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CAPÍTULO DIEZ: EL CRECIMIENTO DE LA IGLESIA EN OHIO, 1831–1834


CAPÍTULO DIEZ

EL CRECIMIENTO DE LA IGLESIA EN OHIO, 1831–1834

Los primeros años de la Iglesia en Kirtland fueron uno de los períodos más importantes de su historia, aunque en ese tiempo muy pocos miembros hayan comprendido la gran importancia de los sucesos en los que participaban. Wilford Woodruff contaba que en abril de 1834 el profeta José Smith había dicho a un grupo de poseedores del sacerdocio: “Sobre los destinos de esta Iglesia y reino, ustedes no saben mucho más que un pequeñito que todavía está en el regazo de la madre. No lo comprenden… Esta noche ven aquí sólo un puñado de hombres del sacerdocio, pero esta Iglesia llenará América del Norte y del Sur, cubrirá todo el mundo”1. Aun así, a pesar de que la visión de los santos era limitada, les inflamaba el alma de ardor religioso; y la Iglesia creció, se desarrolló y maduró.

José Smith no sólo debía ocuparse de establecer la Iglesia, sino que, igual que otros miembros, él y la esposa, Emma, también estaban tratando de organizar su hogar; y durante sus primeros dos años en Ohio no tuvieron una residencia permanente. En septiembre de 1831, dos semanas después de haber regresado de su viaje a Misuri, el Profeta mudó a su familia a Hiram, Ohio, que estaba a unos cuarenta y ocho kilómetros al sudeste de Kirtland; en Hiram, vivieron alrededor de seis meses con la familia de John Johnson. Durante ese tiempo, José Smith progresó bastante en la traducción de la Biblia con la hábil asistencia de Sidney Rigdon.

OPOSICIÓN Y APOSTASÍA

Desde el principio, la Iglesia no había contado con la aceptación del público; los apóstatas y las historias y artículos difamatorios que la prensa publicaba hacían aumentar su impopularidad. Las personas presentaban diversas razones para justificar su apostasía; por ejemplo, Norman Brown se alejó de la Iglesia porque el caballo se le murió en el viaje a Sión; Joseph Wakefield se apartó después de ver a José Smith jugando con unos niños al salir del cuarto donde traducía; Symonds Ryder perdió la fe en la inspiración del Profeta cuando éste escribió mal su apellido al darle la asignación de predicar; otros se apartaron de la Iglesia por tener dificultades económicas.

Ezra Booth, que había sido ministro metodista, ejerció en esa época mucha influencia después de haber apostatado. Se había convertido a la Iglesia en mayo de 1831 al presenciar la curación de Alice Johnson, cuando el Profeta le sanó un brazo que estaba inutilizado. En el verano de 1831, había sido llamado y enviado a Misuri con otros misioneros (véase D. y C. 52:3, 23). Fastidiado por tener que hacer todo el recorrido a pie e ir predicando por el camino, empezó a criticar a los líderes de la Iglesia; al llegar a Misuri, le desilusionó el no tener manifestaciones espectaculares del Espíritu, como los milagros y el don de lenguas, que esperaba que aumentaran su fervor religioso. Cuando regresó a Ohio, iba lleno de desconfianza y de censuras. El Profeta comentó que Booth se había desilusionado “al darse cuenta de que la fe, la humildad, la paciencia y la tribulación tienen lugar antes de la bendición, y que… debía darlo todo por todos, si es que iba, quizás, a salvar a alguien”2. Booth llegó a Hiram el 1º de septiembre y fue excomulgado cinco días después. Al poco tiempo, él y Symonds Ryder renunciaron públicamente a su fe en un campamento metodista de renovación religiosa que hubo en Shalersville, unos kilómetros al suroeste de Hiram.

Con la esperanza de impedir el progreso de los Santos de los Últimos Días en Ohio, los enemigos de la Iglesia en el condado de Portage quisieron aprovechar la influencia de Booth y lo animaron a publicar sus críticas. Él pensaba que su conversión había influido en otras personas para que aceptaran el Evangelio y quería anular ese efecto así como también disuadir a la gente de convertirse a la Iglesia. Entre el 13 de octubre y el 8 de diciembre de 1831, publicó nueve cartas en el periódico Ohio Star de Ravenna, detallando las objeciones que tenía.

Esas cartas causaron problemas a la Iglesia; se les dio amplia circulación y más tarde formaron parte del primer libro que se escribió contra los mormones, Mormonism Unveiled (“Se desenmascara al mormonismo”), escrito por Eber D. Howe y publicado en 1834. Hacia fines de 1831, se llamó a varios misioneros para contrarrestar la influencia de Booth; y en diciembre el Señor llamó a José Smith y Sidney Rigdon para que unieran sus esfuerzos a los de la obra misional, discutiendo con sus enemigos “en público y en privado”; además, les prometió: “…no hay arma forjada en contra de vosotros que haya de prosperar” (D. y C. 71:7, 9). Los dos hombres trabajaron unas cinco semanas luego de lo cual el Profeta dijo que su obra “logró en gran forma calmar los ánimos enardecidos por causa de la publicación de las escandalosas cartas”3.

