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Lección15: Jesucristo instituyó la Santa Cena


Lección 15

Jesucristo instituyó la Santa Cena

Introducción

“El Cristo Viviente: El Testimonio de los Apóstoles” declara: “[Jesucristo instituyó] la Santa Cena como recordatorio de Su gran sacrificio expiatorio” ( Liahona, abril de 2000, pág. 2). Cuando participamos de la Santa Cena, recordamos que el Salvador sangró de cada poro y murió por nosotros; además renovamos nuestros convenios con el Señor.

Lectura preparatoria

Sugerencias para la enseñanza

Mateo 26:26–28; Lucas 22:15

Jesucristo estableció un nuevo convenio

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La Última Cena

Muestre la imagen adjunta u otra que represente la Última Cena, e invite a un alumno a explicar qué acontecimiento se ve ilustrado en ella:

Pregunte a los alumnos:

  • ¿Cómo se sentirían si el Salvador mismo preparara, bendijera y les diera la Santa Cena?

Invite a un alumno a leer Lucas 22:15 en voz alta. Aliente a la clase a que, a lo largo de la lección, piense en la razón por la que el Salvador quiso pasar la Pascua con Sus apóstoles.

Invite a un alumno a leer en voz alta Mateo 26:26–28 mientras el resto de la clase sigue la lectura en silencio. A fin de definir la palabra testamento, explique que fue traducida de una palabra griega que significa “convenio” (tal vez quiera sugerir que los alumnos escriban esa definición en el margen de sus Escrituras). Analicen la siguiente pregunta:

  • Si Jesús estaba instituyendo un nuevo testamento, o convenio, ¿qué convenio reemplazaría?

La siguiente información ofrece un mayor trasfondo o contexto que facilitará el análisis: En la antigüedad, cuando Jehová hizo convenio con los hijos de Israel, Moisés les enseñó las palabras de Jehová y el pueblo hizo convenio de obedecerlas. Entonces Moisés ofreció un sacrificio animal, tomó la sangre y la roció sobre el pueblo y dijo: “…He aquí la sangre del convenio que Jehová ha hecho con vosotros…”. (Véase Éxodo 24:3–8). Jesús aludió a las palabras de Moisés cuando enseñó que estaba a punto de establecer un nuevo convenio con los hijos de Dios por medio del derramamiento de Su sangre (al igual que el rociamiento de sangre animal simbolizó que los hijos de Israel hicieron el antiguo convenio con Jehová). Cuando Jesús presentó la copa de vino a Sus apóstoles, señaló el cumplimiento del antiguo convenio y el establecimiento del nuevo (véase Hebreos 9:12–15). La Ley de Moisés (el antiguo convenio) era, en muchos aspectos, una gran profecía del Mesías. Jesucristo era el cumplimiento de esa profecía (véanse 2 Nefi 11:4; Jacob 4:5; Alma 34:13–14), particularmente en el sentido de que Él cumplió el propósito principal de esa ley por medio de Su sacrificio expiatorio.

  • ¿En qué centra nuestra atención el ofrecimiento de sangre tanto en el antiguo como en el nuevo convenio? (En la expiación de Jesucristo y en el derramamiento de Su sangre para la remisión de nuestros pecados).

Muestre la siguiente declaración del élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, y pida a un alumno que la lea en voz alta:

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Élder Dallin H. Oaks

“La Santa Cena es la ordenanza que reemplaza los sacrificios de sangre y los holocaustos de la ley mosaica, y con ella se recibió la promesa del Salvador: ‘…Y al que venga a mí con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, lo bautizaré con fuego y con el Espíritu Santo…’ (3 Nefi 9:20)” (“La reunión sacramental y la Santa Cena”, Liahona, noviembre de 2008, pág. 19).

  • ¿En qué forma resumirían las verdades que hasta ahora hemos analizado con respecto a la Última Cena? (Conforme los alumnos respondan, resalte que Jesucristo cumplió el antiguo convenio y estableció el nuevo convenio por medio de la Santa Cena).

Lucas 22:14–20; 3 Nefi 18:7, 11

La Santa Cena nos ayuda a recordar al Salvador

Agrupe a los alumnos de dos en dos e invítelos a leer Lucas 22:19–20 y 3 Nefi 18:7, 11. Pídales que determinen otra de las razones (además de establecer un nuevo convenio) por la que el Salvador instituyó la Santa Cena. Analicen las siguientes preguntas:

  • ¿Qué razón dio el Señor para instituir la Santa Cena? (Los alumnos deberían reconocer la siguiente verdad: Al tomar la Santa Cena, debemos recordar al Salvador).

