Llamamientos misionales
Adaptarse a la vida misional


Preparación misional

Adaptarse a la vida misional

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Elder missionaries

Le felicitamos porque se le ha hallado digno y preparado para recibir el llamado para prestar servicio al Señor. Nunca antes ha sido tan emocionante salir a la misión. La Primera Presidencia dijo: “No hay obra más importante que [la de ser misionero], ni hay ninguna otra que brinde mayor satisfacción… Todo misionero tiene una importante función en la tarea de ‘llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre’ (Moisés 1:39)” (Predicad Mi Evangelio, 2004, pág. V). Ahora tiene la oportunidad de dedicar los siguientes 18–24 meses prestando servicio de tiempo completo al Señor.

La obra misional requiere que usted deje un estilo de vida familiar y adquiera habilidades que le ayuden a tener éxito en un mundo nuevo y desconocido. Esa transición puede ser emocionante y al mismo tiempo angustiante. Es normal experimentar ambas emociones.

Dicha transición podría compararse al cambio por el que quizá pase una persona a la que usted bautice durante la misión. Tanto el miembro nuevo como el misionero nuevo comprenden que deben dejar atrás la seguridad de su modo de vida anterior, pero no saben exactamente qué esperar ni cómo comportarse en la nueva vida que escogieron como discípulos de Cristo. Cuando las personas se hallan en un ambiente nuevo, quizá ya no puedan tener los hábitos y comportamientos que les permitían adaptarse bien.

Un misionero lo explicó de este modo: “Mi investigadora había sentido el Espíritu y deseaba seguir al Salvador, pero al mismo tiempo estaba nerviosa porque no sabía si podría hacerlo si no la aceptaban los demás. Se sentía un poco fuera de lugar y no sabía exactamente qué esperar. Entonces ¡me di cuenta de que entendía cómo se sentía! Cuando pasé a ser misionero me había sentido de modo similar: Estaba entusiasmado y nervioso, y al principio me sentía muy poco capaz. El Espíritu me hizo recordar esa experiencia y me ayudó a comprender los sentimientos que ella estaba experimentando y a entender cómo ayudarla”.

Al igual que un nuevo miembro que deja viejas creencias, amigos y hábitos, es normal que los misioneros nuevos experimenten algo de estrés o incomodidad al dejar familia, amigos y algunas de las cosas que solían hacer. Dejar los entornos familiares y adentrarse en la vida misional —donde la comida, los horarios, la vestimenta y quizá hasta el idioma son diferentes— puede ser difícil durante algún tiempo. La adaptación a ese nuevo estilo de vida es parecida a la experiencia de un miembro nuevo a quien en primera instancia podría resultarle difícil pagar el diezmo, vivir la Palabra de Sabiduría o santificar el día de reposo, aun cuando él o ella tenga un deseo sincero de hacer esas cosas.

Evite que este proceso le tome por sorpresa. Tenga paciencia al recibir las bendiciones de dedicar su vida más plenamente al Salvador. Recuerde que el Espíritu le acompañará durante la transición y le ayudará a adaptarse a sus nuevas responsabilidades misionales.

Adaptarse a las experiencias nuevas

Tal como muchas personas que se encuentran en una situación nueva, los misioneros a menudo pasan por cuatro fases o etapas durante su adaptación emocional cuando empiezan en el CCM y nuevamente cuando entran en el campo misional:

1. Expectativas

  • Quizá le entusiasme el desafío (véase 1 Nefi 3:7).

  • Quizá entienda mejor cuál es su objetivo y aumente su compromiso con el Padre Celestial (véase 3 Nefi 5:13).

2. Descubrimiento de lo inesperado

  • Quizá empiece a extrañar su casa, su familia y sus amigos, e incluso se cuestione la decisión de prestar servicio (véase Alma 26:27).

  • Podría notar manifestaciones físicas de estrés, como alteración del sueño, cambios en el apetito o irritabilidad.

  • Podría sorprenderse al notar que critica las reglas y expectativas y que éstas le ponen impaciente.

En el caso de muchos misioneros, estos sentimientos son normales. Si se enfrenta a alguno de estos problemas o a todos ellos, sepa que es una situación temporal por la cual pasan muchos misioneros. Cobre ánimo y recuerde que esos sentimientos pasarán y podrá adaptarse.

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Two sister missionaries stuying the scriptures

3. “Puedo hacerlo”

  • Sus aptitudes para enseñar y su habilidad con el idioma empiezan a mejorar.

  • Aprende a cumplir de buena gana con las reglas y expectativas de la misión.

  • Tiene paciencia consigo mismo al aprender “mandato tras mandato” (véase Isaías 28:10; Mosíah 4:27).

  • Los síntomas físicos de estrés, en caso de que haya tenido alguno, comienzan a disminuir.

4. Autosuficiencia emocional

  • Se siente a gusto con la rutina diaria.

  • Reconoce sus puntos fuertes y su progreso.

  • Logra comprender qué significa enfrentar la vida paso a paso (véase D. y C. 98:12).

  • Tiene más confianza en usted y un deseo mayor de prestar servicio.

