En memoria
El presidente Thomas S. Monson: profeta y amigo
“No teman. Sean de buen ánimo. El futuro es tan brillante como su fe”1.
El paciente del servicio de urgencias parecía estar listo para que le dieran el alta, pero un médico de Salt Lake City y su equipo tenían dudas al respecto. Aunque el tratamiento y la recuperación de aquel hombre parecían haber finalizado, su aspecto desaseado y sus condiciones inestables de vida resultaban preocupantes. “¿Tiene algún familiar o amigo que pueda ayudarle a seguir su tratamiento?”, preguntó el médico. “La verdad es que no”, respondió el paciente, hasta que recordó algo: “De hecho, sí tengo un amigo que cuida de mí en ocasiones. Se llama Tom Monson”2.
El presidente Thomas Spencer Monson fue “un amigo especial de los desamparados” y de “los desfavorecidos”, como lo expresó un viejo amigo3. Durante toda su vida, incluyendo casi tres décadas de intensas responsabilidades como miembro de la Primera Presidencia, hizo de las visitas personales a amigos de mayor edad y a desconocidos una enorme prioridad y, cuando así se lo indicaba el Espíritu, incluso llegó a reducir la duración de reuniones importantes para ofrecer bendiciones del sacerdocio a niños enfermos. Cuando asistía a eventos deportivos profesionales, en lugar de invitar a importantes colaboradores o funcionarios públicos para que le acompañaran, llevaba a sus amigos de la infancia de un humilde vecindario. Asistió a cada reunión de la escuela secundaria West High School con su placa de identificación “Tom Monson”. Aquel mismo Thomas Monson, según uno de sus hijos, “no hacía ningún tipo de discriminación con respecto al nivel social, la imagen pública ni otros logros distintivos de ninguna persona; el humilde amigo de hacía 50 años recibía la misma atención (o más) que un gobernador, un senador o algún importante hombre de negocios”4.
La gente de alto y bajo nivel social, junto con millones de amigos y seguidores, tanto de la Iglesia como fuera de ella, han perdido un fiel amigo con el fallecimiento del decimosexto Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Al afirmar “siempre he necesitado la ayuda del Señor y siempre la he pedido”5, el presidente Monson deja el legado de una administración marcada por tender una mano a todo el mundo mediante la ayuda humanitaria, las páginas web de la Iglesia que produjeron mayor transparencia y ayudaron a los miembros a entender problemas complejos, las campañas de relaciones públicas orientadas a ayudar al mundo a entender a la Iglesia, y un cúmulo de innovaciones con el fin de apresurar la obra del Señor. Entre esas innovaciones se encontraban la reducción de la edad en la que los jóvenes pueden servir en misiones de tiempo completo, una ampliación de las formas en las que los misioneros pueden llegar a los demás (incluso el uso de la tecnología) y foros en línea para reunir a los miembros y a los líderes de la Iglesia de todo el mundo en conversaciones virtuales cara a cara. Durante su administración, se redactó un nuevo manual de instrucciones de la Iglesia que recalcaba el discipulado cristiano. Se simplificó la obra de historia familiar, facilitando la búsqueda y el envío de nombres al templo para realizar bautismos vicarios y otras ordenanzas de salvación.
A pesar de sus muchos logros importantes, pocas personas refutarían que el legado más importante del presidente Monson es su poderoso ejemplo personal. Uno de sus pasajes preferidos de las Escrituras, que se encuentra en Hechos 10:38, describe a Jesús de Nazaret como alguien que “anduvo haciendo bienes”. Siempre se podía encontrar al presidente Monson haciendo el bien de las maneras que el Salvador nos exhortó a hacerlo: alimentando al hambriento, recogiendo al forastero, cubriendo al desnudo, visitando al enfermo, y acudiendo a las cárceles de soledad y desesperación en las que, con frecuencia, se encuentran confinados los desolados (véase Mateo 25:34–40). Su carácter humanitario, su énfasis en las personas por encima de los programas, y su dedicación a seguir el Espíritu condujeron a un periodista que informó sobre el presidente Monson durante décadas a escribir: “He conocido a pocas personas que se esfuercen tanto por elevar y consolar, confortar y animar a los demás”6. Toda una vida inmersa en la familia, las dificultades, las oportunidades y, por supuesto el servicio, contribuyeron a crear el ejemplar legado cristiano del ministerio personal de Thomas S. Monson.
Un hogar generoso
En la esquina de las calles 500 South y 200 West, no lejos de las vías de ferrocarril que atraviesan Salt Lake City, George Spencer y Gladys Condie Monson criaron a su familia durante la Gran Depresión, rodeados por los familiares de Gladys, que eran descendientes de pioneros escoceses. Los abuelos de George se habían unido a la Iglesia en Suecia e Inglaterra antes de emigrar a los Estados Unidos y asentarse en Salt Lake City. El 21 de agosto de 1927 nació el segundo hijo de George y Gladys, su primer varón, Thomas Spencer Monson, llamado así por su abuelo materno, Thomas Sharp Condie, y por su padre.
Rodeados por su familia, los Monson también extendieron su amor a muchas otras personas. Las visitas de transeúntes hambrientos que pasaban por la ciudad no eran raras en el vecindario y Gladys Monson los recibía y los alimentaba “como si cada uno de ellos hubiera sido invitado”, recordó posteriormente el presidente Monson7. Ella también enviaba comida los domingos al “anciano Bob”, que vivía más abajo en la misma calle y que normalmente le ofrecía a Tom una moneda de diez centavos por llevarle la comida. Tom, pensativo, le contestaba: “No puedo aceptar el dinero; mi madre me castigaría”8. Los domingos, el padre de Tom a veces subía al tío Elías, su hermano, discapacitado debido a la artritis, a su Oldsmobile del año 1928, en compañía de Tom, y lo paseaba por la ciudad.
