Liahona
Lectura lenta: Ver al Salvador en las Escrituras
Enero de 2024


“Lectura lenta: Ver al Salvador en las Escrituras”, Liahona, enero de 2024.

Lectura lenta: Ver al Salvador en las Escrituras

Seguir este modelo tomado del arte puede ayudarnos a ver a Jesucristo en el Libro de Mormón.

Imagen
Escultura de María sosteniendo el cuerpo de Jesús después de la Crucifixión

La Piedad, por Miguel Ángel

Miguel Ángel tardó más de un año en esculpir La Piedad, que es una impresionante escultura de María sosteniendo el cuerpo de Jesús después de la Crucifixión. Leonardo da Vinci pasó más tiempo, cerca de tres años, pintando su famosa representación de La Última Cena.

Si tuviera que adivinar, ¿cuánto tiempo diría usted que un visitante de un museo de arte pasa mirando en promedio cada obra de arte?

La respuesta es diecisiete segundos, según un estudio1.

Imagine esto: diecisiete segundos mirando una obra de arte cuya creación pudo haberle tomado años al artista.

Es entendible, hay cientos de pinturas y esculturas en cada museo, y somos personas ocupadas. Por ello, nos apresuramos y asimilamos todo lo que podemos. De manera irónica, motivados por el temor a perdernos de algo, terminamos pasando por alto el propósito mismo del arte: las emociones y los pensamientos que los artistas querían que experimentáramos. Pasamos los ojos por cada una de las obras del museo, pero no vemos verdaderamente ninguna de ellas. Después salimos del museo exhaustos y sin inspiración. Incluso podríamos preguntarnos qué es lo que la gente ve en el arte, tal vez convencidos de que es para quienes son muy cultos y no para todos.

Mirada lenta

Con el fin de tratar este problema, los museos de arte de todo el mundo están animando a los visitantes a practicar algo que llaman “mirada lenta”2. Se invita a las personas a escoger una obra de arte del museo, a ponerse cómodas y a examinarla con detenimiento durante unos cinco a diez minutos: que la vean desde diferentes ángulos; que se acerquen para advertir los detalles; que den un paso atrás e internalicen el todo. A veces, incluso se les dice a los visitantes que no lean el letrero interpretativo del museo que analiza la obra de arte, al menos, no hasta que hayan tenido la oportunidad de formar sus propias opiniones y de hacer sus propios descubrimientos.

La mirada lenta ha transformado la experiencia de muchas personas en los museos de arte. Algunas que nunca se habían considerado amantes del arte se han vuelto apasionadas de él. Han adquirido la confianza de que pueden descubrir significado en cualquier obra de arte y han hallado gozo en lo que descubren. Han aprendido que no necesitan un título universitario en Historia del Arte para que el arte las conmueva; solo tienen que aminorar la marcha y dar al arte la oportunidad de hacer lo que fue destinado a hacer.

¿Podrían ponerse en práctica los mismos principios a la lectura de las Escrituras, por ejemplo, a nuestro estudio de Ven, sígueme del Libro de Mormón este año?

Sabemos que el Libro de Mormón, como otro testamento de Jesucristo, se escribió con la intención de fortalecer nuestra fe en el Salvador (véase 1 Nefi 6:4). Sabemos que fue escrito por profetas inspirados de Dios, de manera específica para nuestros días (véase, por ejemplo, Mormón 8:35). Sabemos que los profetas de antaño que escribieron el Libro de Mormón lo hicieron a costa de gran sacrificio personal. Solo el proceso de grabar palabras en planchas de metal era exigente y laborioso (véase Jacob 4:1). Y algunos de ellos arriesgaron la vida a fin de preservar el registro con el objeto de que estuviera disponible para nosotros en la actualidad (véanse Mormón 6:6; Moroni 1).

Sin embargo, a veces, en nuestro ajetreo, nos apresuramos en la lectura del Libro de Mormón. Tal vez echemos un vistazo a algunos versículos durante el desayuno o en el camino al trabajo. Podríamos ojear cada una de las palabras de un capítulo, pero no asimilamos mucho de ellas. No todas las veces, pero en ocasiones, cerramos el libro o la aplicación sin sentir nada distinto a lo que sentíamos cuando comenzamos.

Lectura lenta

Si una obra de arte merece ser apreciada con una mirada lenta, tal vez el Libro de Mormón merezca nuestra “lectura lenta”. Eso no significa necesariamente que nuestro estudio de las Escrituras deba tomar más tiempo, sino que podríamos beneficiarnos de un cambio de ritmo. En lugar de apresurarnos a terminar un capítulo, tal vez el estudio de hoy pueda centrarse solamente en tres o cuatro versículos, pero en verdad sumergiéndonos en ellos. Advertir los detalles, las palabras y las frases. Meditar sobre por qué cada uno de ellos podría ser importante: ¿Me enseña algo acerca del Salvador? ¿Aumenta mi amor por Él y mi fe en Él? ¿Hay algo que Él desea que yo sepa?

La lectura lenta nos permite percibir cosas en el Libro de Mormón que de otro modo no percibiríamos. Lo más importante es que puede ayudarnos a ver al Salvador con mayor frecuencia en este libro que fue escrito con el fin de testificar de Él. La lectura lenta nos brinda una manera de abrir los ojos, la mente y el corazón al poderoso testimonio del Libro de Mormón sobre Jesucristo. Si dedicamos tiempo a realmente verla, una obra de arte inspiradora puede cambiarnos la vida. De forma aún más profunda, ver al Salvador en las Escrituras podría tener una gran influencia en nuestros pensamientos y sentimientos y, en consecuencia, en nuestra vida.

Por ejemplo, supongamos que usted está leyendo el primer capítulo de 1 Nefi. El sexto versículo le llama la atención, así que aminora la velocidad y se queda allí durante un tiempo. Tal vez le intrigue el “pilar de fuego” que Lehi vio “sobre una roca”. Es algo que el fuego no hace de manera habitual. ¿Qué podría significar eso? Sus pensamientos podrían llevarle a otros pilares de fuego que se mencionan en las Escrituras (las notas al pie de página podrían ayudar en este caso). Podría meditar en cuanto a por qué la presencia del Señor se compara tan a menudo con el fuego. ¿Qué dice eso en cuanto a Él? ¿Ha sido Él alguna vez como un pilar de fuego en su vida?

Todo esto da mucho en qué pensar y aún no ha terminado el versículo.

Con certeza, resulta de provecho leer el Libro de Mormón con rapidez, ya que podría ayudarnos a conocer la trama general y a captar los temas amplios y recurrentes. Sin embargo, hay mucho que aprender acerca de Jesucristo en los detalles del Libro de Mormón, y a veces la mejor manera de ver esos detalles consiste en aminorar la velocidad y mirar con detenimiento.

En cuanto a las palabras que escribió en el Libro de Mormón, Nefi dijo: “Estas palabras […] son las palabras de Cristo, y él me las ha dado; y […] Cristo os manifestará con poder y gran gloria que son sus palabras” (2 Nefi 33:10–11). No hace falta que usted sea un lector diestro para encontrar las palabras del Salvador en el Libro de Mormón. Solo tiene que aminorar la marcha y dar al Libro de Mormón la oportunidad de hacer lo que fue destinado a hacer: fortalecer su fe en Jesucristo.

Notas

  1. Véase Trent Morse, “Slow Down, You Look Too Fast”, ARTnews, 1 de abril de 2011, artnews.com.

  2. Véase “Slow Art Day”, slowartday.com/about.