal o con su compañero?; ¿y en las reuniones de consejo de distrito, las conferencias de zona, los servicios bautismales y otras reuniones?

    Orar

    Dirigir reuniones

Estudio y análisis con el compañero

  • Hablen sobre las oraciones que usted y su compañero ofrecen juntos. ¿Son bajo la guía del Espíritu Santo? ¿Cómo han recibido respuestas a sus oraciones como compañerismo? Cuando oran como compañerismo:

    • ¿Creen que Dios les concederá lo que le pidan con rectitud y de acuerdo con Su voluntad?

    • ¿Reconocen las respuestas que hayan recibido a sus oraciones y las agradecen?

    • ¿Oran por las personas nombrándolas y consideran sus necesidades?

    • ¿Oran el uno por el otro y piden que el Espíritu los guíe?

    • ¿Reconocen las respuestas a sus oraciones?

    • ¿Oran con el compromiso de actuar de acuerdo con las impresiones que reciban?

  • Analicen lo que pueden hacer para buscar al Espíritu con mayor afán.

  • Analicen juntos las diversas maneras en que la gente describe la influencia del Espíritu Santo. Lleven un registro en su diario de estudio de los comentarios que hayan hecho las personas a las que enseñan acerca de sus propias experiencias con el Espíritu. ¿Cómo pueden ustedes ayudar a los demás a reconocer esa influencia sagrada?

Consejo de distrito, conferencias de zona y consejo de líderes de la misión

  • Si es oportuno, pida a los misioneros que relaten una historia o experiencia que hayan oído recientemente en una reunión de testimonios, al impartir una enseñanza o en otro momento. Los relatos y las experiencias espirituales de otras personas pueden ayudarnos a desarrollar la fe y a reconocer que la influencia del Espíritu se manifiesta a menudo y ampliamente.

  • Pida a los misioneros que den discursos sobre la misión y el poder del Espíritu Santo.

  • Analice la manera en que el expresar gratitud le ayuda a ver los medios pequeños, aunque muy importantes, con que lo bendice el Señor (véanse Éter 3:5; Doctrina y Convenios 59:21). Analice maneras de expresar gratitud.

  • Considere pedir a un miembro nuevo que hable de cómo el Espíritu influyó en él al aprender acerca de la Iglesia. Pida a la persona que solo comparta experiencias que considere apropiadas.

Líderes y consejeros de misión

  • Puede pedir a los misioneros que incluyan experiencias espirituales apropiadas en la carta semanal que le envíen.

  • En las entrevistas y en las conversaciones, algunas veces pregunte a los misioneros sobre sus oraciones matutinas y antes de dormir. Si es necesario, delibere en consejo con ellos en cuanto a cómo hacer que sus oraciones sean más significativas.

  • Pregunte a los misioneros cómo ayudan a las personas que enseñan a percibir y reconocer al Espíritu.