“Durante esa época de mi vida me impresionaron mucho las acciones de mi madre y de mi padre”, comentó el presidente Monson. “No me di cuenta de que rara vez asistían a las reuniones de la Iglesia”9. También recordaba un ambiente de tolerancia y buena voluntad: “Nunca oí a mi padre decir nada negativo a otra persona. De hecho, no permanecía en una habitación si alguien hablaba de forma irrespetuosa o negativa a otra persona”10.
No es sorprendente que esas actitudes y acciones empezaran a influir en Tom. Una Navidad, aunque rebosaba de alegría por haber recibido un tren eléctrico, rogó a su madre que le diera un vagón más de un tren menos costoso, que formaba parte de un regalo para el hijo de una viuda que vivía calle abajo, y lo consiguió. Más tarde, cuando Tom y su madre entregaron el regalo y Tom vio la enorme alegría del niño por el tren menos costoso, empezó a sentirse culpable. Regresó corriendo a casa para recoger no solo el vagón que había tomado del otro tren, sino también uno de su propio tren11. Posteriormente, Tom ofreció sus mascotas, dos conejos, para que sirvieran de cena navideña a la familia de un amigo que jamás había probado el pavo ni el pollo12. Y cuando una mujer se disgustó porque Tom y sus amigos tiraban pelotas de béisbol en su jardín durante los juegos en el vecindario (a menudo ella les confiscaba las pelotas de béisbol y se las quedaba), Tom decidió apaciguar la situación. Sin dirigirle la palabra, él a menudo regaba el jardín de ella durante el verano y quitaba las hojas secas de su jardín en el otoño. Entonces un día ella lo invitó a tomar leche y comer galletas, y le entregó una caja llena de pelotas de béisbol13.
Pese a ello, el presidente Monson reconocía con frecuencia que las buenas obras de su niñez coexistían con un carácter travieso que a veces resultaba en alguna reprimenda. En una ocasión, él y un primo recogieron los perros sueltos de sus vecinos y los encerraron en un cobertizo para carbón de un patio, y seis de ellos saltaron sobre el padre de Tom cuando abrió la puerta14. Una tarde, la presidenta de la Primaria habló a solas con Tom y le dijo que le entristecía el comportamiento alborotador de muchos de los niños durante los ejercicios de apertura de la Primaria. Tom se ofreció a ayudarla. “Los problemas de disciplina de la Primaria desaparecieron en ese momento”, recordaba15. Pero las tentaciones continuaron. En una ocasión convenció a un amigo para no acudir a una clase de la Primaria esa tarde. Se escaparían justo después que Tom sacara un centavo de su bolsillo y lo introdujera en la caja de donativos para el Hospital Primary Children. Luego utilizarían una moneda de diez centavos que tenía en el bolsillo para ir a Hatch Dairy a comprar paletas heladas de chocolate. Pero el plan se frustró cuando los niños descubrieron que Tom, sin darse cuenta, había donado la moneda de diez centavos en lugar de la moneda de un centavo. Así que ambos regresaron, y Tom, abatido, donó también la moneda de un centavo. Más adelante dijo: “Durante mucho tiempo sentí que quizás yo hubiese sido quien había hecho el donativo más grande para el Hospital Primary Children”16.
Las frecuentes visitas a una cabaña de la familia situada en el cañón de Provo dieron comienzo a una afición de por vida por cazar patos, acampar, pescar y nadar en el río. En una ocasión, Tom incluso rescató a una niña que quedó atrapada en unos peligrosos remolinos17. También relató una experiencia en la que él y un amigo, imprudentemente, encendieron unas hierbas cerca de la cabaña de la familia. Como siempre, se valió del relato como contexto para compartir un importante principio del Evangelio18.
Las visitas que realizaba varias veces a la semana a la biblioteca pública Chapman, calle abajo de su casa de Salt Lake City, dieron comienzo a su amor por los libros y los escritores, lo que posteriormente le permitiría citar extensos fragmentos de sus poetas preferidos, tales como Wordsworth, Longfellow, Bryant, Tennyson y Shakespeare19.
Una afición en particular, la cría de palomas, la cual cultivó durante su juventud y continuó a lo largo de toda su vida adulta, enseñó al joven Tom una lección sobre las mayordomías cuando un asesor de un cuórum del Sacerdocio Aarónico le dio una paloma que regresaba constantemente a la casa de aquel, brindándole así la oportunidad de entrevistar semanalmente al muchacho20. Sin embargo, fue a una estimada maestra de la Escuela Dominical, Lucy Gertsch, a quien Tom atribuyó los cimientos de su testimonio de Jesucristo. Su amor hacia una clase de niños alborotadores transformó la conducta rebelde de estos conforme oían las lecciones llenas del Espíritu que la hermana Gertsch impartía sobre la Biblia21.
Avanzando hacia la madurez
Las dificultades económicas de la Gran Depresión obligaron a Tom, de doce años de edad, a empezar a trabajar para su padre, que dirigía una imprenta22. No obstante, la sombra de la Segunda Guerra Mundial se cernía aun más que la Gran Depresión mientras Tom cursaba la escuela secundaria. “Todos los muchachos sabían que si [la guerra] continuaba, tendrían que alistarse”, declaró el presidente Monson sobre su adolescencia23. Era un alumno excelente que amaba la historia cuando se matriculó en la Universidad de Utah a los 17 años de edad24. Se planteó seriamente llegar a ser profesor de historia, pero en lugar de ello cursó la carrera de administración de empresas, mientras disfrutaba las clases de Instituto que dictaban el Dr. Lowell Bennion y el Dr. T. Edgar Lyon25.
