Preparación para entrar en el templo
Debemos ser dignos de entrar en el templo


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Debemos ser dignos de entrar en el templo

“El deseo más grande de mi corazón es que todos los miembros de la Iglesia sean dignos de entrar en el templo. Desearía que todo miembro adulto fuera digno de obtener una recomendación para entrar en el templo” (Presidente Howard W. Hunter).

Objetivo

Ayudar a los miembros de la clase a comprender que deben ser dignos de entrar en el templo.

Preparación

  1. Con bastante anticipación, invite al obispo o presidente de rama a que informe a la clase sobre el procedimiento que se sigue para obtener una recomendación para el templo. En la sección que aparece en las páginas 11–13, “El proceso para obtener una recomendación para el templo es una bendición”, hay sugerencias para esta presentación. Si por alguna razón el obispo o presidente de rama no pudiera asistir, invite a uno de los consejeros a hacer la presentación.

  2. Escriba la siguiente cita en la pizarra o en un cartel: “…les pido a todos los miembros de la Iglesia que presten más atención que nunca a la vida y al ejemplo de nuestro Señor Jesucristo” (“Preciosas y grandísimas promesas”, Howard W. Hunter, Liahona, enero de 1995, pág. 8).

Presentación de la lección

Pida a alguien que ofrezca la primera oración.

Pregunte a los miembros de la clase si tienen alguna pregunta. Tome el tiempo que sea necesario para contestar las preguntas lo mejor que pueda y según le guíe el Espíritu del Señor. Tenga presente que hay ciertos aspectos de la obra del templo de los que no se debe hablar fuera del mismo.

Explique que quienes entren en el templo deben demostrar su fe en nuestro Padre Celestial y en Jesucristo si viven el Evangelio y guardan los mandamientos. Deben ser moralmente limpios, pagar un diezmo íntegro, obedecer la Palabra de Sabiduría, guardar el Día de Reposo y esmerarse por vivir rectamente en todo sentido. También, el obispo o el presidente de rama y el presidente de estaca o de misión deben entrevistarlos y ser hallados dignos de recibir la recomendación del templo. En esta lección se analizarán algunos de los principios y mandamientos del Evangelio que los miembros de la clase deben estar observando a fin de asistir al templo dignamente.

Pureza moral

Explique que el Señor y Sus profetas han enseñado repetidas veces la gran importancia de ser moralmente puros. El presidente Gordon B. Hinckley enseñó lo siguiente: “Creemos en la castidad antes del matrimonio y en la fidelidad total al cónyuge de uno después del matrimonio. Eso lo resume todo. Ése es el camino que conduce a la felicidad en el vivir. Ése es el camino que conduce a la satisfacción; trae consigo paz al corazón y paz al hogar” (“…pues no se ha hecho esto en algún rincón”, Gordon B. Hinckley, Liahona, enero de 1997, pág. 54).

Lean juntos los pasajes de las Escrituras que se indican a continuación:

• ¿Por qué el Señor hace tanto hincapié en la pureza moral?

• ¿Cuáles son algunas de las consecuencias de la inmoralidad que hoy notamos a nuestro alrededor? ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que recibimos al llevar una vida moralmente pura?

Indique a los alumnos que observen la cita que usted anotó en la pizarra o en un cartel (véase la sección “Preparación” en esta lección).

• ¿Cómo puede este consejo ayudarnos a nosotros y a nuestros hijos a resistir las tentaciones del mundo y a vivir vidas moralmente limpias?

Diezmos

Pida a los miembros de la clase que lean Doctrina y Convenios 119:4.

Señale que la Primera Presidencia ha explicado de la siguiente manera en qué consiste un diezmo propiamente dicho: “La declaración más simple que conocemos es la que el Señor mismo hizo, a saber, que los miembros de la Iglesia deben pagar ‘la décima parte de todo su interés anual’, lo que significa que deben dar el diez por ciento de sus ingresos (Carta de la Primera Presidencia, 19 de marzo de 1970). El fondo de los diezmos se usa para edificar capillas y templos, para sostener la obra misional y para edificar el Reino de Dios en la tierra.

Comparta la siguiente declaración del presidente James E. Faust: “El diezmo es un principio fundamental para la felicidad y el bienestar personal de los miembros de la Iglesia de todo el mundo, tanto ricos como pobres. El diezmo es un principio de sacrificio y la llave para abrir las ventanas de los cielos… Los miembros de la Iglesia que no pagan el diezmo no pierden su condición de miembro; sencillamente pierden bendiciones” (“Abrir las ventanas de los cielos”, James E. Faust, Liahona, enero de 1998, págs. 67, 68).

Analice con los miembros de la clase los siguientes pasajes de las Escrituras:

  • Levítico 27:30 (El diezmo es del Señor; es sagrado ante el Señor.)

