Capítulo 27
Korihor
Korihor dijo a los del pueblo que eran necios por creer que Jesús vendría a la tierra y sufriría por los pecados de ellos.
Dijo que las personas no podían ser castigadas por sus pecados porque no había vida después de la muerte. Muchos creyeron a Korihor y se volvieron inicuos.
Korihor intentó predicar al pueblo de Ammón, pero ellos no lo escucharon; lo ataron y lo llevaron ante Ammón, quien ordenó que lo echaran de la ciudad.
Korihor fue a la tierra de Gedeón, pero el pueblo tampoco lo quiso escuchar. El juez superior lo envió ante Alma.
Alma le preguntó a Korihor si creía en Dios; Korihor le dijo que no. Alma testificó que hay un Dios y que Cristo vendría.
Korihor quería que Alma efectuara un milagro para probar que hay un Dios. Korihor dijo que si veía una señal del poder de Dios, entonces creería en Él.
Alma le dijo a Korihor que ya había visto muchas señales del poder de Dios por medio de las Escrituras y de los testimonios de todos los profetas.
Alma dijo que la tierra y todo lo que en ella hay, así como el movimiento de los planetas en el cielo, también son señales de que hay un Dios.
Korihor continuó negándose a creer. Alma se sintió afligido debido a la iniquidad de Korihor y le advirtió que su alma podría ser destruida.
Korihor seguía insistiendo en que quería ver una señal que probara que hay un Dios. Alma dijo que la señal de Dios sería que Korihor no pudiese hablar.
Después de que Alma hubo dicho eso, Korihor no pudo hablar.
Korihor escribió que él sabía que esa señal era de Dios y que siempre había sabido que hay un Dios. Le suplicó a Alma que orara y le quitara la maldición.
Alma sabía que si Korihor podía hablar otra vez, volvería a mentir a la gente. Alma dijo que el Señor decidiría si Korihor habría de hablar de nuevo.
El Señor no le devolvió el habla a Korihor; éste tuvo que ir de casa en casa mendigando para comer.
El juez superior envió una proclamación por toda esa tierra en la que relataba lo que le había sucedido a Korihor. Instó a aquellos que habían creído a Korihor a que se arrepintieran. El pueblo se arrepintió.
Korihor se fue a vivir con los zoramitas. Un día, mientras iba mendigando, lo atropellaron y murió.