En la universidad conoció al amor de su vida. Después de que le presentaran a Frances Johnson en un baile de bienvenida, Tom fue a visitarla. Más adelante comentó lo siguiente: “No estaba preparado para la solemnidad y la tranquilidad que prevalecían [en su hogar]”, al comparar la casa de él, más bulliciosa, con la de los Johnson26. El padre de Frances advirtió el apellido Monson y, con lágrimas en los ojos, abrazó a Tom después de que ambos se dieron cuenta de que el tío abuelo de Tom, Elias, había llevado el Evangelio a la familia Johnson en Suecia27. Tanto a Tom como a Frances les encantaban las grandes bandas musicales y asistían con frecuencia a bailes con directores de bandas como Tommy Dorsey y Glenn Miller28.
En 1945, Tom se unió a la reserva naval de los Estados Unidos. Durante las primeras tres semanas de entrenamiento básico, según declaró bromeando años más tarde: “Estaba convencido de que mi vida corría peligro. La Marina no trataba de entrenarme, trataba de matarme”. Pero las épocas difíciles estuvieron acompañadas de experiencias espirituales. Después de que un suboficial alineara a todos un domingo e indicara a los católicos, los judíos y los protestantes dónde se encontraban sus lugares de reunión, se acercó a Tom y le preguntó: “¿Y ustedes, muchachos, qué se consideran?”.
El presidente Monson recordaría más adelante: “Hasta ese momento no había visto si había alguien más detrás de mí o a mi lado en el campo de entrenamiento. Casi al unísono, cada uno de nosotros respondió: ‘¡Mormones!’”29.
Una noche, justo antes de Navidad, un amigo Santo de los Últimos Días de Tom, Leland Merrill, que se encontraba en la litera adyacente en el cuartel, empezó a gemir de dolor. Desesperado, susurró: “Monson, ¿tú eres un élder, verdad?”, y le pidió una bendición del sacerdocio, algo que Tom nunca había hecho. Orando en silencio para recibir ayuda, Tom recibió esta respuesta: “Mira en el fondo de tu bolsa de marinero”. Allí, a las dos de la mañana, encontró un manual misional que contenía instrucciones sobre cómo bendecir a los enfermos. “Ante la mirada curiosa de unos sesenta marineros, efectué la bendición”, declaró posteriormente. “Antes que pudiera recoger mis pertenencias, Leland Merrill dormía como un bebé”30. Durante su servicio militar, Tom también aprendió de otras personas y admiró a un joven católico que se arrodillaba cada noche para orar mientras “nosotros, los muchachos mormones, orábamos recostados en nuestras literas”31.
Tom prestó servicio durante un año y regresó a casa para graduarse con honores en la Universidad de Utah. Luego empezó a trabajar como ejecutivo publicitario para Deseret News, periódico propiedad de la Iglesia. Unos meses después de graduarse, se casó con Frances Johnson en el Templo de Salt Lake, el 7 de octubre de 1948. “Aprendí enseguida a ser independiente”, declaró la hermana Monson sobre sus primeros años juntos32. Casi de inmediato, el Señor pidió a los jóvenes hermano y hermana Monson que comenzaran su incansable participación en la edificación del reino de Dios.
Un ministerio personal
En mayo de 1950, se llamó al obispo de Tom y Frances, John R. Burt, a servir en la presidencia de estaca. Cuando se le preguntó quién debería prestar servicio como obispo en su lugar, el obispo Burt guardó silencio durante varios minutos: “Intentaba encontrar alguna manera de explicar [al presidente de estaca] por qué creía que un muchacho de 22 años debía reemplazarme como obispo”33. Así comenzó el ministerio del joven Thomas S. Monson en el Barrio Temple View Sixth-Seventh, con 85 viudas y la mayor demanda de servicios de bienestar de la Iglesia en ese momento. Su servicio como obispo en ese barrio en concreto reforzó e intensificó el instinto caritativo de Tom, que ya era muy fuerte. Visitaba a cada una de las viudas en la temporada navideña y les llevaba dulces, libros o pollos asados como presentes34. Él creció tan estrechamente con “sus viudas”, que hacía visitas anuales a muchas de ellas bastante después de haber sido relevado como obispo, e incluso llegó a discursar en todos los 85 funerales durante su servicio como Autoridad General35. “Mi falta de capacidad me llenó de humildad”, rememoró sobre los cinco años en que prestó servicio como obispo; no obstante, agradeció: “A temprana edad de la vida, adquirí un espíritu de compasión hacia las personas que podrían estar pasando necesidades, independientemente de sus edades o circunstancias”36. Ministró a todas las personas que vivían dentro de los límites del barrio, incluso a personas de otras religiones, y salió a buscar a los miembros menos activos, aunque ello significara ir a una gasolinera un domingo por la mañana para instar a volver a las reuniones del cuórum a un joven que trabajaba en una fosa de engrase37.
Este llamamiento en concreto también le enseñó una difícil lección. Mientras asistía a una reunión de líderes de estaca, el obispo Monson sintió la fuerte impresión de que debía marcharse de inmediato para visitar a un miembro anciano del barrio que estaba siendo tratado en el hospital de veteranos. Lamentablemente, el presidente de estaca estaba hablando, así que el joven obispo esperó con impaciencia a que terminara de hablar para dirigirse apresuradamente al hospital. Cuando corría hacia la habitación de aquel hombre, una enfermera lo detuvo y le preguntó: “¿Es usted el obispo Monson?”, tras lo cual, le dijo: “El paciente lo llamaba a usted antes de morir”38. El obispo Monson se marchó a casa esa noche prometiendo que nunca más volvería a ignorar una impresión del Espíritu Santo, un compromiso que cumplió una y otra vez durante el resto de su servicio en la Iglesia.