No obstante, la mala influencia de Booth y Ryder continuó y, el 24 de marzo de 1832, estalló la violencia en Hiram cuando un populacho de veinticinco o treinta hombres, envalentonados por el alcohol, atacó las casas de José Smith y de Sidney Rigdon. El Profeta había estado hasta tarde cuidando a su pequeño hijo adoptivo, que estaba enfermo de sarampión, y por fin se había quedado dormido en una cama plegadiza. Despertó súbitamente, mientras lo arrastraban fuera de la casa en medio de los gritos de su esposa Emma, y, aunque luchó por defenderse, fue dominado por sus enemigos. Los de la turba lo ridiculizaron, lo sofocaron, lo desnudaron y trataron de forzarle ácido garganta abajo; el recipiente que contenía el líquido le quebró un trozo de un diente, lo que hizo que después tuviera un ligero sonido sibilante al hablar. Un hombre lo arañó “con unas uñas como de gato salvaje, al mismo tiempo que exclamaba: ‘¡Maldito! ¡Esta es la manera en que cae el Espíritu Santo sobre la gente!’ “ A continuación, le untaron brea por todo el cuerpo, lo cubrieron de plumas y lo dejaron sufriendo. Cuando por fin pudo llegar a su casa, la hermana Smith se desmayó a la vista de la brea, que confundió con sangre. Los amigos se pasaron la noche limpiándolo, y al día siguiente, que era domingo, el Profeta predicó en una reunión a la cual asistieron algunos del populacho de la noche anterior, y después bautizó a tres personas4.

Durante el ataque, la puerta de la casa de los Johnson [donde vivían los Smith] quedó abierta; el niñito enfermo, Joseph Smith (que antes se apellidaba Murdock), tomó un enfriamiento y a los cinco días falleció. Esa misma noche, sacaron de su casa al élder Rigdon arrastrándolo de los talones, y la cabeza le quedó gravemente lesionada al golpearse contra la tierra congelada y dispareja; a raíz de eso, estuvo varios días delirando5.

LA VISITA A MISURI EN 1832

Poco después del ataque, el Señor mandó al Profeta que volviera a Misuri (véase D. y C. 78:9); algunos de los miembros del condado de Jackson sentían envidia porque él residía en Ohio y ellos tenían que vivir en un lugar que estaba empezando a colonizarse, así que el Señor le explicó que debía ir a Misuri a hablar con esas personas, pues Satanás trataba de aprovechar la situación para “desviar sus corazones de la verdad” (D. y C. 78:10). Otro motivo de esa visita era coordinar la operación de los almacenes de la Iglesia en Kirtland e Independence. Una revelación que se recibió en marzo de 1832 indicaba que en ambos lugares debía existir un almacén (véase D. y C. 78). Las ganancias de la tienda de Independence debían emplearse para ayudar a los santos inmigrantes. Uno de los asuntos que José Smith tenía que atender en Misuri era unir las dos firmas y consolidar las operaciones económicas de la Iglesia.

El tiempo que pasó en Misuri fue breve pero productivo. El 26 de abril se realizó un “consejo general” en el que se sostuvo a José Smith como Presidente del Sumo Sacerdocio, cargo al que se le había ordenado en una conferencia similar que había tenido lugar en Amherst, Ohio, el 25 de enero de ese año; durante la sesión de la tarde, se le dio al Profeta una revelación (D. y C. 82) con instrucciones de combinar las organizaciones económicas de Kirtland e Independence en una, que se llamaría la Firma Unida, a fin de que fueran “independientes de toda carga bajo el reino celestial, [unidos] por lazos y convenios de amistad y amor mutuos”6. Los líderes concordaron en que la firma manejara los asuntos económicos de la Iglesia y autorizaron a Newel K. Whitney, el obispo de Ohio, para que negociara un préstamo de quince mil dólares con el fin de comprar suministros para la compañía. El Profeta comentó que cuando él y sus acompañantes llegaron al municipio de Kaw, los santos los recibieron “con una bienvenida que sólo se conoce entre los hermanos unidos en una misma fe… Es bueno regocijarse con el pueblo de Dios”7.

A principios de mayo, José Smith, Newel K. Whitney y Sidney Rigdon partieron de regreso en diligencia. Cerca de Greenville, Indiana, los caballos se asustaron y empezaron a correr desbocados; el obispo Whitney saltó del carruaje, pero se le enganchó el abrigo y se le atascó un pie en una de las ruedas, fracturándole la pierna en varias partes. José Smith y Sidney Rigdon pudieron escapar sin lastimarse. Después de eso, el Profeta se quedó un mes con el obispo Whitney en Greenville, mientras el hermano Rigdon continuaba el viaje a Kirtland llevando la noticia. Durante ese tiempo, José Smith disfrutó a menudo de caminar a solas por los bosques. En una carta a su esposa, le decía que casi todos los días iba a un bosque que estaba en las afueras del pueblo para orar y meditar: “He tenido oportunidad de recordar todos los momentos pasados de mi vida, lo que me hace lamentar y derramar lágrimas por la necedad de haber permitido que el adversario de mi alma tuviera tanto poder sobre mí como el que ha tenido en el pasado; pero Dios es misericordioso y me ha perdonado los pecados cometidos”8.

Un día, después de comer, el Profeta se sintió mal y empezó a vomitar tan violentamente que se le dislocó una mandíbula. El obispo Whitney le dio una bendición de salud con la que sanó inmediatamente, pero los efectos del tóxico que lo había enfermado le hicieron perder parte del cabello. A continuación, decidió que era mejor continuar el viaje, asegurándole al obispo Whitney que harían la jornada sin contratiempos: “Le dije que, si aceptaba que partiéramos por la mañana, iríamos en la carreta hasta el río, a una distancia de unos seis kilómetros, donde encontraríamos esperándonos una barcaza que nos llevaría rápidamente a la otra orilla, donde hallaríamos un carro que nos conduciría directamente al embarcadero, donde habría un barco esperando, y estaríamos navegando por el río antes de las diez de la mañana”9. Los hombres viajaron exactamente como José Smith lo había predicho y llegaron a Kirtland a principios de junio.