  • Malaquías 3:8–11 (Cuando no pagamos nuestros diezmos estamos robando al Señor; Dios bendecirá abundantemente a aquellos que paguen los diezmos.)

• ¿Cuáles son las bendiciones que han recibido por haber pagado el diezmo?

• ¿Por qué robamos al Señor cuando no pagamos los diezmos? (Véase D. y C. 104:14.)

Explique que todos los años los miembros se reúnen con el obispo o presidente de rama para tener el ajuste de diezmos y declararle si han pagado o no un diezmo íntegro. Esta reunión es una oportunidad que tienen los miembros de evaluar el cumplimiento de este importante mandamiento.

La palabra de sabiduría

Explique que antes de que podamos entrar en el templo, el Señor espera que nos libremos de las prácticas que nos hagan impuros y que afecten nuestra salud física y espiritual.

Lea los siguientes pasajes de las Escrituras, ya sea enteros o en parte:

• Hoy en día, ¿qué cosas del mundo tratan de influir en nosotros para que quebrantemos la Palabra de Sabiduría?

• ¿Qué podemos hacer para que nosotros y nuestros hijos guardemos las leyes de salud del Señor?

Pida a los integrantes de la clase que lean Doctrina y Convenios 29:34.

• ¿De qué manera puede la Palabra de Sabiduría bendecirnos tanto espiritual como físicamente?

• ¿Cuáles son algunos de los “grandes tesoros de conocimiento”(D. y C. 89:19) que podemos recibir si guardamos estos mandamientos?

Comparta la siguiente declaración del presidente Boyd K. Packer:

“…Lo que ustedes aprendan espiritualmente dependerá, en gran parte, de cómo traten su cuerpo. Por eso es que la Palabra de Sabiduría es tan importante.

“Las substancias que producen adicción y que se prohíben en esa revelación –el té, el café, el licor y el tabaco– son un obstáculo para los delicados sentimientos de comunicación espiritual, lo mismo que cualquier otra droga semejante.

“No sean indiferentes a la Palabra de Sabiduría, ya que eso podría costarles los ‘grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos’(D. y C. 89:19) que se prometen a aquellos que la obedezcan. Y la buena salud es una bendición extra que se recibe” (“Revelación personal: el don, la prueba y la promesa”, Boyd K. Packer, Liahona, enero de 1995, pág. 70).

El día de reposo

Lean juntos Éxodo 20:8–11.

Explique que el Señor siempre ha mandado a Su pueblo a santificar el Día de Reposo y ha prometido grandes bendiciones a quienes así lo hagan.

Pida a los miembros de la clase que lean Doctrina y Convenios 59:9–13.

• ¿Cuáles son las razones principales que da el Señor para que santifiquemos el Día de Reposo?

• ¿De qué forma puede servirnos Doctrina y Convenios 59:9–13 como guía para santificar el Día de Reposo?

• ¿Cuáles son algunas de las promesas que se prometen a quienes santifican de forma adecuada el Día de Reposo?

Como parte del diálogo en la clase, comparta el siguiente principio que enseñó el élder James E. Faust:

“¿Por qué nos ha pedido Dios que guardemos el día de reposo? Yo creo que las razones se pueden dividir en tres. La primera tiene que ver con la necesidad física de descansar y renovarse… “La segunda razón es, en mi opinión, de mayor significado. Tiene que ver con la necesidad de regenerar y fortalecer nuestro bienestar espiritual…

“La tercera razón puede ser la más importante de todas y tiene que ver con la obediencia a los mandamientos como una expresión de nuestro amor por Dios. Benditos aquellos que no necesitan otra razón sino su amor por el Salvador para guardar Sus mandamientos” (“El día del Señor”, James E. Faust, Liahona, enero de 1992, pág. 39).

• ¿Qué bendiciones se han manifestado en sus vidas como resultado de santificar el Día de Reposo?

Pida a los miembros de la clase que se comprometan a vivir más plenamente los mandamientos de los que hoy han hablado: la pureza moral, el pago de diezmos, la Palabra de Sabiduría y la observancia del Día de Reposo. De esta manera, estarán mejor preparados para asistir al templo y recibir más abundantemente las bendiciones del Señor.

El proceso para obtener una recomendación para el templo es una bendición

Explique que antes de que los miembros puedan entrar en el templo, deben ser hallados dignos de recibir una recomendación. Como lo indica la siguiente declaración, los pasos para obtenerla pueden bendecir la vida de cada persona:

“…El obispo tiene la responsabilidad de hacer preguntas con respecto a nuestra dignidad personal. La entrevista que realiza con este fin es de gran importancia para ustedes como miembros de la Iglesia, dado que es una ocasión en la que pueden examinar, junto con un siervo ordenado del Señor, el curso de su vida. Si hubiera en ella cualquier asunto impropio, el obispo podrá ayudarles a resolverlo. Por medio de este procedimiento, vale decir, el de aconsejarse con un juez común en Israel, podrán declarar su dignidad —o se les puede ayudar a establecerla— para entrar en el templo con la aprobación del Señor” (Cómo prepararse para entrar en el santo templo, pág. 3).