A los 27 años de edad pasó a prestar servicio como consejero de una presidencia de estaca y en 1959, a los 31 años, como presidente de misión en Canadá. Los misioneros que tuvo a su cargo lo recuerdan como un líder con tanta armonía con el Espíritu que, con frecuencia, obedecía la inspiración de visitar el apartamento de un misionero cuando este se hallaba a punto de hacer algo malo39. Se concentró en los misioneros aprendiendo los nombres de todos, aconsejándoles sobre sus problemas e inquietudes y, básicamente, haciendo todo lo posible por evitar los regresos antes de tiempo y los consejos disciplinarios. En esa época, la familia Monson había crecido y contaba con dos niños: Thomas Lee y Ann Frances. Un tercer hijo, Clark Spencer, nació en Canadá. La familia disfrutó de más tiempo juntos en esa asignación misional de lo que tenían acostumbrado, y Tom adquirió una lealtad hacia Canadá que aún era evidente en 2010 cuando, como Presidente de la Iglesia, dedicó el Templo de Vancouver, Canadá, con una bandera canadiense en la solapa, ocasión en que cambió el himno de apertura a “O Canada” [Himno Nacional de Canadá]40.
Cuando regresaron a Salt Lake City, Tom llegó a ser gerente general de Deseret Press, mientras Frances se ocupaba de criar a los niños, servir en llamamientos de barrio y apoyar a su esposo en su servicio en los diversos comités generales del sacerdocio de la Iglesia.
De hecho, la exhaustiva participación de Tom en los comités de la Iglesia, como el de Correlación, el Misional o el de Genealogía le llevaron a creer que una invitación a la oficina del presidente David O. McKay tenía algo que ver con su asignación en ese momento. Pero no fue así. El presidente McKay le extendió el llamamiento para servir como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, en sustitución del élder N. Eldon Tanner, quien había sido llamado como consejero de la Primera Presidencia. Tom se sintió tan abrumado y sorprendido que no podía hablar. Finalmente, le aseguró al presidente McKay que “cualquier talento con el que pudiera habérseme bendecido se empleará al servicio del Maestro, aunque tuviera que dar mi vida, de ser necesario”41.
El presidente Monson se comprometió a no divulgar su sagrado llamamiento, excepto a su esposa, y le fue imposible conciliar el sueño en toda la noche anterior a la Conferencia General del 4 de octubre de 1963. Cuando llegó a la conferencia, se sentó con los miembros del Comité de Orientación Familiar del Sacerdocio, en el que prestaba servicio. Hugh Smith, un amigo que estaba sentado a su lado, le habló sobre una extraña coincidencia: las últimas dos veces en que se había llamado a una Autoridad General, dicho hombre se había sentado junto a él42. Cuando se pronunció el nombre de Thomas Monson, “Hugh Smith me miró y dijo simplemente: ‘Ha caído un rayo por tercera vez’. Creo que el camino desde el asiento hasta el estrado fue el más largo de mi vida”43.
Su servicio como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles
Thomas S. Monson, con 36 años, se convirtió en el hombre más joven llamado al Cuórum de los Doce Apóstoles desde 1910, cuando Joseph Fielding Smith se unió al Cuórum a los 33 años. Su servicio con los Doce abarcó 22 años, desde 1963 hasta su llamamiento a la Primera Presidencia bajo la dirección del presidente Ezra Taft Benson, en 1985, e incluyó su servicio en cada uno de los principales comités de la Iglesia, con frecuencia como presidente44. Durante esa época, los miembros de la Iglesia pasaron de ser un grupo homogéneo ubicado en el oeste de los Estados Unidos a convertirse en una comunidad global y mundial muy diversa45. Fue llamado a servir como apóstol por el presidente David O. McKay, pero continuó sirviendo bajo la dirección del presidente Joseph Fielding Smith entre 1970 y 1972, y posteriormente con Harold B. Lee entre 1972 y 1973. Durante la administración del presidente Spencer W. Kimball, entre 1973 y 1985, el presidente Monson dirigió un comité de publicaciones de las Escrituras que, en 1979, produjo una edición de 2400 páginas de la versión del rey Santiago de la Biblia que incluía una guía temática, un diccionario de la Biblia y un innovador sistema de notas a pie de página. El presidente Monson participó también con el presidente Kimball en la destacada revelación de que todos los miembros varones dignos recibirían el sacerdocio46.
No obstante, para los miembros confinados tras la Cortina de Acero durante la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, el mayor logro del presidente Monson como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles fue su supervisión de los santos de Europa del Este. “Las tangibles bendiciones que proporcionó a nuestro país y a Europa”, comentó el miembro alemán de la Primera Presidencia, Dieter F. Uchtdorf, “son tan reales, importantes y singulares en su valor que creo verdaderamente que el Señor lo había preparado para que fuese un instrumento que cambiaría la historia de Alemania”47. El gobierno comunista de la República Democrática Alemana reprimió enormemente la observancia religiosa, pero los miembros de la Iglesia permanecieron fieles a pesar de la discriminación, la pérdida de trabajos y de oportunidades educativas, y la frecuente vigilancia cuando se reunían. El presidente Monson les visitó con frecuencia y, en una ocasión, se estudió el manual completo de la Iglesia con la intención de volver a escribir a máquina todo el libro después de cruzar a Alemania Oriental, porque no se permitía la entrada de materiales de la Iglesia en el país. Se dirigió a la oficina de una rama y comenzó la tarea. Cuando había escrito varias páginas, miró a su alrededor y descubrió una copia del manual en un estante que tenía detrás48. Trabajó incansablemente con los funcionarios de Alemania Oriental para que permitieran al menos a varios santos acudir a la conferencia general y visitar el templo fuera del país, pero los santos de Alemania Oriental seguían anhelando poder disfrutar de oportunidades parecidas a las de otros miembros de todo el mundo.