  • ¿Por qué es importante que nos esforcemos por recordar al Salvador al tomar la Santa Cena?

  • Si no recordamos al Salvador y lo que Él ha hecho por nosotros, ¿qué significado tiene la Santa Cena?

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volante, discurso élder Holland

Considere entregar a cada alumno una copia del volante adjunto, el cual contiene partes de un discurso del élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles. Pida a los alumnos que lean el volante en silencio. Después de darles suficiente tiempo, analicen las siguientes preguntas:

  • ¿Qué le aconsejarían a alguien que tiene dificultad para concentrarse en el Salvador y Su sacrificio durante la administración de la Santa Cena? (A medida que los alumnos respondan, puede señalar que al buscar oportunidades para pensar en la vida y en el ministerio del Salvador durante la semana, será más fácil enfocarnos en Él durante la administración de la Santa Cena el domingo).

  • ¿Qué bendiciones han sentido a medida que han tratado de recordar al Salvador y Su expiación al tomar la Santa Cena?

1 Corintios 11:27–30; 3 Nefi 18:28–29; 20:8–9

Renovamos nuestros convenios al participar dignamente de la Santa Cena

Invite a los alumnos a leer y comparar en silencio 1 Corintios 11:27–30 y 3 Nefi 18:28–29; 20:8–9. Pídales que encuentren una advertencia que se da con respecto a la Santa Cena. Luego pregunte:

  • ¿Por qué no es aconsejable tomar la Santa Cena indignamente?

Quizá le sean de utilidad las siguientes palabras del élder John H. Groberg, de los Setenta, quien explicó lo que significa participar dignamente de la Santa Cena:

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Élder John H. Groberg

“Si deseamos mejorar (es decir, arrepentirnos), y si las autoridades del sacerdocio no nos han impuesto alguna restricción, entonces, en mi opinión, somos dignos. Pero si no tenemos deseos de mejorar, si no tenemos intención de seguir la guía del Espíritu, debemos preguntarnos si somos dignos de participar o si nos estamos burlando de la mismísima finalidad de la Santa Cena, la cual es la de servir de catalizador del arrepentimiento y el progreso personales” (véase “La belleza e importancia de la Santa Cena”, Liahona, julio de 1989, pág. 47).

  • ¿Cuáles son las bendiciones para quienes toman la Santa Cena dignamente? (Véase 3 Nefi 20:8–9). (Asegúrese de que los alumnos comprendan que si tomamos la Santa Cena con espíritu de oración y arrepentimiento, podemos recibir la remisión de nuestros pecados, tal como sucedió cuando fuimos bautizados).

Muestre la siguiente declaración del élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, y pida a un alumno que la lea en voz alta:

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Élder Dallin H. Oaks

“Si no contáramos con alguna provisión para volver a limpiarnos después del bautismo, todos estaríamos perdidos con respecto a lo espiritual. “No podríamos contar con la compañía del Espíritu Santo, y, en el momento del juicio final, estaríamos sujetos a ser ‘desechados para siempre’ (1 Nefi 10:21). Cuán agradecidos estamos de que el Señor haya proporcionado un proceso para que todo miembro bautizado en Su Iglesia pueda limpiarse en forma periódica de la suciedad del pecado. La Santa Cena forma parte esencial de ese proceso” (“El Sacerdocio Aarónico y la Santa Cena”, Liahona, enero de 1999, pág. 44).

  • Según el élder Oaks, ¿por qué es la Santa Cena una ordenanza del Evangelio tan vital?

Comparta la siguiente declaración adicional del élder Oaks:

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Élder Dallin H. Oaks

“Se nos ha mandado arrepentirnos de nuestros pecados y venir al Señor con el corazón quebrantado y el espíritu contrito y participar de la Santa Cena en cumplimiento de sus convenios. Al renovar nuestro convenio bautismal de esta forma, el Señor renueva el efecto limpiador de nuestro bautismo. De esta manera, quedamos limpios y podemos siempre tener Su Espíritu con nosotros. La importancia de esto es evidente en el mandamiento que da el Señor de que participemos de la Santa Cena todas las semanas (véase D. y C. 59:8–9)” (“El Sacerdocio Aarónico y la Santa Cena”, Liahona, enero de 1999, pág. 44).

