Conferencia General
El fruto que permanece
Conferencia General de abril de 2024


El fruto que permanece

Que el Espíritu Santo selle nuestras ordenanzas es esencial si queremos tener las bendiciones prometidas por toda la eternidad.

De niño me encantaban los duraznos (melocotones) frescos y maduros. Hasta el día de hoy, la idea de morder un durazno jugoso y maduro con su sabor agridulce hace que se me haga agua la boca. Cuando los duraznos están completamente maduros, se recolectan y duran de dos a cuatro días antes de estropearse. Tengo buenos recuerdos de reunirme con mi madre y mis hermanos en la cocina mientras poníamos los duraznos cosechados en conserva para el próximo invierno, sellándolos en frascos. Si los conservábamos correctamente, esta deliciosa fruta duraba varios años, no solo de dos a cuatro días. Si se preparan y calientan adecuadamente, la fruta se conserva hasta que se rompe el sello del frasco.

Cristo nos mandó ir “y llev[ar] fruto, y [que] [n]uestro fruto permanezca”1. Pero Él no estaba hablando de duraznos, sino de las bendiciones de Dios a Sus hijos. Si hacemos y guardamos convenios con Dios, las bendiciones asociadas a ellos pueden extenderse más allá de esta vida y ser selladas, o preservadas, sobre nosotros para siempre, convirtiéndose en fruto que permanece por toda la eternidad.

El Espíritu Santo, en Su función divina como Santo Espíritu de la Promesa, sellará cada ordenanza sobre aquellos que son fieles a sus convenios para que sea válida después de la vida terrenal2. Que el Espíritu Santo selle nuestras ordenanzas es esencial si queremos tener las bendiciones prometidas por toda la eternidad, convirtiéndose en fruto que permanece.

Esto es particularmente importante si deseamos ser exaltados3. Como ha enseñado el presidente Russell M. Nelson: “Debemos comenzar con el fin en mente […]. Sin duda, a cada uno de nosotros, el ‘fin’ que más nos gustaría alcanzar es vivir para siempre con nuestras familias en un estado exaltado en el que estemos en presencia de Dios, nuestro Padre Celestial, y de su Hijo Jesucristo”4. El presidente Nelson también ha dicho: “El matrimonio celestial es una parte fundamental de la preparación para la vida eterna. Requiere que nos casemos con la persona adecuada, en el lugar apropiado, mediante la debida autoridad y que obedezcamos fielmente ese convenio sagrado; entonces tendremos la seguridad de obtener la exaltación en el Reino Celestial de Dios”5.

¿Cuáles son las bendiciones de la exaltación? Incluyen el morar en la presencia de Dios por toda la eternidad juntos como esposo y esposa, heredando “tronos, reinos, principados, potestades y dominios, […] y [una] continuación de las simientes por siempre jamás”6, y recibir todo lo que el Padre tiene7.

El Señor reveló por medio de José Smith:

“En la gloria celestial hay tres cielos o grados;

“y para alcanzar el más alto, el hombre tiene que entrar en este orden del sacerdocio [es decir, el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio];

“y si no lo hace, no puede alcanzarlo.

“Podrá entrar en el otro, pero ese es el límite de su reino; no puede tener aumento”8.

Aquí aprendemos que se puede estar en el Reino Celestial, o morar en la presencia de Dios, y ser soltero; pero para ser exaltado en el grado más alto del Reino Celestial, se debe entrar en el matrimonio por la autoridad adecuada y luego ser fiel a los convenios hechos en ese matrimonio. Según seamos fieles a estos convenios, el Santo Espíritu de la Promesa puede sellar el convenio de nuestro matrimonio9. Tales bendiciones selladas se convierten en fruto que permanece.

¿Qué se necesita para guardar fielmente el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio?

El presidente Russell M. Nelson enseñó que hay dos tipos de vínculos cuando entramos en este convenio del matrimonio eterno: uno lateral, entre el esposo y la esposa, y otro vertical, con Dios10. Para que las bendiciones de la exaltación sean selladas sobre nosotros y permanezcan después de esta vida, debemos ser fieles tanto a los vínculos laterales como a los verticales del convenio.