En 1978, el presidente Kimball prometió al presidente Monson que “el Señor no negará las bendiciones del templo a los miembros dignos [de Alemania Oriental]” y añadió, con una sonrisa: “Usted busque la manera”49. Mientras el presidente Monson y el líder de la Iglesia en Alemania Oriental, Henry Burkhardt, seguían pidiendo al gobierno permiso para que seis parejas, a la vez, visitaran el Templo de Suiza, recibieron una sugerencia asombrosa de los líderes gubernamentales: “¿Por qué no construyen un templo aquí?”. En octubre de 1982, la Primera Presidencia anunció la construcción de un templo en Freiberg, en la República Democrática Alemana, el primer templo que se construiría en un país comunista. El anuncio fue algo casi tan inconcebible como el milagroso acuerdo que el presidente Monson, el por entonces élder Russell M. Nelson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, y los líderes de la Iglesia de Alemania Oriental formalizaron posteriormente con funcionarios gubernamentales y con el jefe de estado, Erich Honecker, de permitir a los misioneros entrar y salir del país antes de la caída del Muro de Berlín50. El presidente Monson escribió: “Soy un testigo viviente de cómo la mano del Señor se ha manifestado para velar por los miembros de la Iglesia en países que antes tenían gobiernos comunistas”51.
Aun así, entre acontecimientos que cambiaron el mundo y la multitud de deberes administrativos, el ministerio del presidente Monson continuó centrándose en las impresiones del Espíritu Santo y en tender la mano a la persona en particular. Tras dar una bendición a un amigo en un hospital de veteranos, el presidente Monson sintió que había “hecho más bien en esa visita que en una semana de reuniones en las Oficinas Generales de la Iglesia”52. Abundan los relatos sobre cómo el presidente Monson dejaba a un lado sus deberes como Autoridad General para dirigirse a habitaciones de hospital, residencias de ancianos y camas ubicadas en viviendas privadas para visitar a los enfermos y a las personas solitarias que le esperaban. En una ocasión en la que las reuniones de estaca programadas en Shreveport, Luisiana, no permitían al presidente Monson visitar a una niña enferma terminal que le había pedido una bendición, estuvo preparado cuando durante la sesión para líderes del sábado por la tarde, según declaró: “Oí una voz que le hablaba a mi espíritu. “El mensaje era breve y las palabras conocidas: ‘… Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios’ (Marcos 10:14)”53. Realizó el viaje de unos 130 km [80 millas] hasta la casa de Christal Methvin a la mañana siguiente y la bendijo durante una reunión familiar colmada del Espíritu; Christal falleció cuatro días más tarde.
Cuando se reunía con los empobrecidos miembros de Alemania Oriental, el presidente Monson les regalaba sus trajes, zapatos, calculadora e incluso su juego de Escrituras marcado54. Y jamás olvidó a sus exvecinos miembros del Barrio Sixth-Seventh; velaba por amigos ancianos y con pocos ingresos como Ed Erickson, a quien el presidente Monson invitó a sus reuniones familiares, organizó fiestas de cumpleaños. En un discurso de 2009 enseñó: “… tengan el valor para abstenerse de juzgar y criticar a las personas que [los] rodean, así como el valor para asegurarse de que a [todos] se les incluya y se les haga sentir [amados] y [valorados]”55.
La sinceridad y amabilidad del presidente Monson forjaron puentes de entendimiento y buena voluntad entre la Iglesia y diversas religiones, organizaciones cívicas y líderes de la comunidad. Él había crecido en un vecindario con diversidad, se sentía cerca de familiares de diferentes religiones y profesaba con sinceridad: “Creo que hay personas buenas en todas partes”56. Se hallaba presto para asociarse con los demás, “muchos de los cuales no son necesariamente miembros de la Iglesia”, comentó, “pero son personas que están comprometidas con la comunidad y poseen conciencia cívica”57. Algunos líderes de la comunidad, tal como un exeditor del periódico Salt Lake Tribune, católico de religión, manifestaban su aprecio: “Si te ha conocido, Tom Monson es tu amigo… La Iglesia ha brindado una unificación especial a la comunidad mediante la amistad al llevar a Tom Monson a la Primera Presidencia”58. Alguien que trabajaba en defensa de la comunidad de Salt Lake opinó cierta vez: “No sé si la gente sabe cuánto participa la Iglesia SUD en el ámbito de las organizaciones sin fines de lucro. El presidente Monson tiene muy presente cuáles son las necesidades”59. Otro líder religioso escribió al presidente Monson: “Usted siempre abre el corazón para satisfacer las necesidades y solicitudes del Ejército de Salvación. Ciertamente, usted y sus colaboradores nos han colmado de calidez y de un espíritu generoso”60. En 1993, asistió y tomó la palabra en actividades organizadas en relación con los servicios de dedicación de la restaurada Catedral de la Magdalena de Salt Lake City, y también discursó en funerales católicos de amigos cercanos61.
Aficiones como la cría de palomas permitían al presidente Monson descansar de la presión de sus obligaciones e inspiraron a sus bisnietos a llamarle “Abuelo pajarito”. Su pasión por la cría de palomas se concretó en una insignia de mérito por la cría de palomas que Boy Scouts of America concedió durante un tiempo. Su servicio en el Consejo Asesor Nacional de los Boy Scouts comenzó en 1969 y continuó a lo largo de los años. Recibió los galardones Castor de Plata y Búfalo de Plata, así como el máximo galardón del escultismo internacional, el Lobo de Bronce, en 1993. Sin embargo, un antiguo jefe ejecutivo de los Scouts, Roy Williams, bromeaba que el presidente Monson no lograba aceptar la decisión de los Scouts de dejar de otorgar la insignia al mérito por la cría de palomas62.
