Haga preguntas inspiradas
El Salvador hacía preguntas que invitaban a las personas a pensar y reflexionar profundamente acerca de las verdades que les enseñaba. De igual manera, nuestras preguntas pueden inspirar a los integrantes de la clase a reflexionar sobre las verdades del Evangelio y hallar maneras de aplicarlas a su vida. Una pregunta inspirada es una invitación para que los participantes descubran las verdades del Evangelio por sí mismos y evalúen su entendimiento y compromiso hacia dichas verdades. Las preguntas inspiradas pueden hacer del aprendizaje del Evangelio una experiencia interesante y significativa a nivel personal.
Haga preguntas que ayuden a los participantes a obtener un conocimiento básico de las verdades eternas
Antes de que los integrantes de la clase puedan analizar un relato de las Escrituras o un principio del Evangelio, necesitan entenderlo. Algunas de las preguntas que usted haga debieran animarlos a escudriñar las Escrituras para obtener un conocimiento básico de un relato o un principio. Tales preguntas suelen tener respuestas específicas, pero, por lo general, es mejor dejar que los alumnos las descubran por sí mismos. Por ejemplo, si estuvieran estudiando Mateo 26:36–46, podría preguntar: “¿Qué detalles de estos versículos describen la experiencia del Salvador en el jardín de Getsemaní? ¿Qué hizo allí por nosotros?”. Si estuviera enseñando a niños pequeños, podría describir la experiencia del Salvador en Getsemaní con sus propias palabras y luego pedir a los niños que le digan lo que Jesús hizo allí.
Aun cuando los detalles del relato son importantes, estos análisis deben ir más allá de los detalles. Haga preguntas que ayuden a los integrantes de la clase a descubrir principios del Evangelio: las verdades eternas y transformadoras de las Escrituras.
Preguntas para reflexionar: ¿Qué relatos o principios de las Escrituras necesitan entender los integrantes de la clase en una lección futura? ¿Qué preguntas podría hacer para ayudarlos a lograr un entendimiento básico de las Escrituras?
Ejemplo de las Escrituras: ¿Qué aprendo de las preguntas que el Salvador hizo en Lucas 10:25–28?
Haga preguntas que lleguen al corazón y a la mente
Una vez que los participantes tengan un conocimiento básico de un relato o un principio, haga preguntas que les ayuden a reflexionar sobre su significado a fin de que dicho relato o principio les llegue al corazón y a la mente. Podría pedir a los participantes que compartan cómo se sienten en cuanto a un pasaje de las Escrituras, cómo se habrán sentido las personas a las que se refiere el pasaje o cómo las verdades del pasaje se relacionan con nuestra vida. Debido a que las respuestas a estas preguntas suelen derivarse de los sentimientos y las experiencias de los alumnos, generalmente no hay una única respuesta correcta. A menudo estas preguntas empiezan con expresiones como “en su opinión” o “cómo se sienten”. Por ejemplo, podría preguntar: “¿Cómo creen que se sintieron los apóstoles cuando caminaron hacia el jardín de Getsemaní con el Salvador? ¿Cómo se sienten ustedes en cuanto a lo que Jesús hizo allí? ¿Cómo ha bendecido nuestra vida el sufrimiento del Salvador en el jardín?”.
Pregunta para reflexionar: ¿De qué manera preguntas como las anteriores podrían inspirar a los participantes a hacer cambios en su vida?
Ejemplo de las Escrituras: ¿Cuándo plantearon el Salvador u otras personas de las Escrituras preguntas que inspiraron reflexiones sinceras? (véanse, por ejemplo, Mateo 16:13–15, Juan 1:37–38).
Véase también el video “Háganos preguntas” (LDS.org).
Haga preguntas que inviten a los participantes a actuar
Algunas preguntas impulsan a los integrantes de la clase a aplicar lo que han aprendido y a comprometerse a vivir el Evangelio más plenamente. En la mayoría de los casos, esas preguntas debieran invitar a los participantes a escuchar las impresiones del Espíritu acerca de lo que deberían hacer. Por ejemplo, podría preguntar: “¿Qué impresiones espirituales recibieron mientras analizábamos el sufrimiento del Salvador en Getsemaní?” o “¿Qué harán de manera diferente gracias a lo que han aprendido hoy?”. Estas no suelen ser preguntas para analizar, sino para invitar a la reflexión personal. Los participantes deben compartir sus respuestas solo si se sienten a gusto haciéndolo.