A fin de mantener el vínculo lateral con nuestro cónyuge, Dios nos ha aconsejado: “Amarás a tu esposa [o esposo] con todo tu corazón, y te allegarás a ella [o a él] y a ninguna otra [o a ningún otro]”11. Para los que están casados, allegarse a ella o a él y a nadie más significa que deliberan en consejo con amor, que se aman y se cuidan el uno al otro, que dan prioridad al tiempo con su cónyuge por encima de intereses ajenos y que acuden a Dios para que los ayude a superar sus debilidades12. También significa que no hay intimidad emocional ni relaciones sexuales de ningún tipo fuera de su matrimonio, incluyendo el coqueteo o las citas, y no hay pornografía, que engendra lujuria13.

Para mantener el vínculo lateral en el convenio, cada pareja debe desear formar parte del matrimonio. El presidente Dallin H. Oaks enseñó recientemente: “También sabemos que Él no impondrá a nadie una relación de sellamiento en contra de su voluntad. Las bendiciones de una relación bajo sellamiento están aseguradas para todos aquellos que guardan sus convenios, pero nunca imponiendo una relación bajo sellamiento a otra persona que no sea digna o que no esté dispuesta14.

¿Cuál es el vínculo vertical al que se refiere el presidente Nelson? Es aquel que establecemos con Dios.

Para mantener el vínculo vertical con Dios, somos fieles a los convenios que hemos hecho en el templo con respecto a las leyes de la obediencia, el sacrificio, el Evangelio, la castidad y la consagración. También hacemos convenio con Dios de recibir a nuestra compañera o compañero eterno y ser un cónyuge y padre o madre recto. Al mantener el vínculo vertical, nos hacemos merecedores de las bendiciones de formar parte de la familia de Dios mediante el convenio abrahámico, incluyendo las bendiciones de la posteridad, el Evangelio y el sacerdocio15. Estas bendiciones son también frutos que permanecen.

Si bien esperamos que todos los que entran en el nuevo y sempiterno convenio permanezcan fieles y tengan las bendiciones selladas sobre ellos por toda la eternidad, a veces ese ideal parece estar fuera de nuestro alcance. A lo largo de mi ministerio me he encontrado con miembros que hacen y guardan convenios, mientras que su cónyuge no. También hay quienes están solteros, sin tener la oportunidad de casarse en la vida terrenal. Y hay quienes no son fieles a sus convenios del matrimonio. ¿Qué sucede con las personas en cada una de estas circunstancias?

  1. Si ustedes permanecen fieles a los convenios que hicieron cuando fueron investidos, recibirán todas las bendiciones prometidas en la investidura, aun cuando su cónyuge haya quebrantado los convenios o haya renunciado al matrimonio. Si se sellaron y posteriormente se divorciaron y su sellamiento no se cancela, las bendiciones personales de la ordenanza del sellamiento siguen en vigor si se mantienen fieles16.

    A veces, debido a sentimientos de traición y dolor muy reales, un cónyuge fiel puede querer anular su sellamiento con su cónyuge infiel para alejarse lo más posible de él o ella, tanto en la tierra como por la eternidad. Si les preocupa estar atados de alguna manera a un excónyuge que no se ha arrepentido, recuerden: ¡no lo estarán! Dios no requerirá que nadie permanezca en una relación de sellamiento por toda la eternidad en contra de su voluntad. El Padre Celestial se asegurará de que recibamos todas las bendiciones que nuestros propios deseos y decisiones nos permitan17.

    Sin embargo, si se desea una cancelación del sellamiento, se respeta el albedrío. Se pueden seguir ciertos procedimientos, ¡pero esto no debe hacerse a la ligera! La Primera Presidencia tiene las llaves para atar en la tierra y en el cielo. Una vez que la Primera Presidencia haya aprobado la cancelación del sellamiento, las bendiciones relacionadas con este ya no están en vigor: quedan canceladas tanto lateral como verticalmente. Es importante comprender que para recibir las bendiciones de la exaltación debemos demostrar que estamos dispuestos a entrar en este nuevo y sempiterno convenio y guardarlo fielmente, ya sea en esta vida o en la venidera.