Las aficiones del presidente Monson eran muy variadas. Mientras era miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, obtuvo una maestría en administración de empresas y, durante sus viajes, le gustaba visitar los cementerios militares, lugares sagrados que, afirmó, evocaban “… sueños destrozados, esperanzas que nunca se cumplieron, corazones llenos de pesar y vidas prematuramente truncadas por la afilada guadaña de la guerra”63. Le encantaba estudiar sobre la Segunda Guerra Mundial y, en un tono menos serio, deleitarse con las retransmisiones televisivas de Perry Mason por la noche, aunque a veces se quedaba dormido y se perdía el final64. También le gustaban mucho los musicales. “Yo soy lo que mi esposa, Frances, llama un ‘fanático de los espectáculos’”, relató una vez ante la audiencia de una conferencia general65. También disfrutaba mucho de los partidos de fútbol americano de Año Nuevo: “Puedo empezar con una posición neutral al mirar dos equipos de fútbol, pero en unos minutos selecciono el equipo que creo que debería ganar”66. Podía hablar sobre pollos durante un vuelo completo con la persona sentada a su lado y, durante un desayuno de oración de los Boy Scouts of America que tuvo lugar en la Casa Blanca en 1989, descubrió una afición en común por los perros de raza Springer Spaniel inglés con el Presidente de Estados Unidos, George Bush67.
Su mayor interés, por supuesto, era su familia, que aumentó hasta llegar a ocho nietos y doce bisnietos [hasta el momento de su fallecimiento]. Aunque el tiempo que pasaba en casa era limitado, sus hijos recuerdan jugar, pescar, cazar patos, limpiar las hierbas del jardín, ir al cine, nadar y andar en trineo con su padre68. Su hijo Tom recuerda dos cosas en particular: cuando de niño jugaba a las damas con su padre, y cuando este voló a Louisville, Kentucky, para darle una bendición porque había contraído neumonía durante el entrenamiento básico en el ejército69. Su hija Ann disfrutaba lo que su padre compartía con la familia los domingos por la tarde cuando regresaba de sus asignaciones de la Iglesia. Y Clark valora especialmente el día que su padre se desvió en automóvil unos 65 km (40 millas) de su camino para poder observar juntos el nido de un halcón cerca de Randolph, Utah70. El presidente Monson disfrutaba mucho cortar el césped y participar en torneos familiares de ping–pong en el sótano de la casa71.
Miembro de la Primera Presidencia
Thomas S. Monson sirvió durante 22 años en la Primera Presidencia. Comenzó en 1985 como Segundo Consejero del presidente Ezra Taft Benson y luego continuó en ese puesto con el presidente Howard W. Hunter en 1994. Pasó trece de esos años, de 1995 a 2008, junto al presidente Gordon B. Hinckley, quien llamó al presidente Monson como su Primer Consejero72. Durante el tiempo de servicio del presidente Monson en la Primera Presidencia hizo uso de su variada experiencia en la administración de la Iglesia y supuso para él una gran carga de trabajo que le hacía difícil salir de la oficina. El presidente Hinckley se convirtió en el presidente que más viajó en la historia de la Iglesia y esa gestión en particular lo mantuvo extremadamente ocupado. Los templos más pequeños permitieron acelerar rápidamente la construcción de templos; se edificó un nuevo y enorme Centro de Conferencias de la Iglesia para permitir a miles de miembros asistir a la conferencia general y a otros eventos; comenzaron las reuniones mundiales de capacitación transmitidas por satélite; y un Día de Celebración que tuvo lugar en el estadio Rice-Eccles de la Universidad de Utah conmemoró los 200 años del nacimiento de José Smith con actuaciones de 42 000 jóvenes de Salt Lake City y de Wyoming73.
Pero, como siempre, en palabras del élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles, el presidente Monson “nunca estuvo demasiado ocupado para atender a las personas”74 y, en el invierno de 2000, una de dichas personas a las que dedicó tiempo fue a su esposa. Después que ella sufriera una grave caída, durante varias semanas él llevaba el trabajo de la oficina al cuarto de hospital de Frances hasta que ella, finalmente, estuviera lo suficientemente lúcida como para pronunciar sus primeras palabras: “Olvidé enviar el pago trimestral de los impuestos”75. Otra persona beneficiada por su bondad fue la periodista Gerry Avant, de Church News, que con frecuencia cubría los viajes del presidente Monson y a quien una vez se invitó a ir de paseo con la familia Monson porque, como le dijera el presidente Monson: “Usted ha trabajado mucho”76.
Presidente de la Iglesia
El presidente Gordon B. Hinckley falleció el 27 de enero de 2008. La Primera Presidencia fue disuelta y el presidente Monson volvió a su puesto como Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles. El hombre que había crecido cerca de las vías del ferrocarril, que había instigado travesuras infantiles en la Primaria y que había compartido de buen grado sus escasas pertenencias incluso durante la Gran Depresión, pronto iba a convertirse en el líder de millones de Santos de los Últimos Días en todo el mundo. “Nunca he especulado sobre lo que podía estar esperándome en el camino durante mi vida”, declaró en una entrevista poco antes de ser sostenido como Presidente de la Iglesia en una asamblea solemne durante la Conferencia General de abril de 2008. “Era posible que el presidente Hinckley viviera más años que yo. Siempre he seguido la filosofía de ‘prestar servicio donde se le llame, no donde ha estado o donde podría estar. Prestar servicio donde se le llame’”77.
Thomas S. Monson fue apartado y ordenado como decimosexto Presidente de la Iglesia el 3 de febrero de 2008, y escogió a Henry B. Eyring como su Primer Consejero. Como Segundo Consejero eligió al presidente Dieter F. Uchtdorf, un converso alemán a la Iglesia que habla varios idiomas y era miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles desde 2004. La nueva Primera Presidencia simbolizaba el carácter mundial de la Iglesia en expansión78. En una conferencia de prensa que se celebró el 4 de febrero de 2008, el presidente Monson dijo a los periodistas: “Como Iglesia, tendemos la mano no solo hacia nuestra gente, sino también hacia todos aquellos de buena voluntad en todo el mundo, con ese espíritu de hermandad que proviene del Señor Jesucristo”79.
