2013
El diezmo abre las ventanas de los cielos
Marzo 2013


El diezmo abre las ventanas de los cielos

Jacqueline Kirbyson, Inglaterra

Hace unos años, mi marido se quedó sin trabajo. Era difícil pagar las cuentas y comprar alimentos con la pequeña pensión que yo recibía, pero lográbamos salir adelante.

Aunque me apoyaba en mi dedicación a la Iglesia, a mi marido le frustraba que yo pagara los diezmos cuando a duras penas podíamos pagar las cuentas. Sin embargo, yo consideraba que debía seguir obedeciendo ese mandamiento.

Aunque teníamos muy poco dinero, teníamos un pequeño huerto. Cuando llegó la primavera, plantamos zanahorias, papas, arvejas [guisantes], tomates, pimientos [morrones] y hierbas, además de otras verduras. En el verano, el huerto floreció y tuvimos una cosecha abundante. Nuestros ciruelos casi se vinieron abajo con el peso de la fruta, y pasé el verano ocupada envasando y congelando frutas y verduras, haciendo mermelada, horneando pasteles y compartiendo con los vecinos los productos extras de la huerta.

Un día en que caminaba por nuestro pequeño huerto, recordé la promesa de Dios de abrir las ventanas de los cielos y “[derramar] sobre [nosotros] bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).

Al pensar en mi congelador completamente lleno de frutas y verduras, me di cuenta de que el Padre Celestial ciertamente nos había bendecido. Nuestro pequeño huerto había producido lo suficiente para sustentarnos en nuestra época de necesidad; lo suficiente y de sobra. Estoy muy agradecida de que Dios nos bendice cuando obedecemos Sus mandamientos.