Enseñar a los jóvenes y a los jóvenes adultos
11johnson


Guía en la travesía

Una velada con una Autoridad General

Miércoles, 5 de febrero de 2020

Estamos muy agradecidos de estar con ustedes esta noche. Jill y yo pasamos cuatro años en una asignación con las maravillosas personas de Europa, y nos quedamos muy sorprendidos y complacidos cuando el presidente Nelson nos pidió que regresáramos al SEI. Es como volver a casa para relacionarnos estrechamente con ustedes, que dedican tanto esfuerzo y corazón para ayudar a los jóvenes a aprender y vivir el evangelio de Jesucristo.

Al observar los giros y las vueltas que hemos tenido nosotros y otros en el transcurso de la vida, he pensado en la travesía en la que nos encontramos hacia la vida eterna. Para aquellos de nosotros que aceptamos a Jesucristo y Su expiación, el modelo de nuestra vida es similar. Ejercemos fe en el Salvador y lo seguimos a pesar de los desafíos. Nos arrepentimos de nuestros pecados, recibimos las ordenanzas necesarias y perseveramos hasta el fin. Sin embargo, los detalles de la vida de cada uno son muy diferentes, y los desafíos que enfrentamos varían de una persona a otra.

Piensen en la travesía de la familia de Lehi hacia la tierra prometida. Esa travesía singular puede arrojar algunas perspectivas en cuanto a nuestras propias travesías. Ellos sabían que se dirigían a una tierra prometida, pero no sabían todo sobre su destino final ni la ruta exacta que los llevaría allí. A lo largo del camino enfrentaron grandes desafíos. Incluso Nefi, quien no llegó a murmurar, explicó que “había[n] sufrido numerosas aflicciones y mucha dificultad, sí, tantas que no [podían] escribirlas todas”1.

Recibieron orientación a lo largo del camino. De hecho, a Lehi se le dijo por la noche que “a la mañana siguiente continuara su camino por el desierto”2. Al día siguiente encontró la Liahona a la entrada de su tienda, la cual les proporcionó guía divina en su travesía; pero el tener la Liahona no cambió la geografía que había entre ellos y su tierra prometida; ni redujo el tamaño de la península arábiga ni los mares que necesitaban cruzar. Aún tenían que seguir avanzando y enfrentar los desafíos propios de su épica travesía. No obstante, la Liahona los guio a “los parajes más fértiles del desierto”3 y si no eran negligentes, los ayudaba a tomar un curso directo4.

Lamán y Lemuel murmuraron por las dificultades que enfrentaron en el camino, aunque algunas de esas dificultades fueron el resultado de sus propias acciones. Sin embargo, incluso cuando seguían la orientación y viajaban de la manera debida, aun así tuvieron comidas de carne cruda y días de sol abrasador en el desierto. De manera similar a la experiencia de Lamán y Lemuel, a veces las personas piensan que no enfrentarán desafíos, que si están haciendo lo correcto, todo será fácil; pero ese no es el caso. Significa que podemos ser fortalecidos y guiados, no significa que no afrontaremos desafíos.

Aunque se trasladaban en grupo, cada uno de ellos también se encontraba en una travesía individual. A pesar de que la travesía los llevó a la misma ubicación física, sus trayectorias eternas individuales variaron extensamente y estuvieron determinadas por sus decisiones y acciones personales a lo largo del camino.

Cada uno de nosotros tiene una travesía individual y personalizada a lo largo de esta vida, pero también compartimos partes de esa travesía con otras personas. Por ejemplo, nos encontramos juntos en una travesía en nuestras labores para Seminarios e Institutos de Religión y la educación en la Iglesia. Tenemos un objetivo; por lo general, sabemos hacia dónde nos dirigimos, pero no conocemos todos los obstáculos ni todos los detalles de la ruta para llegar hasta allí.

Cada uno de nosotros elige cómo viajará con el grupo. Podemos murmurar, podemos alegrarnos, podemos estar agradecidos incluso en medio de los desafíos. Para algunos, los cambios en las normas o procedimientos de la Iglesia pueden representar un desafío. Me complace mucho ver cómo SeI está respondiendo a los cambios inspirados que hacen hincapié en un aprendizaje centrado en el hogar y apoyado por la Iglesia.

Enfrentaremos desafíos, y los enfrentamos ahora. Al seguir la guía del Señor, podemos superar esos desafíos y aprender de ellos. El profeta José Smith declaró: “Era muy evidente que el Señor nos dio potestad en proporción a la obra que había de llevarse a cabo, fortaleza de acuerdo con el desafío que teníamos por delante, y gracia y ayuda según lo exigieran nuestras necesidades”5.

Recibimos guía para ayudarnos a tomar la ruta más directa y desplazarnos por las partes más fértiles del desierto en nuestra travesía. Tenemos la guía de profetas. Sé que somos guiados por profetas, videntes y reveladores. ¡Qué bendición! Contamos con la dirección de la Mesa Directiva de Educación de la Iglesia y también del hermano Webb, su equipo y otros líderes inspirados. Además, cada uno de nosotros tiene derecho a recibir orientación personal a medida que enfrentamos problemas específicos en nuestras tareas individuales.

Tanto la Mesa Directiva de Educación de la Iglesia como el comité ejecutivo de esa Mesa se reúnen mensualmente. En esas reuniones recibimos dirección y consejo. Además, cada año tenemos la bendición de “Una velada con una Autoridad General” y, a lo largo de los años, hemos recibido orientación muy útil y centrada para ayudarnos en nuestra travesía, como organización y personalmente.

Ruego que seamos receptivos a la guía y dirección del Señor. Sé que Él vive y que nos ayudará y guiará.

En el nombre de Jesucristo. Amén.