Capítulo 18
Alma, hijo, se arrepiente
El rey Mosíah nombró a Alma líder de la Iglesia en Zarahemla. Luego, Alma escogió a otros hombres para que le ayudaran a enseñar a los nefitas.
Alma y el rey Mosíah estaban preocupados porque los incrédulos estaban haciendo sufrir a los miembros de la Iglesia debido a sus creencias.
Alma tenía un hijo que se llamaba Alma. Éste no creía en las enseñanzas de su padre y se convirtió en un hombre malvado.
Alma, hijo, y los cuatro hijos del rey Mosíah lucharon en contra de la Iglesia. Ellos convencieron a muchas personas de que dejaran la Iglesia y se volvieran malas.
Alma oró para que su hijo aceptara la verdad y se arrepintiera.
Alma, hijo, y los cuatro hijos de Mosíah continuaron tratando de destruir la Iglesia.
Un día se les apareció un ángel. El ángel habló con voz fuerte que hizo temblar la tierra.
Los cinco jóvenes se asustaron tanto que cayeron a tierra. Al principio no podían entender lo que el ángel les decía.
El ángel había venido en respuesta a las oraciones de los miembros de la Iglesia. El ángel le preguntó a Alma, hijo, la razón por la que luchaba en contra de la Iglesia.
La tierra tembló cuando el ángel le dijo a Alma, hijo, que dejara de tratar de destruir la Iglesia.
Alma, hijo, y los cuatro hijos de Mosíah cayeron otra vez al suelo. Habían visto un ángel y sabían que el poder de Dios había sacudido la tierra.
Alma, hijo, estaba tan asombrado que no podía hablar; y se había debilitado tanto que ni siquiera podía mover las manos.
Los hijos de Mosíah llevaron a Alma, hijo, a su padre y le contaron todo lo que les había sucedido.
Alma estaba feliz porque sabía que Dios había contestado sus oraciones.
Alma reunió a mucha gente para que vieran lo que el Señor había hecho por su hijo y por los hijos de Mosíah.
Alma, junto con otros líderes de la Iglesia, ayunaron y oraron y le pidieron a Dios que ayudara a Alma, hijo, a recuperar sus fuerzas.
Después de dos días y dos noches, Alma, hijo, pudo hablar y moverse.
Y dijo a la gente que se había arrepentido de sus pecados y que Dios lo había perdonado.
Enseñó que para entrar en el reino de Dios todos debían actuar con rectitud. También les habló del gran sufrimiento que había padecido por los pecados que había cometido.
Alma, hijo, se sentía feliz por haberse arrepentido y porque Dios lo había perdonado. Él sabía que Dios lo amaba.
Alma, hijo, y los hijos de Mosíah comenzaron a enseñar la verdad por toda la tierra, diciendo a todos lo que habían visto y oído.
Se esforzaron por reparar el daño que habían causado; explicaban las Escrituras al pueblo y le enseñaban acerca de Jesucristo.
Dios bendijo a Alma, hijo, y a los hijos de Mosíah mientras enseñaban el Evangelio. Muchas personas los escucharon y les creyeron.