2020
Una nueva normalidad
Noviembre de 2020


Una nueva normalidad

Los invito a volver cada vez más el corazón, la mente y el alma hacia nuestro Padre Celestial y Su Hijo, Jesucristo.

Mis queridos hermanos y hermanas, ¡estos dos días de conferencia general han sido gloriosos! Estoy de acuerdo con el élder Jeffrey R. Holland cuando mencionó que los mensajes, las oraciones y la música han sido todos inspirados por el Señor. Agradezco a todos los que han participado de alguna manera.

Durante las reuniones, me los he imaginado a ustedes escuchando la conferencia y le he pedido al Señor que me ayude a comprender lo que están sintiendo, lo que les preocupa o lo que están tratando de resolver. Me he preguntado qué podría decir al concluir esta conferencia que les hiciera salir con el optimismo sobre el futuro que sé que el Señor desea que sientan.

Vivimos en una época gloriosa, prevista por los profetas durante siglos. Esta es la dispensación en la que no se retendrá ninguna bendición espiritual a los justos1. A pesar de la conmoción del mundo2, el Señor quiere que miremos hacia el futuro con “gozosa anticipación”3. No perdamos el tiempo en los recuerdos del ayer. El recogimiento de Israel sigue adelante. El Señor Jesucristo dirige los asuntos de Su Iglesia y esta logrará sus objetivos divinos.

El desafío para ustedes y para mí es asegurarnos de que cada uno de nosotros alcance su potencial divino. Hoy en día, a menudo escuchamos sobre “una nueva normalidad”. Si realmente desean adoptar una nueva normalidad, los invito a volver cada vez más el corazón, la mente y el alma hacia nuestro Padre Celestial y Su Hijo, Jesucristo. Permitan que esa sea su nueva normalidad.

Acojan su nueva normalidad arrepintiéndose todos los días. Procuren ser cada vez más puros en pensamiento, palabra y hechos; ministren a los demás; mantengan una perspectiva eterna; magnifiquen sus llamamientos. Y sean cuales fueren sus desafíos, mis queridos hermanos y hermanas, vivan cada día de tal manera que ustedes estén más preparados para comparecer ante su Hacedor4.

Es por eso que tenemos templos. Las ordenanzas y los convenios del Señor nos preparan para la vida eterna, la más grande de todas las bendiciones de Dios5. Como saben, la pandemia del COVID requirió el cierre temporal de los templos. Luego comenzamos una reapertura cuidadosamente coordinada y gradual. Con la fase 2 ya establecida en muchos templos, miles de parejas se han sellado y miles han recibido sus propias investiduras solo en los últimos meses. Esperamos con anhelo el día en que todos los miembros dignos de la Iglesia puedan volver a servir a sus antepasados y adorar en un santo templo.

Hoy me complace anunciar los planes de construcción de seis templos nuevos, que se edificarán en los siguientes lugares: Tarawa, Kiribati; Port Vila, Vanuatu; Lindon, Utah; Gran Ciudad de Guatemala, Guatemala; São Paulo Este, Brasil; y Santa Cruz, Bolivia.

A medida que construimos y mantenemos esos templos, oramos para que cada uno de ustedes se edifique y se mantenga a sí mismo para ser digno de entrar en el santo templo.

Y ahora, mis queridos hermanos y hermanas, los bendigo para que sean llenos de la paz del Señor Jesucristo, la cual sobrepasa todo entendimiento terrenal6. Los bendigo con un mayor deseo y capacidad de obedecer las leyes de Dios. Les prometo que si lo hacen, se derramarán bendiciones sobre ustedes, entre ellas más valor, mayor revelación personal, una armonía más dulce en sus hogares, y gozo incluso en medio de la incertidumbre.

Ruego que avancemos juntos para cumplir con nuestro mandato divino de prepararnos a nosotros mismos y al mundo para la segunda venida del Señor. Tal es mi oración, junto con la expresión de mi amor por cada uno de ustedes, en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.