Pregunta para reflexionar: ¿De qué manera las preguntas de maestros inspirados han ahondado mi compromiso con Jesucristo?
Ejemplo de las Escrituras: ¿Qué aprendo de la manera en que Alma invitó a su pueblo a bautizarse? (véase Mosíah 18:7–12).
Véase también la sección “Invite a los alumnos a actuar” en este manual.
Haga preguntas que inviten a los participantes a dar testimonio
Hacer preguntas que alienten a los integrantes de la clase a dar testimonio de los principios que se enseñan puede ser una manera poderosa de invitar al Espíritu. Mientras los participantes reflexionan en ellas, reconocerán las ocasiones en las que vieron la mano del Señor en su vida. Sus testimonios, y los de los demás integrantes de la clase, crecerán a medida que el Espíritu testifique de la verdad. A fin de invitarlos a compartir su testimonio, podría hacer preguntas como las siguientes: “¿Cómo han llegado a saber que Jesucristo expió los pecados de ustedes?”, “¿Cómo han llegado a apreciar lo que el Salvador hizo por nosotros en Getsemaní?” o, si está enseñando a niños pequeños, “¿Qué sienten por Jesús?”.
Preguntas para reflexionar: ¿Qué ha impulsado a los integrantes de la clase a dar testimonio? ¿Cómo puedo alentarlos a que testifiquen?
Ejemplo de las Escrituras: ¿Qué efecto tuvo en el pueblo del rey Benjamín la pregunta que él les hizo en Mosíah 5:1? (véanse también los versículos 2–5). ¿Cómo puedo aplicar este ejemplo al enseñar?
Haga preguntas que fomenten la autoevaluación
Cuando Alma predicó al pueblo de Zarahemla, realizó preguntas introspectivas como las siguientes: “¿Habéis nacido espiritualmente de Dios?… ¿Habéis experimentado este potente cambio en vuestros corazones?” (Alma 5:14). Usted podría hacer preguntas similares para alentar a los participantes a evaluar su conducta y compromiso con el Evangelio; por ejemplo: “¿Tienen fe para pagar el diezmo?” o “¿Le dicen a su familia que los aman?”. Dígales que no contesten estas preguntas en voz alta; su propósito es ayudarlos a evaluar en privado su propia conducta y su compromiso con el Evangelio.
Pregunta para reflexionar: ¿En qué ocasiones me ha ayudado una pregunta inspirada a evaluar mi progreso espiritual y mi compromiso? ¿Qué preguntas podría hacer para fomentar la autoevaluación en las personas a las que enseño?
Ejemplo de las Escrituras: Cuando leo Juan 21:15–17, ¿qué me llama la atención de las preguntas que Jesucristo le hizo a Pedro?
Haga preguntas que evalúen el entendimiento
A fin de determinar si los integrantes de la clase entienden un principio, pruebe a hacer una pregunta como: “¿Qué han aprendido acerca de la expiación de Jesucristo?”. Una pregunta que invite a los participantes a definir un principio del Evangelio con sus propias palabras —en especial si dicha pregunta se plantea al comienzo de la clase— puede ayudarle a evaluar cuánto tiempo debe dedicar a estudiar ese principio en clase.
Pregunta para reflexionar: ¿De qué otras maneras puedo evaluar el entendimiento de los integrantes de la clase?
Ejemplo de las Escrituras: ¿Cómo evaluó Ammón el entendimiento del rey Lamoni? (véase Alma 18:24–36).
Para el líder del análisis
Compartir y deliberar juntos: Para comenzar, pida a los maestros que compartan experiencias que hayan tenido con la enseñanza recientemente y que hagan preguntas con respecto a la enseñanza.
Aprender juntos: Pida a los maestros que analicen una o más de las ideas de esta sección. No trate de usar todo el material durante una sola lección.
Practicar: Pida a los maestros (individualmente o en grupos pequeños) que sigan las pautas de esta sección y escriban unas cuantas preguntas que consideren que podrían ser beneficiosas para los integrantes de la clase en una lección futura. (Podría ser útil extender esta invitación a los maestros unos días antes de la reunión para que puedan ir preparados). Invite a los maestros a que compartan sus preguntas unos con otros y ofrezcan comentarios y sugerencias.
Prepararse: Decidan juntos el tema que tratarán en la reunión siguiente y pida a los maestros que se preparen.