  2. Para quienes son miembros solteros de la Iglesia, recuerden que “en el debido tiempo del Señor, no se privará a Sus santos fieles de ninguna bendición. El Señor juzgará y recompensará a cada persona según los deseos sinceros de su corazón, así como por sus acciones”18.

  3. ¿Hay esperanza si no se han mantenido fieles a los convenios del templo? ¡Sí! El Evangelio de Jesucristo es un Evangelio de esperanza. Esa esperanza viene por medio de Jesucristo con un arrepentimiento sincero y siguiendo obedientemente Sus enseñanzas. He visto a personas que cometen errores graves, quebrantando convenios sagrados. Regularmente veo que aquellos que se arrepienten con sinceridad son perdonados y regresan a la senda de los convenios. Si han quebrantado sus convenios del templo, los insto a que acudan a Jesucristo, consulten con su obispo, se arrepientan y abran su alma al inmenso poder sanador disponible gracias a la Expiación de Jesucristo.

Hermanos y hermanas, nuestro amoroso Padre Celestial nos ha dado convenios para que podamos tener acceso a todo lo que tiene reservado para nosotros. Estas bendiciones sagradas de Dios son más deliciosas que cualquier fruta terrenal y pueden conservarse para nosotros por siempre, convirtiéndose en fruto que permanece, si somos fieles a nuestros convenios.

Testifico que Dios ha restaurado la autoridad para atar en la tierra y en los cielos. Esa autoridad se encuentra en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. La poseen la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce, y se ejerce bajo la dirección del presidente Russell M. Nelson. Aquellos que entran en el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio y guardan ese convenio pueden llegar a ser perfeccionados y, finalmente, recibir la plenitud de la gloria del Padre, a pesar de las circunstancias que van más allá de su control19.

Estas bendiciones prometidas relacionadas con nuestros convenios pueden sellarse sobre nosotros por el Santo Espíritu de la Promesa y convertirse en fruto que permanece para siempre jamás. De ello testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Juan 15:16.

  2. Véase Dale G. Renlund, “Cómo acceder al poder de Dios a través de los convenios”, Liahona, mayo de 2023, pág. 35–38; Doctrina y Convenios 132:7.

  3. Una ordenanza es sellada cuando se hace válida tanto en el cielo como en la tierra porque la realiza alguien con autoridad y es ratificada por el Espíritu Santo.

    “Tendemos a pensar en la autoridad para sellar como algo que solo se refiere a ciertas ordenanzas del templo, pero esa autoridad es necesaria para hacer que cualquier ordenanza sea válida y vinculante más allá de la muerte. El poder para sellar confiere un sello de legitimidad sobre su bautismo, por ejemplo, para que este sea reconocido aquí y en el cielo. En definitiva, todas las ordenanzas del sacerdocio se efectúan bajo las llaves del Presidente de la Iglesia y, como explicó el presidente Joseph Fielding Smith: ‘Él [el Presidente de la Iglesia] nos ha dado autoridad, él ha puesto el poder para sellar en nuestro sacerdocio porque él posee esas llaves’ [citado por Harold B. Lee, en Conference Report, octubre de 1944, pág. 75]” (D. Todd Christofferson, “El poder para sellar”, Liahona, noviembre de 2023, pág. 20).

    “Un acto sellado por el Santo Espíritu de la Promesa es ratificado por el Espíritu Santo; es un acto aprobado por el Señor […]. Nadie puede mentirle al Espíritu Santo sin ser descubierto […]. Estos mismos principios se aplican a todas las demás ordenanzas de la Iglesia. De modo tal que si, en [un matrimonio], ambos son ‘justos y fieles’ [Doctrina y Convenios 76:53], si son dignos, su casamiento en el templo recibe un sello ratificador, pero si son indignos, el Espíritu no los justifica y el Espíritu Santo se abstiene de dar la ratificación. Si más adelante la pareja se desempeña con dignidad, el sello pasará a ser efectivo, mientras que la falta de rectitud hará que se retire cualquier sello” (Bruce R. McConkie, “Santo Espíritu de la Promesa”, en El matrimonio eterno: Manual para el alumno , 2003, pág. 358).

