Misionero de servicio
1. Su experiencia como misionero


“1. Su experiencia como misionero”, Normas misionales para los discípulos de Jesucristo: Misiones de servicio, 2021

“1. Su experiencia como misionero”, Normas misionales para los discípulos de Jesucristo: Misiones de servicio

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Cristo y los pescadores, por J. Kirk Richards

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Su experiencia como misionero

1.0

Introducción

En realidad, su misión no comenzó el día en que fue apartado, ni finalizará el día en que sea relevado. Una misión de servicio es algo más que ponerse un uniforme por la mañana para volver a quitárselo al terminar el día.

Su experiencia en una misión de servicio demuestra su compromiso con Jesucristo y su deseo de prestar servicio a los demás en Su nombre. Desde su bautismo, usted ha estado en la senda de los convenios que conduce a la felicidad, el gozo y la paz eternos. Su experiencia en la misión puede cambiarlo, y usted debe mantener esos cambios el resto de su vida.

Si se contempla desde una perspectiva eterna, su misión es más que una casilla de verificación que hay que marcar: es una forma de ayudarlo en su afán de convertirse en un discípulo de Jesucristo para toda la vida. Como enseñó el presidente Marion G. Romney: “El prestar servicio no es algo que sobrellevamos en esta tierra para poder ganar el derecho de vivir en el Reino Celestial, sino que es la fibra misma de la cual está formada la exaltación en el Reino Celestial” (véase “La divina naturaleza de la autosuficiencia”, Liahona, enero de 1983, pág. 176).

El Señor dijo: “… si tenéis deseos de servir a Dios, sois llamados a la obra” (Doctrina y Convenios 4:3). Ya sea que a usted se lo haya asignado originalmente para ser misionero de servicio, que haya sido transferido para convertirse en misionero de servicio o que se lo haya reincorporado como misionero de servicio, usted tiene el privilegio de dedicar este período de su vida a servir al Señor sirviendo a los demás en Su nombre. Con este llamamiento, disfrutará de oportunidades para prestar servicio que bendecirán a otras personas, su propia vida, a su familia, a la Iglesia y a las organizaciones en las que sirva.

Cada uno de nosotros es enviado a la tierra con diferentes habilidades y talentos. Con sus talentos y habilidades únicos, puede hacer una contribución significativa a la obra de Dios en la tierra. Su fiel servicio como misionero constituye una ofrenda aceptable para el Señor.

Disfrute de su experiencia en la misión al amar a Dios y amar al prójimo. Esta es una época para regocijarse y experimentar felicidad y paz duraderas por medio de Jesucristo.

1.1

Obediencia

Los verdaderos discípulos de Jesucristo son obedientes. El Salvador enseñó: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Cumplir los mandamientos significa que hace de buena gana y con fidelidad lo que el Señor le pide porque usted lo ama a Él. La obediencia también quiere decir que guarda los mandamientos con “gozo” (Colosenses 1:11) y “con alegría y con sencillez de corazón” (Hechos 2:46).

Jesucristo es el ejemplo de obediencia perfecta. Todo lo que Él hizo fue la voluntad del Padre. Sígalo a Él, esforzándose al máximo por guardar todos Sus mandamientos y vivir las normas misionales de servicio. Ser obediente y fiel significa también que usted trata de aprender, crecer y mejorar. Corrija los errores rápidamente. Demuestre que es fiel y obediente al asumir la responsabilidad personal de sus actos.

Será bendecido cuando cumpla los mandamientos y las normas misionales y use el sentido común, pero sea consciente de que, incluso si guarda los mandamientos, usted podría experimentar problemas, enfermedades o desafíos (véase Juan 16:33). El Salvador experimentó todas estas cosas (véanse Alma 7:11–12; Doctrina y Convenios 122:8). Él nos promete: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Juan 14:18).

Dios lo ama. Escoja guardar los mandamientos por el amor que siente por Dios. No intente negociar con el Señor ni trate su obediencia como una transacción para obtener bendiciones específicas.

1.2

Albedrío

El albedrío, o la capacidad de elegir y actuar por uno mismo, es uno de los mayores dones de Dios a Sus hijos. Nuestro progreso eterno depende de cómo utilicemos ese don. Debemos elegir si seguiremos a Jesucristo y Sus enseñanzas. El albedrío le permite aprender, progresar y seguir al Salvador. Mediante el albedrío, usted es libre “para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres” (2 Nefi 2:27).

Usted es responsable de las decisiones que tome; es un hijo o una hija de Dios que posee gran fortaleza y tiene la capacidad para elegir la rectitud y la felicidad, sin importar cuáles sean sus circunstancias.

Tiene también la responsabilidad de desarrollar las aptitudes y los talentos que Dios le ha dado. Su misión es un momento para aprender a rendirle cuentas a Él por lo que hace con sus habilidades y por cómo utiliza su tiempo. No pierda el tiempo estando ocioso, sino esté dispuesto a trabajar arduamente. Escoja ser coherente y digno de confianza, y haga muchas cosas buenas por su propia voluntad.

1.3

Objetivo de los misioneros de servicio

El ministerio del Salvador ejemplifica los dos grandes mandamientos: “… Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente” y “[a]marás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37, 39). Expresamos nuestro amor al prójimo cuando le servimos. Al servir a los demás, también le demostramos nuestro amor a Dios: “… cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios” (Mosíah 2:17).

La Primera Presidencia definió un objetivo para los misioneros de servicio, a fin de guiarlo a usted en su sagrado llamado a servir:

“Nuestro objetivo es el de ayudar a los demás a venir a Cristo al servirles como lo haría el Salvador. Servimos de forma voluntaria en organizaciones benéficas, en funciones de la Iglesia y en la comunidad. Ministraremos en Su nombre a las personas individualmente, tal y como Él lo hizo, expresando Su amorosa bondad”.

Recuerde que cómo sirve al Salvador es más importante que dónde sirve o qué hace. El presidente Russell M. Nelson declaró: “A través de una vida de servicio en la Iglesia, he aprendido que en verdad no importa dónde servimos; lo que le importa al Señor es cómo servimos” (“Ministrar con el poder y la autoridad de Dios”, Liahona, mayo de 2018, pág. 68). Usted presta servicio por el Maestro, y se lo invita a servir como Él.

1.4

Objetivos misionales

La Primera Presidencia también definió los siguientes objetivos de la misión de servicio:

  • Brindar a todos los hombres y las mujeres jóvenes que estén dispuestos la oportunidad de servir al Señor y aumentar su testimonio de Él.

  • Ayudar a cada misionero de servicio a prepararse para una vida de servicio.

  • Ofrecer al Señor un servicio necesario y valioso por medio del servicio en las organizaciones de la Iglesia y la comunidad.

A medida que sirva fielmente al Salvador en Su nombre y en Su propia manera, tanto durante la misión como después de ella, desarrollará rasgos de carácter semejantes a los de Cristo. Estos rasgos, o atributos, lo ayudarán a cumplir sus objetivos misionales.

Tiene la oportunidad de desarrollar nuevas habilidades espirituales, sociales, físicas e intelectuales que lo bendecirán e influirán en todos los aspectos de su vida.

1.5

Normas para toda la vida

Dios lo invita a dedicarse a Él toda su vida. Las normas misionales, tales como el estudio personal, el fijar metas y el uso correcto de la tecnología lo bendecirán durante su misión y durante toda la vida.

Permita que los mandamientos que se encuentran en las Escrituras y estas normas misionales se conviertan en principios rectores para toda la vida. Conforme usted guarde los mandamientos y las normas de Dios, Él lo dirigirá, bendecirá y guiará a lo largo de su vida.