Este espíritu de hermandad y de extender la mano a los demás se convirtieron en símbolos de la administración del presidente Monson. Los líderes de la Iglesia trabajaron a menudo con católicos, cristianos evangélicos y otros grupos religiosos y de la comunidad en obras humanitarias y apoyando cuestiones morales. Los líderes de la Iglesia invitaron a líderes de otras religiones a hablar en los campus SUD y fomentaron el apoyo a la libertad de culto con recursos en línea80. El presidente Monson y los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles también empezaron a instar a los miembros de la Iglesia a tender una mano a otras religiones para prestar servicio y edificar las comunidades, y mejoraron las relaciones existentes con otras instituciones concernientes al servicio humanitario para aligerar las enormes necesidades de las personas afectadas por desastres naturales y provocados por el hombre en todo el mundo. Durante los primeros siete años de la administración del presidente Monson, la Iglesia contribuyó en labores humanitarias tras terremotos en Haití y Nepal, un tsunami en Japón e inundaciones en Tailandia. También brindó ayuda para vacunar a personas en países en vías de desarrollo, proporcionar agua potable a localidades remotas, aliviar la crisis alimentaria internacionalmente, y ofrecer asistencia ante catástrofes en Estados Unidos. El sitio Slate.com se refirió a esa ayuda y esa influencia mundial y, en 2009, colocó al presidente Monson en la primera posición de una lista de los ochenta octogenarios más poderosos de Estados Unidos, “la única persona de la lista”, según el artículo, “que dirige a millones de personas en carácter de profeta de Dios”81.
También bajo el liderazgo del presidente Monson, las relaciones públicas de la Iglesia empezaron a extenderse para ayudar a otras personas a entender mejor la diversidad de los Santos de los Últimos Días. La campaña “Soy mormón” presentaba a Santos de los Últimos Días que trabajaban para organizaciones tan diversas como Harley Davidson, la Biblioteca del Congreso y bandas de rock. Las Oficinas Generales de la Iglesia también presentaron sitios web dirigidos a los jóvenes y a otros grupos, y el canal y el sitio web BYUtv, de propiedad de la Iglesia, empezaron a producir programas aclamados por la crítica para atraer a una audiencia más amplia. En el sitio web de la Iglesia empezaron a aparecer una serie de videos de gran calidad, en los que mostraban escenas del Nuevo Testamento que podían ser apreciadas por personas de muchas religiones. Otros recursos en línea incluyeron la publicación de varios ensayos de Temas del Evangelio, creados para tratar problemas complejos de una manera franca y académica, y el sitio “Mormon and Gay” [Mormón y homosexual] que proporciona enseñanzas pertinentes y que muestra relatos personales de Santos de los Últimos Días homosexuales y de sus familias.
Pero es posible que los cambios más importantes ocurridos durante el período de servicio del presidente Monson tuvieran lugar en forma de novedades administrativas históricas. Hubo cambios significativos que afectaron la forma en que la Iglesia dirige, funciona, enseña y hace proselitismo. En 2009, la Iglesia distribuyó un DVD y un folleto sobre principios de bienestar y, en 2010, publicó un nuevo manual de instrucciones para líderes de la Iglesia, acompañado por dos transmisiones de capacitación mundiales. El nuevo manual recalcaba la labor en consejos mediante análisis abiertos y sinceros, para aliviar la carga del obispo mediante delegación y, lo más importante, para ayudar a los miembros de la Iglesia a convertirse en verdaderos discípulos de Jesucristo. También en 2010, una capacitación internacional impartida por miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles comenzó a poner en marcha conferencias de líderes del sacerdocio y revisiones de Área que incluían una descripción exhaustiva del servicio humanitario, las necesidades de bienestar, la obra misional y la obra del templo.
Una de las novedades más drásticas que se produjeron bajo la dirección del presidente Monson fue anunciada en la Conferencia General de octubre de 2012, cuando el presidente Monson declaró que los varones podían empezar a servir en misiones de tiempo completo a los 18 años y las mujeres, a los 19 años. Este cambio sin precedentes de las normas redujo el criterio de edad y generó un gran deseo por la obra misional que dio como resultado unas cifras históricamente altas de hombres y, en especial, de mujeres sirviendo en misiones de tiempo completo. La creación de nuevos centros de capacitación misional y de nuevas misiones acompañó al número en aumento de misioneros, que alcanzó los 85 000 a finales de 2014. Asimismo, los miembros empezaron a participar en “apresurar la obra”, preparando mejor a sus hijos e hijas para servir misiones en su hogar y participando más plenamente en sus programas misionales locales. La tecnología y el proselitismo en línea, así como la creación de “líderes de capacitación de las hermanas” (una función de liderazgo para las hermanas misioneras), contribuyeron también a la estimulante sensación de progreso e innovación que generó el anuncio del cambio de edad de los misioneros.
La posibilidad de que las jóvenes sirvieran en una misión a una edad más temprana también formaba parte de un esfuerzo continuo bajo la dirección del presidente Monson para que las mujeres participaran mejor en funciones de liderazgo, en la toma de decisiones y en los consejos de barrio y estaca. Para ayudar mejor a las mujeres y los hombres Santos de los Últimos Días a valorar el papel esencial que han desempeñado las hermanas en el Evangelio en cada dispensación (en especial durante el ministerio del Salvador, y durante el período de la Restauración, desde 1830 hasta la actualidad), la Iglesia publicó Hijas en Mi Reino y fomentó su uso en el hogar, en la Sociedad de Socorro, en las Mujeres Jóvenes y en los cuórums. En 2014, la Sesión General de Mujeres de la conferencia general reemplazó a las reuniones generales de la Sociedad de Socorro y de las Mujeres Jóvenes, invitando a asistir a esta reunión, celebrada dos veces al año, a todas las mujeres a partir de los 8 años.