En el transcurso de los meses siguientes, el Profeta volvió a ocuparse de la traducción inspirada de la Biblia la mayor parte del tiempo, con excepción de un rápido viaje que hizo en el otoño con el obispo Whitney, a las ciudades de Nueva York y Boston; allí se encargaron de algunos asuntos, además de amonestar a los habitantes a arrepentirse y aceptar el Evangelio (véase D. y C. 84:114–115). Llegaron de regreso a Kirtland el 6 de noviembre de 1832, apenas unas horas después que la hermana Smith había dado a luz a su cuarto hijo, Joseph Smith III, el primero que sobrevivió10.

Más adelante, llegaron a Kirtland Brigham Young y Heber C. Kimball, que provenían del norte del estado de Nueva York; hacía poco que se habían bautizado en la Iglesia y tenían grandes anhelos de conocer al Profeta. Esa noche, en una reunión, el hermano Young habló en lenguas mientras oraba. Al contestar unas preguntas sobre el don de lenguas, José Smith profetizó que Brigham Young llegaría un día a presidir la Iglesia11.

Durante la primavera y el verano de 1833, el Profeta dedicó la mayor parte de su tiempo a la traducción de la Biblia, la enseñanza en la Escuela de los Profetas y el comienzo de la construcción del Templo de Kirtland.

LA MISIÓN DE JOSÉ SMITH A CANADÁ

En el otoño de 1833 [últimos meses del año], José Smith y Sidney Rigdon fueron a la región de Canadá que está al norte de los Grandes Lagos, accediendo a una solicitud de Freeman Nickerson, reciente converso, que los convenció de que los hijos de él que vivían allá aceptarían el Evangelio. Ese viaje fue histórico. No era la primera vez que habían ido misioneros a Canadá (hubo algunos intentos breves en 1830, 1832 y ese mismo año), pero la visita del Profeta encendió una chispa que dio a la obra un impulso considerable; él llegó a sentir gran amor por los canadienses y los visitó de nuevo en 1837; además, durante toda su vida se aseguró de que la obra misional continuara sin interrupción en ese país.

En Mount Pleasant, José Smith y Sidney Rigdon bautizaron a doce personas, entre ellas a los hijos del élder Nickerson y sus respectivas familias, los que formaron el núcleo de la rama allí.

Una de las personas que vivía en la casa de Eleazer Freeman Nickerson, en Mount Pleasant, se llamaba Lydia Bailey y respondió con todo el corazón al mensaje del Evangelio. Se había criado en Massachusetts y en Nueva York, y a los dieciséis años se casó con un hombre llamado Calvin Bailey, quien se embriagaba y que la hizo muy desgraciada. Después de tres años de matrimonio las abandonó a ella, que estaba esperando un niño, y a la pequeña hijita de ambos. El niño, un varoncito, murió al nacer, y en menos de un año más tarde también la hija falleció. Lydia Bailey tenía veinte años cuando se quedó sola, y se fue a Canadá, a casa de los Nickerson, para recobrarse emocionalmente; allá conoció a José Smith, quien le dijo: “Usted será la salvadora en la casa de su padre”. La hermana Bailey se mudó más adelante a Kirtland, donde conoció a Newel Knight, que era entonces viudo, y se casó con él. Pasados muchos años, después de haberse trasladado a Utah, hizo la obra de las ordenanzas del templo por setecientos de sus antepasados, en el Templo de Saint George, Utah, cumpliéndose así la profecía de José Smith12.

El diario de misionero de José Smith nos permite vislumbrar algo de su carácter. Igual que otros misioneros, él también se preocupaba por su familia y tuvo que pasar alternativamente por éxitos y fracasos. Muchas veces anotaba en su diario oraciones breves; por ejemplo, el 14 de octubre de 1833, al empezar un viaje anotó esto: “Señor, acompáñanos en nuestra jornada”. Y el 22 de octubre, escribió: “Esperamos que se pueda hacer todavía mucho bien en Canadá, y en tu nombre pedimos que nos lo concedas, oh Señor”. El 23, refiriéndose a la gente supersticiosa a quien habían predicado, escribió esta oración: “Oh Dios, establece tu palabra entre estas personas”13.

La misión en esa región de Canadá fue una de las catorce que cumplió José Smith durante la época de Kirtland. Entre 1831 y 1838, salió de Ohio por lo menos una vez por año para trabajar como misionero regular, al mismo tiempo que cumplía sus responsabilidades de Presidente de la Iglesia.

LA TRADUCCIÓN QUE HIZO JOSÉ SMITH DE LA BIBLIA

La traducción inspirada que hizo José Smith de la Biblia fue una de las labores fundamentales de su obra de Profeta y tuvo una gran influencia en la Iglesia; gracias a ese trabajo, aumentó considerablemente el conocimiento que tenía de los principios del Evangelio y de los tratos de Dios con Sus profetas y con Su pueblo en la antigüedad; esa labor era para él una parte importante de su llamamiento y se dedicó diligentemente a ella; era la principal preocupación que tenían él y Sidney Rigdon cuando estaban en su pueblo, en Ohio. La frecuencia con la que se habla de “la traducción” en las revelaciones y en los documentos históricos de ese período subraya la importancia de la obra, que el Profeta había comenzado en Nueva York, en 1830. Cuando llegó a Ohio, en febrero de 1831, continuó trabajando en el Antiguo Testamento con la ayuda del élder Rigdon, que era su escriba; pero a principios de marzo se le mandó trabajar en la traducción del Nuevo Testamento (véase D. y C. 45:60–61), y durante los dos años siguientes ambos hombres continuaron su labor de traducción del Antiguo y el Nuevo Testamentos. El 2 de julio de 1833, declararon terminada su obra con gran júbilo14.

