2022
La travesura de las bicicletas
Marzo de 2022


La travesura de las bicicletas

Sus amigos dijeron que sería divertido, pero él no se sentía bien sobre ello.

Imagen
three boys sitting by bikes at a park

Sam pedaleó en su bicicleta tan rápido como pudo para subir la colina y se inclinó hacia adelante, mientras el aire le sacudía el cabello. Su amigo Liam pedaleaba junto a él.

“¿Ya te cansaste?”, dijo Liam.

“¡Claro que no!”, dijo Sam.

Su amigo Eric ya estaba en el parque, en la cima de la colina.

“¡Komm schon! ¡Vamos!”, gritó.

Sam y Liam llegaron a la cima de la colina; estacionaron las bicicletas y se sentaron debajo de un árbol.

Liam tomó una piedra y la arrojó. “Estoy aburrido”. No había muchos lugares a donde ir en su pequeño pueblo de Suiza.

“Yo también”, dijo Eric, mientras escarbaba la tierra con un palo.

“Podríamos seguir en bicicleta”, dijo Sam.

Liam arrugó la cara. “Eso es todo lo que hacemos siempre”.

“¡Hagamos algo divertido!”, dijo Eric. Se levantó de un salto y caminó hasta el estacionamiento de bicicletas, donde había muchas estacionadas. Sam y Liam lo siguieron.

Sam sintió un nudo en el estómago. A veces, lo que Eric y Liam pensaban que era divertido, no lo era para él. A Eric y a Liam les gustaba burlarse de otros niños y decir cosas groseras en clase, pero quizás esta vez sería diferente.

Además, no había muchos niños en la clase de Sam. Si no fuese amigo de Eric y Liam, ¿de quién iba a ser amigo?

“Quitemos las tapas de las válvulas de todas las ruedas”, susurró Eric, “podemos esconderlas junto al árbol”. Se arrodilló junto a una bicicleta roja brillante y retorció una pequeña tapa de plástico de una de las ruedas.

Liam se rio; “¡sí!, eso será muy divertido”.

Sam suspiró. Pues no, esta vez tampoco sería diferente. “No lo sé”, dijo, “quizás sea hora de marcharnos”.

Eric empujó el brazo de Sam. “¡Anda, vamos!”, dijo, “ni siquiera hay nadie mirando”.

“Son solo piezas pequeñas”, dijo Liam, “nadie se dará cuenta de que han desaparecido”.

Sam trató de ignorar la sensación de malestar del estómago. Quitar las tapas de las válvulas no dañaría las bicicletas, así que se encogió de hombros y asintió.

Los tres niños quitaron rápidamente todas las tapas de las válvulas de las ruedas de las bicicletas y corrieron hasta el árbol; las escondieron debajo de una roca y se sentaron para ver las bicicletas. Liam y Eric se reían.

Al poco tiempo, se acercó un hombre, desató la bicicleta y se fue.

“¿Lo ves?, ni siquiera se dio cuenta”, dijo Liam.

Pero yo sí, pensó Sam.

El resto del día, Sam no podía dejar de pensar en las tapas de las válvulas. Deseaba devolverlas, pero no había manera de encontrar a los dueños de las bicicletas. Se arrodilló y le habló al Padre Celestial sobre eso.

“Me siento muy mal”, dijo Sam; “ojalá nunca lo hubiera hecho. Por favor, perdóname, Padre Celestial”.

Al día siguiente, Sam y sus amigos volvieron a ir en bicicleta hasta el parque.

Una vez más, Eric dijo: “¡Vamos a quitar las tapas de las válvulas!”.

Y otra vez, Liam estuvo de acuerdo.

Sam recordó su oración y en esa ocasión, se sintió un poco más valiente.

“No creo que debamos hacerlo”, dijo.

“¿Por qué no?”, dijo Liam, arrugando la frente, “nadie se dio cuenta ayer”.

“A mí no me gustaría que alguien tocara mi bicicleta”, dijo Sam. Antes de que cualquiera de los niños pudiera responder, se montó en su bicicleta y gritó: “¡Hagamos una carrera hasta la panadería!”, y luego comenzó a pedalear tan rápido como pudo.

Eric y Liam también tomaron sus bicicletas.

“¡No es justo! Comenzaste con ventaja”, exclamó Liam.

Sam sonrió mientras sus amigos corrían detrás de él. Susurró un gracias al Padre Celestial y se sintió mucho mejor.