Cosas que puede hacer ahora

  • Busque maneras de prestar servicio a otras personas. La obra misional es un llamado para prestar servicio. Acuda a Dios para encontrar oportunidades de servir a las personas que le rodean en los momentos en que sienta ansiedad o preocupación. Céntrese en ver más allá de sus propios sentimientos de malestar para así ministrar a las personas que necesitan una palabra amable, un acto caritativo o amistad. (Véase Predicad Mi Evangelio, págs. 181–183.)

  • Enfóquese en fortalecer su relación con el Padre Celestial. Busque Su Espíritu por medio de la oración personal, el estudio de las Escrituras, la música edificante, la lectura de su bendición patriarcal y otras maneras que le resulten eficaces. Pregúntese qué es lo que Él más desea que usted aprenda mediante la experiencia misional, y medite en cómo Él le ayudará a adquirir dicho aprendizaje.

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    Portrait of a happy, smiling, black missionary in his suit and tie and missionary name tag.
  • Pídale a un ex misionero o misionera que le cuente sus recuerdos de la adaptación inicial y que le haga sugerencias en cuanto a cómo hacer que la transición sea más fácil.

  • Estudie el artículo “Preparing Emotionally for Missionary Service”, por Robert K. Wagstaff (en Ensign, marzo de 2011, págs. 22–26; disponible en línea en LDS.org).

  • Cultive una actitud de agradecimiento Céntrese durante algunos minutos todos los días en qué es correcto, bueno y positivo con respecto a usted y al llamamiento que ha recibido. Ofrezca una oración cada día en la que agradezca por cosas específicas por las que sienta agradecimiento respecto de su llamamiento misional.

  • Sea paciente con usted mismo. Hable consigo mismo usando las mismas palabras amables y de consuelo que usaría al hablar con otra persona. Todos se frustran o cometen errores ocasionalmente. Sepa que el Señor entiende. Imagínelo sentado cerca de usted, escuchando y ofreciéndole apoyo. Recuerde que los pensamientos de impotencia, desesperanza o dura condena no provienen del Señor.

  • Sepa que ocurrirán cosas que no esperaba. Sus experiencias misionales no serán las mismas que las de otras personas. No todo saldrá exactamente como lo haya planeado o como se haya imaginado. Es de esperar que las cosas sean diferentes a lo que usted imagina. El examinar sus expectativas le ayudará a abrirse y aceptar el cambio.

Hable con sus padres o líderes

El hablar con otras personas acerca de la adaptación que tendrá lugar podría ser de ayuda. Tómese el tiempo para hablar acerca de los siguientes temas con sus padres, líderes del sacerdocio o amigos ex misioneros:

  • ¿Por qué es importante tener una actitud positiva cuando uno se está adaptando a situaciones nuevas?

  • ¿Qué podemos aprender de ejemplos de las Escrituras en los que Dios haya requerido que las personas hicieran cosas que superaban sus capacidades? (véase Éxodo 4:10–12; Jeremías 1:6–9; Alma 17:10–12; 26:27; Éter 12:23–27; Moisés 6:31–32).

  • ¿Por qué es importante acostarse y despertarse a tiempo, tener una buena nutrición, hacer ejercicio regularmente y hacer oraciones personales? (véase Predicad Mi Evangelio, pág. VII).

  • ¿Por qué el tener un sentido del humor sano y el ser capaz de reírse de sí mismo cuando uno comete errores ayuda a que la adaptación sea más fácil?

  • ¿Qué cosas se pueden hacer a fin de recordar que los sentimientos de malestar que se experimentan al comienzo no durarán para siempre?

  • ¿Qué pueden hacer los padres y los amigos para ayudar con la adaptación inicial?

  • ¿En qué forma podría ayudar el escribir en el diario personal cuando uno pasa por experiencias difíciles?

  • ¿Cuál es la mejor manera de reaccionar ante ideas problemáticas o sentimientos que no desaparecen?

Resumen

Es completamente normal que los misioneros tengan un periodo de adaptación; por lo general, es inevitable y no es una señal de que les falte fe o de que no tengan un testimonio. Para la mayoría de los misioneros nuevos, lleva tiempo adquirir las habilidades necesarias para lograr el éxito. Recuerde el consejo que se le dio al profeta José Smith en una época muy difícil de su vida: “Entiende, hijo mío, que todas estas cosas te servirán de experiencia, y serán para tu bien” (D. y C. 122:7).

Mientras se prepara para salir a la misión, prepárese para aceptar de buen ánimo el cambio. La vida misional seguramente será diferente de cualquier otra cosa que haya experimentado, pero, a pesar de eso, si va con una actitud positiva, ejerce la fe en el Señor y sabe de antemano que tendrá que ser paciente consigo mismo y con otras personas, el Señor le recompensará y bendecirá. Él promete: “Iré delante de vuestra faz. Estaré a vuestra diestra y a vuestra siniestra, y mi Espíritu estará en vuestro corazón, y mis ángeles alrededor de vosotros, para sosteneros” (D. y C. 84:88).