Puede explicar que cuando participamos dignamente de la Santa Cena, “renovamos todos los convenios que hemos concertado con el Señor” (Delbert L. Stapley, en Conference Report, octubre de 1965, pág. 14; cursiva agregada; véase también L. Tom Perry, “Al tomar la Santa Cena”, Liahona, mayo de 2006, pág. 41).

Invite a los alumnos a repasar Lucas 22:15. Luego pregunte:

  • Si alguien les preguntara por qué Jesús tenía tantos deseos de pasar la Pascua con Sus apóstoles, ¿qué responderían? ¿De qué testificarían?

Testifique que al recordar a Jesucristo y Su sacrificio expiatorio, y al participar dignamente de la Santa Cena, renovamos nuestros convenios con Dios. Anime a los alumnos a meditar en cuanto a la manera en que ellos personalmente puedan ofrecer “un corazón quebrantado y un espíritu contrito” al tomar la Santa Cena. Desafíelos a hacer que la ordenanza de la Santa Cena sea para ellos una experiencia espiritual habitual.

Material de lectura para el alumno

Extracto de “Haced esto en memoria de mí’”, de Jeffrey R. Holland

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Élder Jeffrey R. Holland

“Si recordar es lo más importante que debemos hacer, ¿en qué debemos pensar cuando se nos ofrecen esos sencillos y preciosos emblemas?

“Podríamos recordar la vida preterrenal del Salvador y todo lo que sabemos que hizo como el gran Jehová, el Creador de los cielos y de la tierra y de todas las cosas que hay en ella; podríamos recordar que aun en el gran concilio de los cielos Él nos amaba y fue maravillosamente fuerte, que aun allí triunfamos mediante el poder de Cristo y nuestra fe en la sangre del Cordero (véase Apocalipsis 12:10–11).

“Podríamos recordar la sencilla grandeza de Su nacimiento terrenal…

“Podríamos recordar los milagros y las enseñanzas de Cristo, Sus sanaciones y Su ayuda; podríamos recordar que devolvió la vista al ciego, el oído al sordo y el movimiento al lisiado, al mutilado y al atrofiado. Entonces, en esos días en que sintamos que nuestro progreso se ha detenido o que nuestra alegría y la visión del futuro se han empañado, podremos seguir adelante con firmeza en Cristo…

“Podríamos recordar que aun a pesar de la misión solemne que se le había encomendado, el Salvador encontraba deleite en la vida, disfrutaba de la gente y les dijo a Sus discípulos que tuvieran ánimo. Él dijo que debíamos sentirnos tan llenos de regocijo con el Evangelio como alguien que hubiese encontrado un gran tesoro, una verdadera perla de gran precio a las puertas de su casa…

“Podríamos recordar que Cristo llamó amigos a Sus discípulos…

“Podríamos, y deberíamos, recordar las cosas maravillosas que hemos recibido en nuestra vida y que ‘todas las cosas que son buenas vienen de Cristo’ (Moroni 7:24) …

“Habrá ocasiones en que tendremos razón para recordar el trato cruel que se le dio, el rechazo que sufrió y la injusticia —la terrible injusticia— que padeció. Cuando nosotros enfrentemos algo semejante en la vida, podremos recordar que Cristo también estuvo atribulado en todo, mas no angustiado; en apuros, mas no desesperado; perseguido, mas no desamparado; abatido, pero no destruido (véase 2 Corintios 4:8–9).

“Cuando nos lleguen esas épocas difíciles, podemos recordar que Jesús tuvo que descender debajo de todo antes de ascender por encima de ello, y que sufrió dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases para estar lleno de misericordia y saber cómo socorrer a Su pueblo en sus enfermedades” (véanse D. y C. 88:6; Alma 7:11–12).

“Él está allí para sostener y fortalecer a los que vacilen o tropiecen. Al final, está allí para salvarnos, y por todo ello Él dio Su vida…

“…En todo eso podríamos pensar cuando un joven presbítero arrodillado nos invita a recordar a Cristo siempre” (véase Liahona, enero de 1996, págs. 78, 79).