Además del importante legado que es para la Iglesia la traducción de la Biblia hecha por José Smith (TJS), hubo también numerosas revelaciones, que ahora se hallan en Doctrina y Convenios, que el Profeta recibió mientras trabajaba en la traducción inspirada. El estudiar la Biblia lo motivó a preguntar al Señor sobre diversos asuntos serios de doctrina y de organización; las secciones 76, 77 y 91 están directamente relacionadas con la labor de traducir, “y probablemente [también] gran parte de la doctrina y las instrucciones de las secciones 74, 84, 86, 88, 93, 102, 104, 107, 113 y 132“. Es posible que muchas otras tengan una relación indirecta con esa obra15.

EL ORIGEN DE DOCTRINA Y CONVENIOS

Las revelaciones que recibió el profeta José Smith contenían instrucciones oportunas del Señor con respecto a la doctrina y al gobierno de la Iglesia. A los tres meses de haberse organizado ésta, el Profeta y John Whitmer habían puesto en orden y copiado las revelaciones que se habían recibido hasta ese momento. De vez en cuando, José Smith daba una copia a algún amigo, a los misioneros y a algunos miembros de la Iglesia, pero la mayoría de las personas no tenían acceso a ellas. En 1831, el establecimiento de una imprenta en Misuri les ofreció la oportunidad de publicarlas; este asunto fue tema de conversación en varias conferencias que se llevaron a cabo en Hiram, Ohio, en noviembre de 1831; en esa fecha ya se habían recibido más de sesenta revelaciones. El 1º de noviembre, se acordó entregar a William W. Phelps una copia para que imprimiera diez mil ejemplares en forma de libro (el número de impresos se redujo después a tres mil). El título, que era “Book of Commandments” [El libro de los mandamientos] se sacó de una revelación que se recibió en esa conferencia, y que el Señor mencionó como “mi prefacio para el libro de mis mandamientos” (D. y C. 1:6).

Ese mismo día, un poco más tarde, hubo hermanos que hicieron comentarios despectivos sobre el lenguaje y la redacción de las revelaciones; por consiguiente, el Señor dio otra revelación en la que desafiaba a los críticos a escoger “el menor” de los mandamientos y dárselo al más erudito de los hermanos para que lo escribiera en forma similar (véase D. y C. 67:4–9). William E. McLellin, que era maestro de escuela y converso reciente, aceptó el reto presuntuosamente. El Profeta comentó: “[McLellin] considerándose en su propia estima el más erudito, y con más educación que sentido común, se esforzó por escribir un mandamiento semejante al menor de los que el Señor había dado, pero fracasó. Escribir en el nombre del Señor era una terrible responsabilidad”. Esa experiencia renovó la fe de los hermanos en las revelaciones, y acordaron “testificar de su veracidad a todo el mundo”16. Después, el Profeta escribió que las revelaciones eran “el fundamento de la Iglesia en estos postreros días”17.

En otras sesiones de conferencia se completaron los detalles para la publicación del libro; el 3 de noviembre se agregó un “apéndice” a las revelaciones (que más tarde pasó a ser la sección 133 de Doctrina y Convenios). En otra conferencia que se realizó el 8 de noviembre se mandó a José Smith corregir, con la dirección del Espíritu Santo, los errores que él mismo había descubierto en la copia manuscrita de las revelaciones. El 12 de ese mes, el Señor llamó a John Whitmer, el historiador y registrador de la Iglesia, para que acompañara a Oliver Cowdery, a quien se le había mandado llevar a Misuri los manuscritos para imprimirlos (véase D. y C. 69). En otra revelación que se recibió ese día se llamaba a seis hermanos para que fueran “mayordomos de las revelaciones y mandamientos” (D. y C. 70:3); a ese grupo se le dio el nombre de “Firma literaria”18.

El 20 de noviembre, Oliver Cowdery y John Whitmer partieron para Misuri; llegaron a Independence el 5 de enero de 1832, después de un viaje frío y prolongado. En junio el élder Phelps empezó a publicar trozos de las revelaciones en el periódico Evening and Morning Star y a preparar los tipos para el “Libro de los mandamientos”.

CAMBIOS EN LA ORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA

El rápido crecimiento19 de la nueva Iglesia exigió que se expandiera considerablemente su organización. De acuerdo con el principio de dar la revelación “línea sobre línea, precepto tras precepto” (D. y C. 98:12), el Señor fue dirigiendo el establecimiento del gobierno de la Iglesia según se presentaba la necesidad. En 1830, inmediatamente después de haber sido organizada, se llamó para el ministerio a algunos hombres a los que se ordenó a uno de cuatro oficios del sacerdocio: diácono, maestro, presbítero y élder; el año siguiente se agregaron otros oficios.

El primero de estos nuevos oficios fue el de obispo, al cual fue llamado Edward Partridge en febrero de 1831 (véase D. y C. 41:9); pero no se revelaron sus deberes todos a la vez. Las primeras revelaciones sobre el oficio de obispo le daban la responsabilidad de poner en práctica la ley de consagración; específicamente, estaba a cargo de recibir las consagraciones, asignar las mayordomías y mantener un almacén para ayudar a los pobres; también tenía que comprar tierra y construir casas de adoración (véase D. y C. 42:30–35; 51:1–3). Al aumentar sus responsabilidades, el Señor llamó agentes que le ayudaran recibiendo fondos, comprando propiedades y atendiendo a asuntos seculares (véase D. y C. 51:8; 53:4; 58:49; 84:113).