    El Santo Espíritu de la Promesa es el Espíritu Santo y es quien pone el sello de aprobación sobre cada ordenanza: bautismo, confirmación, ordenación, casamiento. La promesa es que mediante la fidelidad uno recibirá las bendiciones. Si un individuo viola un convenio, sea el del bautismo, la ordenación, el casamiento, o cualquier otro convenio, el Espíritu se retira y el hombre no recibe las bendiciones. Toda ordenanza es sellada con una promesa de recompensa que depende de la fidelidad. El Espíritu Santo retira el sello de aprobación si los convenios son quebrantados” (Joseph Fielding Smith, Doctrina de Salvación, compilado por Bruce R. McConkie, 1954, tomo I, pág. 45).

  4. Russell M. Nelson, Heart of the Matter: What 100 Years of Living Have Taught Me, Salt Lake City: Deseret Book, 2023, pág. 15. Para que sean válidos después de la resurrección de los muertos, todos los convenios tienen que ser sellados por el Santo Espíritu de la Promesa (véase Doctrina y Convenios 132:7).

  5. Russell M. Nelson, “El matrimonio celestial”, Liahona, noviembre de 2008, pág. 94.

  6. Doctrina y Convenios 132:19.

  7. Véase Doctrina y Convenios 84:38.

  8. Doctrina y Convenios 131:1–4.

  9. Véase Doctrina y Convenios 132:19–20. “Ese destino máximo —la exaltación en el Reino Celestial— es el objetivo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días” (Dallin H. Oaks, “Reinos de gloria”, Liahona, noviembre de 2023, pág. 26).

  10. “Así como los matrimonios y las familias comparten un vínculo lateral único que crea un amor especial, también lo hace la nueva relación que se forma cuando nos ligamos en unión por convenio verticalmente con […] Dios” (Russell M. Nelson, Heart of the Matter, págs. 41–42).

  11. Doctrina y Convenios 42:22; véase también Manual General: Servir en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 38.6.16. Al realizar un análisis del matrimonio aquí, me refiero al matrimonio según la ley de Dios, que lo define como la unión legal y legítima entre un hombre y una mujer (véase “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, Biblioteca del Evangelio).

  12. Véase “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, Biblioteca del Evangelio.

  13. Véase Doctrina y Convenios 42:22–24.

  14. Dallin H. Oaks, “Reinos de gloria”, pág. 29, cursiva agregada.

  15. Véanse Doctrina y Convenios 86:8–11;113:8; Abraham 2:9–11.

  16. Véase Manual General, 38.4.1.

    Mientras prestaba servicio como misionero en Suiza, mi compañero y yo compartimos el Evangelio con una maravillosa pareja suiza de sesenta años. Al enseñarles sobre la Iglesia restaurada de Jesucristo, la mujer mostraba un gran interés en lo que estábamos enseñando. Durante las siguientes semanas ella adquirió un testimonio de la realidad de que la Iglesia de Jesucristo fue restaurada, con la autoridad correcta de Dios y de que Jesucristo dirige Su Iglesia a través de profetas y apóstoles vivientes. Teníamos muchas esperanzas depositadas en enseñar a esta pareja sobre una de las doctrinas más sublimes de la Restauración: la oportunidad del matrimonio eterno. Sorprendentemente, sin embargo, mientras les enseñábamos sobre la doctrina del matrimonio eterno, la mujer suiza comentó que no tenía interés en estar con su esposo por toda la eternidad. Para ella, el cielo no incluía estar con su esposo, con quien había estado casada durante treinta y seis años. Esta hermana fue bautizada, pero no su esposo, y nunca fueron sellados en el templo.

    Para muchos, sin embargo, el cielo no sería el cielo sin estar con la persona con quien están casados. Estar juntos para siempre con la esposa o el esposo al que se ama realmente suena como estar en el cielo. Tal como el élder Jeffrey R. Holland compartió sobre su querida y amada esposa Pat, el cielo no sería el cielo sin ella (véase “Scott Taylor: Para el élder Holland, el cielo sin su esposa e hijos ‘no sería el cielo para mí’”, Church News, 22 julio de 2023, thechurchnews.com).

  17. Véase Dallin H. Oaks, “Reinos de gloria”, pág. 26.

  18. Russell M. Nelson, “El matrimonio celestial”, pág. 94.

  19. Véase Juan 15:16.