2021
No conseguí entrar en el equipo de baile
Septiembre de 2021


“No conseguí entrar en el equipo de baile”, Para la Fortaleza de la Juventud, septiembre de 2021, págs. 10–11.

No conseguí entrar en el equipo de baile

Mi nombre no estaba en la lista. Estaba desolada; pero el Señor me enseñó algo.

Imagen
bailarinas de ballet

Ilustraciones por Gabriele Cracolici

Me encanta bailar desde que tengo tres años. Cuando estaba en la escuela secundaria, me entusiasmé cuando se iniciaron las pruebas para el equipo de baile. No tenía ninguna duda de que, con mi talento y experiencia, entraría fácilmente en el equipo.

Unos días después de las pruebas, se publicaron los nombres del equipo de baile. Para mi consternación, no pude encontrar mi nombre en ninguna parte de la lista. Estaba desolada; fui a casa y lloré en la cama. Estaba enojada con la profesora de baile y decepcionada por no haber sido lo suficientemente buena como para conseguir entrar en el equipo. Mi madre entró calmadamente en mi habitación y me sugirió que le pidiera al Padre Celestial la fortaleza necesaria para superar este “bache” en mi vida. Acepté de mala gana e hice una breve oración. Después de la oración no me sentí mejor, así que seguí desanimada y sintiéndome desdichada. Aquella noche dormí muy mal.

A la mañana siguiente me costó salir de la cama. El recuerdo de mi fracaso estaba fresco en mi mente y quería volver a meterme bajo las sábanas; pero antes de hacerlo, recordé una promesa que mi obispo había hecho. Me dijo que si leía las Escrituras todos los días, aunque solo fuera durante quince minutos, sería bendecida. Si alguna vez iba a necesitar una bendición, era en ese momento.

Mientras leía, descubrí este versículo de Doctrina y Convenios:

“De cierto os digo, mis amigos, no temáis, consuélense vuestros corazones; sí, regocijaos para siempre, y en todas las cosas dad gracias;

“esperando pacientemente en el Señor, porque vuestras oraciones han entrado en los oídos del Señor de Sabaot, y están inscritas con este sello y testimonio: El Señor ha jurado y decretado que serán otorgadas.

“Por lo tanto, él os concede esta promesa, con un convenio inmutable de que serán cumplidas; y todas las cosas con que habéis sido afligidos obrarán juntamente para vuestro bien y para la gloria de mi nombre, dice el Señor” (Doctrina y Convenios 98:1–3).

Me quedé atónita. Me senté en la cama, con el pijama y el pelo desordenado, y me maravillé de lo mucho que había necesitado esos pasajes de las Escrituras. Todos los sentimientos de enojo y tristeza se desvanecieron en esos tres versículos. Sentí el amor de mi Padre Celestial y supe que Él sabía por lo que estaba pasando. Con esta nueva perspectiva, pude ver que el hecho de no haber sido elegida para el equipo de baile era en realidad un pequeño bache en el camino de mi vida. Me arrodillé en señal de gratitud y agradecí al Padre Celestial.

Durante el resto del día, pude mantener el Espíritu conmigo y ver mis pruebas como oportunidades para crecer. Siempre llevaré esos versículos cerca de mi corazón y recordaré la promesa de mi obispo sobre las bendiciones de acudir a las Escrituras. Estoy muy agradecida de poder formar parte de esta Iglesia y de tener un conocimiento del Evangelio. Sé que el plan que el Padre Celestial tiene para nosotros es realmente un plan de felicidad.