Más adelante, otras revelaciones dieron al obispo deberes judiciales; al principio, eran los tribunales de élderes los que administraban la disciplina en la Iglesia, con la presencia del obispo si era posible (véase D. y C. 42:82). En agosto de 1831, se definió más claramente la función del obispo como juez común en Israel, diciendo que debía “juzgar a su pueblo por el testimonio de los justos, y con la ayuda de sus consejeros, conforme a las leyes del reino dadas por los profetas de Dios” (D. y C. 58:18); aun así, los tribunales de élderes y más tarde los sumos consejos se encargaron de gran parte de los asuntos judiciales en Kirtland. En ese entonces, el obispo no tenía las responsabilidades eclesiásticas de pastor que después pasaron a ser un aspecto tan importante de su llamamiento.

Después de que Edward Partridge se mudara a Misuri, se llamó a un segundo obispo, Newel K. Whitney, en diciembre de 1831. Entre sus deberes estaba el de determinar si los miembros de Ohio eran dignos y proporcionar a los que quisieran mudarse a Misuri, antes de la mudanza, certificados dirigidos al obispo de Sión atestiguando su dignidad.

Las funciones del Presidente de la Iglesia, y después, los de la Primera Presidencia, se definieron en los primeros años en Kirtland. En la reunión en la que se organizó la Iglesia, José Smith fue llamado a ser “vidente, traductor, profeta, apóstol de Jesucristo, élder de la Iglesia” (D. y C. 21:1), y el Señor aclaró que él era el único autorizado para recibir revelaciones para toda la Iglesia (véase D. y C. 28:1–6). En la conferencia que se realizó del 3 al 6 de junio de 1831, por primera vez se ordenó a varios hermanos al oficio de sumo sacerdote. Más tarde, el 25 de enero de 1832, en una conferencia que hubo en Amherst, Ohio, se ordenó a José Smith “Presidente del Sumo Sacerdocio”20.

Durante casi dos años el Profeta presidió la Iglesia sin consejeros. A principios de marzo de 1832, se le autorizó para nombrar los primeros consejeros, y el 8 de ese mes eligió a Jesse Gause y a Sidney Rigdon de entre los nuevos sumos sacerdotes. El 15 de marzo recibió una revelación que anunciaba que esa Presidencia poseía “las llaves del reino” (D. y C. 81:2). Jesse Gause se apartó de la Iglesia en 1832, y el 18 de marzo de 1833 se reorganizó la Primera Presidencia con Frederick G. Williams como el nuevo consejero.

El llamamiento de un Patriarca de la Iglesia era una de las responsabilidades de José Smith. Muchas personas querían que él pidiera al Señor una revelación para ellas, pero con el crecimiento de la Iglesia eso pasó a ser un inconveniente. El 18 de diciembre de 1833, mientras daba bendiciones a sus familiares, el Profeta recibió la inspiración de llamar y ordenar a su padre para ser el primer Patriarca de la Iglesia. Desde ese momento hasta su muerte, ocurrida en 1840, Joseph Smith, padre, viajó entre las ramas de la Iglesia llevando a cabo en ellas reuniones especiales de bendición en las que dio la bendición patriarcal a muchos miembros fieles. Además de dar revelación individual a la persona, la bendición patriarcal también le declaraba su linaje en la casa de Israel.

El 17 de febrero de 1834 se organizó en Kirtland la primera estaca de Sión; al principio, se nombró a los miembros de la Primera Presidencia para ser la presidencia de la estaca. Al haberse organizado también en Kirtland el sumo consejo, surgió otro plano del sistema judicial de la Iglesia. De acuerdo con las minutas de la reunión, el propósito de ese sumo consejo era “allanar dificultades serias que pudieran surgir en la iglesia, las cuales ni la iglesia ni el consejo del obispo pudiesen arreglar a satisfacción de las partes” (D. y C. 102:2). Era un tribunal de jurisdicción original para casos difíciles y un tribunal de apelaciones; las decisiones de este consejo se podían apelar también a la Primera Presidencia. El segundo sumo consejo se organizó el 3 de julio de ese mismo año en el condado de Clay, Misuri.

REVELACIONES DOCTRINALES

Casi una tercera parte de las revelaciones de Doctrina y Convenios se recibieron entre agosto de 1831 y abril de 1834, dando a los santos una comprensión nueva del Evangelio así como normas de gran valor para su conducta diaria. Por ejemplo, el 16 de febrero de 1832, José Smith y Sidney Rigdon recibieron una revelación que les aclaraba una duda que había surgido mientras trabajaban en la traducción de la Biblia. Su comprensión del plan de salvación se expandió considerablemente con una visión del Padre y del Hijo, de la caída de Satanás, de los hijos de perdición y de los reinos de gloria.

En el otoño de 1832, durante una conferencia de la que un grupo de misioneros recién llegados estaba disfrutando, el Señor dio una importante revelación sobre el sacerdocio (D. y C. 84), la cual comienza diciendo que la Nueva Jerusalén y el templo se levantarían en Misuri; además de una breve historia de la descendencia del sacerdocio a través de los antiguos Patriarcas y Profetas, el Señor explicó que el Sacerdocio Mayor o de Melquisedec tiene la autoridad de administrar las ordenanzas del Evangelio (véase el vers. 19); y que el Sacerdocio Menor o Aarónico administra las ordenanzas del “Evangelio preparatorio” (véase el vers. 26). La revelación continúa explicando que los poseedores del sacerdocio lo reciben por un “juramento y convenio” (vers. 40), y que si obedecen éste fielmente les traerá la vida eterna. También se enseña sobre la luz de Cristo y las señales que seguirán a los que prediquen el Evangelio. La revelación termina con instrucciones para los misioneros y otros ministros del Evangelio.

