Capítulo 48
Paz en América
Las personas que se arrepentían de sus pecados eran bautizadas y recibían el Espíritu Santo.
Pronto, todos los nefitas y los lamanitas se convirtieron. No había peleas entre ellos y todos eran honrados.
Nadie era ni rico ni pobre; la gente compartía todo, y todos tenían lo que necesitaban.
Los discípulos efectuaron muchos milagros en el nombre de Jesucristo; sanaron a los enfermos y resucitaron a los muertos.
La gente edificó nuevas ciudades donde otras habían sido destruidas.
Obedecían los mandamientos de Dios; ayunaban y oraban, y se reunían a menudo para escuchar la palabra de Dios.
La gente era feliz.
No había ni ladrones, ni mentirosos, ni asesinos. La gente ya no estaba dividida en nefitas ni en lamanitas, sino que eran un pueblo unido: los hijos de Cristo.
El Señor los bendecía en todo lo que hacían.
Vivieron en paz durante 200 años. La gente se hizo muy rica.