“Pido a los miembros de la Iglesia que reconozcan el templo del Señor como el símbolo más grande de su participación como miembros de la Iglesia y el lugar supremo donde realizan sus convenios sagrados” (Presidente HowardW. Hunter).

Explique que el obispo o presidente de rama y el presidente de estaca o de misión entrevistan a todos los que deseen obtener la recomendación por primera vez y a los que están haciendo planes para casarse en el templo. Los consejeros del obispado y de la presidencia de estaca pueden entrevistar a quienes desean renovar sus recomendaciones para el templo.

En este momento, permita que el obispo o presidente de rama o uno de sus consejeros hagan la presentación sobre la recomendación para el templo. No se deben leer las preguntas de la entrevista al grupo, pero se pueden dar ideas acerca de lo que los miembros de la clase pueden esperar cuando los entrevisten. Los enunciados siguientes se pueden usar como guía:

Los miembros que deseen una recomendación para el templo deben tener un testimonio del Padre Celestial, del Señor Jesucristo y del Espíritu Santo. Deben sostener al Profeta del Señor, a las Autoridades Generales y a sus líderes locales. No deben simpatizar ni estar afiliados con grupos o individuos que hayan apostatado de la Iglesia o cuyas prácticas o enseñanzas sean contrarias al Evangelio.

Los que deseen una recomendación deben asistir fielmente a las reuniones sacramentales, del sacerdocio y otras reuniones de la Iglesia y deben cumplir concienzudamente con los llamamientos que se les hayan asignado a través de la autoridad del sacerdocio. Asimismo, deben esforzarse por cumplir todos los mandamientos del Señor, inclusive pagar un diezmo íntegro, ser honestos en palabra y hechos, abstenerse del uso de tabaco, alcohol, té, café, y otras substancias perjudiciales adictivas.

Deben llevar vidas puras y virtuosas, y obedecer la ley de castidad del Señor, la que prohíbe las relaciones sexuales con cualquier otra persona que no sea el cónyuge con quien se encuentre legalmente casado. La relación con otros miembros de la familia debe estar de acuerdo con los principios del Evangelio, tanto en el aspecto espiritual como en el aspecto físico. Además, no deben estar involucrados en ningún tipo de abuso espiritual, físico, mental o emocional.

Tienen que estar dispuestos a confesar sus pecados y olvidarlos. Los pecados serios, tales como las transgresiones morales, el maltrato o abuso a miembros de la familia, la afiliación a grupos apóstatas o prácticas de este tipo, y violaciones serias a las leyes del país, se deben confesar al obispo o presidente de rama mucho antes de pedir una entrevista para obtener una recomendación para el templo. Si hubiera algo en particular que les esté perturbando la conciencia, la cual es la luz de Cristo, y no saben si deben o no hablar con el obispo o presidente de rama, lo más probable es que deban conversarlo con él.

Los que se hayan divorciado pueden necesitar una autorización del obispo o presidente de rama y otra del presidente de estaca o de misión para poder obtener una recomendación para el templo. Estas personas deben sujetarse siempre a los compromisos realizados en el acta de divorcio, e inclusive tener al día los pagos de manutención que se hayan comprometido hacer.

Los miembros que quieran obtener una recomendación para el templo deben ser entrevistados por un miembro de la presidencia de estaca o por el presidente de misión una vez que un integrante del obispado o el presidente de rama los haya entrevistado. Hay quienes tal vez se pregunten por qué. Cuando deseamos una recomendación para el templo, estamos buscando en realidad el permiso del Señor para entrar en el templo. Por eso tenemos el privilegio de testificar de nuestra dignidad ante dos testigos que son los siervos autorizados del Señor. Para nosotros es una gran bendición el saber que antes de entrar en el templo podemos declarar nuestra dignidad ante los siervos del Señor.

Conclusión

Para recalcar la importancia de ser digno de asistir al templo y de tener siempre una recomendación vigente, analice las palabras del presidente Howard W. Hunter:

“Pido a los miembros de la Iglesia que reconozcan al templo del Señor como el símbolo más grande de su participación como miembros de la Iglesia y el lugar supremo donde realizan sus convenios más sagrados. El deseo más grande de mi corazón es que todo miembro de la Iglesia fuera digno de entrar en el templo. Desearía que todo miembro adulto fuera digno de entrar en el templo y que tuviera una recomendación vigente, aunque por el momento no pueda ir porque vive lejos de un templo o le sea imposible asistir muy seguido” (“El rastro del águila”, James E. Faust, Liahona, septiembre de 1994, pág.4).

Exprese su testimonio sobre las bendiciones que ha recibido por haber vivido digno de entrar en el templo.

Invite a alguien a ofrecer la última oración.