El Señor también les habló de la guerra y la paz. En la Navidad de 1832, dio una revelación que contenía la profecía sobre la Guerra Civil de los Estados Unidos (la Guerra de Secesión), que iba a ser el comienzo de las guerras “que pronto acaecerán” y que al fin se extendería “sobre todas las naciones” (D. y C. 87:1–2); se les advirtió a los miembros: “…permaneced en lugares santos y no seáis movidos” (vers. 8), pues al abarcar la guerra todo el globo, sólo estarían a salvo en esas condiciones. Dos días después, José Smith recibió otra revelación, a la que él se refirió como “la hoja de olivo que hemos arrancado del árbol del Paraíso, el mensaje de paz del Señor a nosotros”21. No se trataba de una explicación para resolver los problemas humanos nacionales e internacionales, sino que más bien desviaba la atención de los santos de las preocupaciones triviales para que la concentraran en asuntos eternos como la preparación para la segunda venida del Señor y la obediencia a la ley que conduce a la exaltación en el reino celestial.

En esa revelación se daba instrucciones para la formación de una “escuela de los profetas” con el fin de preparar a los hermanos para servirse mejor el uno al otro (véase D. y C. 88:118–141). Esa escuela empezó a funcionar a fines de enero de 1833, en un cuarto alto que había sobre la tienda de los Whitney, y sus reuniones fueron el escenario de muchas experiencias espirituales extraordinarias y de profundas conversaciones sobre principios del Evangelio.

Durante los primeros años de la Iglesia los miembros se preocupaban por cuestiones de alimentación. En una colonia de cuáqueros que había cerca, existía un régimen alimenticio muy severo por el que se prohibía comer carne. En marzo de 1831, el Señor le dijo a José Smith que esa doctrina no era de Dios, porque “las bestias del campo, las aves del cielo y lo que viene de la tierra se han ordenado para el uso del hombre como alimento y vestido” (D. y C. 49:19); y una revelación recibida en Misuri, en agosto de ese año, prevenía que los hombres debían utilizar esas cosas “con juicio, no en exceso” (D. y C. 59:20).

En el invierno de 1833, la Escuela de los Profetas se reunía con frecuencia para tratar asuntos de la Iglesia; como era la costumbre de la época, muchos de los hermanos mascaban tabaco o fumaban. Según comentó Brigham Young, a José Smith le preocupaba tener que enseñar en medio “de una nube de humo de tabaco”, y la hermana Smith se quejaba de lo que tenía que limpiar en el cuarto después de cada reunión; esto hizo que el Profeta consultara al Señor con respecto al uso del tabaco; en respuesta, recibió la revelación que se conoce hoy como “la Palabra de Sabiduría”22. En esa revelación se prohíbe el consumo del vino, las bebidas fuertes, el tabaco y las “bebidas calientes”, las cuales se interpretaron como café y té; también se destacan los beneficios de las verduras, las frutas y los granos. Se promete a los santos que, si obedecen la Palabra de Sabiduría, tendrán salud y fortaleza, “hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento” y “el ángel destructor pasará de ellos” (D. y C. 89:19, 21).

En 1833, el Señor también moldeó el carácter político de los Santos de los Últimos Días, especialmente en lo relacionado con la Constitución de los Estados Unidos. Había dos principios fundamentales: La Constitución era un documento inspirado escrito “por mano de hombres sabios que levanté para este propósito mismo” (D. y C. 101:80); y tenía aplicación universal. El Señor explicó que la ley constitucional, que garantiza los derechos y las libertades, “pertenece a toda la humanidad y es justificable ante mí” (D. y C. 98:5); confirmó, además, que se estableció con el fin de preservar “los derechos y la protección de toda carne, conforme a principios justos y santos; para que todo hombre obre en doctrina y principio… de acuerdo con el albedrío moral que yo le he dado, para que todo hombre responda por sus propios pecados en el día del juicio” (D. y C. 101:77–78). José Smith expresó la manera de pensar de los santos con respecto a la Constitución, cuando dijo que “es un pendón glorioso, fundado en la sabiduría de Dios. Es un estandarte celestial… Es como un gran árbol bajo cuyas ramas se pueden refugiar los hombres de todas partes para protegerse de los ardientes rayos del sol”23.

KIRTLAND, EL CENTRO DE LA OBRA MISIONAL

Por ser la sede de la Iglesia, Kirtland era también el centro de la obra misional en esa época; la ciudad estaba cerca de las rutas principales de transporte y en ella se hallaba la mayor concentración de miembros; era el punto de partida de las misiones que iban a Canadá y a los estados del Noreste, a los del centro de la costa del Atlántico, a los del Medio Oeste y a los del Sur. Por todo el estado de Ohio mismo se encontraban misioneros que lo atravesaban en el camino de ida o de regreso de sus misiones. Muchas veces los que no podían ir en una misión larga o los que tenían que permanecer allí durante los meses de invierno iban a predicar en las comunidades vecinas.

Por lo general, los misioneros llevaban a cabo su labor entre sus propios familiares o en la comunidad en la que vivían antes de trasladarse a Ohio; las misiones podían tener una duración de pocos días o hasta de un año o más, pero la mayoría eran cortas; casi todas seguían un cierto orden en el que los misioneros salían por unas semanas o unos meses a predicar, regresaban a Kirtland para descansar y recuperarse, y después volvían a salir en otra misión24. A veces, como sucedió con Orson Pratt, Orson Hyde, Erastus Snow, Brigham Young y otros, ese ciclo se repitió una y otra vez en su primera década de miembros de la Iglesia.