Unos métodos de enseñanza mejores y más interactivos, especialmente para ayudar a los jóvenes a participar plenamente en el Evangelio, también se convirtieron en una prioridad de las innovaciones administrativas del presidente Monson. La puesta en marcha en 2013 de Ven, sígueme, un curso de estudio para los jóvenes cuyo objeto es “bendecir a los jóvenes en sus esfuerzos de convertirse plenamente al evangelio de Jesucristo”82, ofrecía tanto a los maestros como a los jóvenes mejores formas de enseñar tal como lo hizo Jesucristo. Utilizaba recursos en línea, la participación de los jóvenes y análisis inspirados por el Espíritu para desarrollar la fe y entender el Evangelio. En 2016 se hicieron esfuerzos similares para mejorar toda la enseñanza de la Iglesia con el nuevo recurso Enseñar a la manera del Salvador y la introducción de reuniones mensuales de consejo de maestros en los barrios.
Durante el período de servicio del presidente Monson también continuaron los anuncios de construcción de nuevos templos por todo el mundo. El presidente Monson viajó por todo el mundo para asistir a las dedicaciones y rededicaciones de templos, incluyendo lugares como la Ciudad de Cebú, Filipinas; Curitiba, Brasil; Kiev, Ucrania; Ciudad de Panamá, Panamá; y Kansas City, Misuri. En 2013, la introducción de materiales en línea para ayudar a los miembros a buscar sus antepasados dio como resultado un aumento del 11% en el envío de nombres de familiares para realizar ordenanzas del templo, en lo que se denominó “un año emblemático para la historia familiar”83.
A pesar de la enorme demanda de tiempo, sin embargo, el presidente Monson siguió siendo Thomas Monson, el líder de la Iglesia que, en palabras del élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, “se presentará, probablemente sin avisar, en el funeral de un empleado común y corriente. No se me ocurre nada que ejemplifique mejor el ministerio del presidente Monson que esa clase de atención individual”84.
El 23 de mayo de 2013, presidió el funeral de su amada esposa, Frances, después que esta falleciera el 17 de mayo en un hospital de Salt Lake. “Ella ha sido un apoyo desde el día en que nos casamos”, declaró el presidente Monson durante el funeral, refiriéndose a Frances como “la esposa y madre ideal”85. El presidente Monson desempeñó el resto de su presidencia estando viudo, acompañado con frecuencia por su hija Ann en eventos especiales.
Durante el período de servicio del presidente Monson, se enfatizó el mejoramiento de la observancia del día de reposo como un medio para aumentar la fe en el Padre Celestial y en Jesucristo. Al inicio de 2015, un esfuerzo coordinado y sostenido en todos los niveles de la Iglesia y en el hogar instó a los miembros a “hacer del día de reposo una delicia” (véase Isaías 58:13), centrándose en el Señor y en sus convenios con Él a fin de cosechar las bendiciones prometidas a los fieles.
Asimismo, el presidente Monson siguió teniendo en cuenta a las personas que se habían alejado de la Iglesia y nunca los consideró indignos del Reino. Cuando un hombre ya mayor que llevaba 20 años sin participar en la Iglesia acudió a una Autoridad General para que le aconsejara acerca de cómo regresar, le mostró la carta que había motivado su deseo de volver: “Has estado alejado suficiente tiempo; es hora de regresar. Tom”86. El presidente Monson dijo: “Creo que hay un poco de santidad en todas las personas y eso es lo que busco”87.
Incluso como Presidente de la Iglesia, mantuvo su sentido de la camaradería con los demás, declaró el élder L. Tom Perry (1922–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles: “Habla sobre el partido de BYU o de los Jazz, es un gran aficionado a los deportes. Y después pone manos a la obra”88. Y siempre conservó su sentido del humor. En 2009, durante una reunión con los miembros del Coro del Tabernáculo Mormón, se sentó en el gigantesco órgano y tocó su versión de “To a Birthday Party” [A una fiesta de cumpleaños] de un libro de partituras de piano para principiantes89. En 2013, la Iglesia celebró sus “100 años de escultismo” con un programa que también rindió homenaje al apoyo prestado por el presidente Monson al escultismo durante toda su vida, una de sus muchas aficiones que le mantuvo en contacto con sus semejantes, a quienes le encantaba consolar y hacer más felices, invitando a participar a todos los aficionados al escultismo, independientemente de su afiliación religiosa.
“Sentir la influencia del Señor, las impresiones”, declaró el presidente Monson en una entrevista en 1997, fue lo que le aportó el mayor gozo, especialmente en situaciones como aquella en la que, tras visitar a su padre en el hospital y apresurado por llegar a su siguiente reunión, sintió que debía esperar junto al ascensor. Una familia le pidió que diera una bendición a su madre, que luchaba entre la vida y la muerte, a lo que él accedió. Más tarde, ese mismo día, le informaron que cada miembro de esa familia había besado a la madre y se había despedido en paz después de la bendición y antes de que ella falleciera90.
“He tenido esas impresiones a lo largo de mi vida de manera que trato de mantener las antenas alertas”, comentó el presidente Monson. Y hay innumerables personas —se han contado los relatos de algunas de ellas, pero hay muchas más cuyos encuentros con Thomas Monson se desconocen— que pueden atestiguar la relación con la divinidad de este hombre extraordinario. “Se desarrolla un reconocimiento de que el Padre Celestial sabe quién es usted”, reflexionaba el presidente Monson. “Y Él dice: ‘Ve y haz esto por mí’. Siempre le doy las gracias”91.
Y su testimonio al mundo fue inquebrantable. El presidente Monson dijo: “Con todo mi corazón y el fervor de mi alma levanto mi voz en testimonio, como testigo especial, y declaro que Dios vive; Jesús es Su Hijo, el Unigénito del Padre en la carne. Él es nuestro Redentor y nuestro Mediador ante el Padre. Fue Él quien murió en la cruz para expiar nuestros pecados. Él fue las primicias de la resurrección. Gracias a Su muerte todos volveremos a vivir. ‘Gozoso, canto con fervor: “Yo sé que vive mi Señor”’ [Himnos, nro. 73]. Ruego que todo el mundo lo sepa y viva de acuerdo con este conocimiento”92.