Antes de que se organizaran el Quórum de los Doce Apóstoles y el Primer Quórum de los Setenta en 1835, eran los quórumes locales del sacerdocio, el sumo consejo o la Presidencia de la Iglesia los que tenían la responsabilidad de dirigir la obra misional, y éstos hicieron esfuerzos por mejorar la capacitación de los misioneros. La Escuela de los Profetas y la Escuela de los Élderes tenían una importante función en esa enseñanza; en esta última, José Smith y Sidney Rigdon presentaban discursos sobre la fe [Lectures on Faith] y se aconsejaba a los misioneros que los aprendieran de memoria a fin de enseñar los preceptos del Evangelio en forma lógica y sistemática. En una revelación se mandaba a los hermanos estudiar geografía, geología, historia, profecías, costumbres, guerras e idiomas, “a fin de que estéis preparados en todas las cosas, cuando de nuevo os envíe a magnificar el llamamiento al cual os he nombrado y la misión con la que os he comisionado” (D. y C. 88:80).

Aunque lo más común era ir de puerta en puerta, a menudo los misioneros tenían más éxito con los grupos pequeños que se formaban en casa de las personas interesadas. Muchos misioneros preferían las reuniones públicas; utilizaban para predicar cualquier espacio disponible, que podía ser un granero, una escuela, una capilla, una casa particular o un juzgado (tribunal). Hablaban sobre las profecías, el Libro de Mormón, las señales de los tiempos, los dones del Espíritu, la Apostasía y la Restauración, pero se les advertía que en sus prédicas evitaran referirse a los “misterios” del Evangelio. Generalmente, después de predicar, el élder daba la oportunidad a quien quisiera de responder al mensaje presentado; esta técnica atraía la atención del público sobre los ministros del clero local, pues si no contestaban, su silencio se interpretaba como señal de asentimiento o de que se daban por vencidos; por lo tanto, con frecuencia se originaban debates sobre el Evangelio; después de éstos, el compañero del predicador exhortaba a los presentes a aceptar el bautismo25.

Los misioneros enfrentaban muchas veces el rechazo, la hostilidad o la indiferencia de la gente. Su desilusión era mucho más dolorosa cuando el incrédulo era un miembro de su propia familia. En 1832, Orson Hyde fue a visitar familiares que vivían en Nueva York y New Hampshire para hablarles del Evangelio. Su hermano Asahel permaneció impasible ante el mensaje, y Hyde anotó que se habían separado “con el corazón lleno de dolor”; tres meses más tarde, intentó lo mismo con la hermana y el cuñado, pero ellos también rechazaron sus palabras. Él escribió lo siguiente: “Tomamos nuestras cosas y salimos, y a todos nos brotaron lágrimas… era como si me atravesaran el corazón; y todo lo que puedo decir es ‘Que se haga la voluntad del Señor’ ”26.

Los clérigos presentaban a los misioneros una oposición particularmente insistente y muchas veces ingeniosa. En 1835, un ministro bautista le pasó por la ventana un revólver de aire comprimido a un amigo, que escuchaba predicar al élder George A. Smith. El élder Smith describió después la escena de esta manera: “[El hombre disparó] fajos de estopa en mi dirección durante todo el tiempo en que estuve predicando. Tenía una puntería excelente con el revólver de aire comprimido, y casi todos los puñados de estopa me dieron en la cara; les eché mano a unos cuantos. Muchos de los presentes lo consideraban muy divertido, pero algunos siguieron prestándome toda su atención. Terminé el discurso sin darme por enterado de la injuria”27.

A pesar de los ataques, aquellos primeros misioneros, inspirados por la fe y el testimonio, tuvieron un éxito extraordinario y se mantuvieron inmutables ante la constante oposición, las provocaciones y la crítica; la obra prosperó y se estableció para la Iglesia un patrón de progreso continuo y acelerado. ¿Acaso el Señor no había dicho que el campo “blanco [estaba] ya para la siega” (D. y C. 4:4)?

En los periódicos de la Iglesia, el Evening and Morning Star y el Latter-day Saints’ Messenger and Advocate, se publicaban cartas provenientes de las ramas remotas de la Iglesia, y en éstas se pedía frecuentemente más misioneros. Ambas publicaciones contenían también instrucciones, decisiones de las Autoridades Generales, información sobre el progreso de la Iglesia y explicaciones de doctrina del Evangelio.

La mayoría de las conferencias y reuniones, tanto en Kirtland como en las ramas de los alrededores, se dedicaban a temas misionales. La encomienda de llevar el Evangelio restaurado a toda la tierra recibió impulso desde el principio en la sede de la Iglesia en Kirtland. Pero al mismo tiempo que la obra progresaba en Ohio, en Sión surgían graves problemas entre los santos y sus vecinos del condado de Jackson, Misuri.

NOTAS

  1. En Conference Report, abril de 1898, pág. 57.

  2. History of the Church, 1:216.

  3. History of the Church, 1:241.

  4. History of the Church, 1:261–264.

  5. Véase History of the Church, 1:265.

  6. History of the Church, 1:269.

  7. History of the Church, 1:269.

  8. Carta de José a Emma Smith, fechada el 6 de junio de 1832, citada en The Personal Writings of Joseph Smith, ed. por Dean C. Jessee, Salt Lake City: Deseret Book Company, 1984, pág. 238.

  9. History of the Church, 1:272.

  10. Véase History of the Church, 1:295.

  11. Véase de Brigham Young, “History of Brigham Young”, Millennial Star, julio 11 de 1863, pág. 439.

  12. En Lydia Knight’s History, Salt Lake City: Juvenile Instructor Office, 1883, págs. 10–13, 23, 101.

  13. Citado por Jessee, en Personal Writings of Joseph Smith, págs. 18–19.

  14. Véase History of the Church, 1:368.

  15. Robert J. Matthews, “A Plainer Translation”, Joseph Smith’s Translation of the Bible: A History and Commentary, Provo: Brigham Young University Press, 1975, pág. 256; véase también págs. 264–265.

  16. History of the Church, 1:226.

  17. History of the Church, 1:235.

  18. Véase History of the Church, 2:482–483.

  19. Esta sección se ha tomado de la obra de Milton V. Backman, hijo, The Heavens Resound: A History of the Latter-day Saints in Ohio, 1830–1838; Salt Lake City: Deseret Book Co., 1983, págs. 237–247.

  20. History of the Church, 1:267.

  21. En la obra de B. H. Roberts, The Missouri Persecutions, Salt Lake City: Bookcraft, 1965, pág. 61.

  22. En Journal of Discourses, 12:158.

  23. History of the Church, 3:304.

  24. Véase de Davis Bitton, “Kirtland as a Center of Missionary Activity, 1830–1838“, Brigham Young University Studies, verano de 1971, págs. 499–500.

  25. Párrafo tomado de la obra de James B. Allen y Glen M. Leonard, The Story of the Latter-day Saints; Salt Lake City: Deseret Book Co., 1976, pág. 73.

  26. Diario de la misión de Orson Hyde, texto mecanografiado, 1832, Brigham Young University, Special Collections, Provo, págs. 14–15, 31.

  27. George A. Smith, “My Journal”, Instructor, oct. de 1946, pág. 462.

Historia

Fecha

 

Acontecimientos importantes

Agosto de 1831

José Smith regresa de su primera visita a Misuri.

Octubre–diciembre de 1831

Ezra Booth ataca a la Iglesia en la prensa.

1º de noviembre de 1831

En una conferencia de élderes se vota publicar el Libro de Mandamientos.

4 de diciembre de 1831

Se llama a Newel K. Whitney para ser obispo en Ohio.

25 de enero de 1832

Se sostiene a José Smith como Presidente del Sumo Sacerdocio.

16 de febrero de 1832

Se recibe la visión de los tres grados de gloria (D. y C. 76).

24 de marzo de 1832

Un populacho cubre de brea y plumas a José Smith y Sidney Rigdon.

Abril de 1832

El Profeta visita Misuri por segunda vez.

25–27 de diciembre

Se revelan la profecía sobre la guerra (D. y C. 87) de 1832 y “la hoja de olivo” (D. y C. 88).

Enero de 1833

Se abre la Escuela de los Profetas en Kirtland.

27 de febrero de 1833

Se revela la Palabra de Sabiduría (D. y C. 89).

8 de marzo de 1833

Se anuncia por revelación que la Primera Presidencia tiene “las llaves del reino” (D. y C. 90:3)

18 de diciembre de 1833

Se ordena a Joseph Smith para ser el primer patriarca.

17 de febrero de 1834

Se nombra el sumo consejo de Kirtland.

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map of northeast Ohio

La región del noreste de Ohio.

Lago Erie

Ohio

Amherst

Cleveland

Mentor

Kirtland

Fairport

Painesville

Hiram

Shalersville

Ravenna

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John Johnson home

La casa de John Johnson, en Hiram, Ohio, donde el profeta José Smith recibió muchas revelaciones. Una de las más grandiosas revelaciones doctrinales de esta dispensación, conocida como “la Visión” (D. y C. 76), la recibió en esta casa.

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mob tarring and feathering Joseph Smith

El populacho cubre de brea y plumas a José Smith, cuadro de C. C. A. Christensen, pintor pionero.

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watch
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letter opener

El reloj que el profeta José Smith regaló a Newel K. Whitney y un abrecartas que regaló al hermano Whitney y a la esposa, Elizabeth.

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map of Great Lakes region

Lugares históricos de la Iglesia en Canadá, al norte de los Grandes Lagos.

Lago Erie

Lago Ontario

Nueva York

Pensilvania

Ohio

Canadá

Kirtland

Ashtabula

Springfield

Westfield

Perrysburg

Lodi

Buffalo

Mount Pleasant

Waterford

Colborne

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flyleaf of Joseph Smith’s Bible

Guarda de la Biblia de José Smith (versión del rey Santiago), que contiene la siguiente anotación hecha por el Profeta:

“El Libro de los Judíos. Propiedad de José Smith, hijo, y de Oliver Cowdery.

“Comprado el 8 de octubre de 1829, en la librería de Egbert B. Grandin, Palmyra, Condado de Wayne, Nueva York.

“Precio: $3,75

“Santidad al Señor.”

Cortesía de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días Reorganizada.

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title page of Book of Commandments

El Libro de los Mandamientos.

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Edward Partridge

Edward Partridge (1793–1840). El Señor lo comparó con Natanael de la antigüedad (véase D. y C. 41:11).

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handwritten certificate

El certificado del llamamiento de obispo de Edward Partridge.

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Joseph Smith, Sr.

Joseph Smith, padre del Profeta (1771–1840).

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first story floor plan

Plano del edificio de la tienda de Newel K. Whitney.

Planta baja

Segundo piso

Tienda

Cocina de Emma Smith

Cuarto de suministros

Escuela de los Profetas

Cuarto de traducción

Vestíbulo

Dormitorio del Profeta

Dormitorio del empleado