2022
Apóyate en mí
Marzo de 2022


Solo para versión digital: Retratos de Fe

Apóyate en mí

Cuando compartí mis preguntas e inquietudes con mi padre, me dijo algo que nunca he olvidado desde entonces.

Imagen
mujer que recoge flores

Fotografía por Richard M. Romney

De pequeña, acompañaba a mi padre a nuestra pequeña granja, le suplicaba que me dejara trabajar con él y trataba de ayudarlo en sus muchos proyectos. Me encantaba viajar en su camioneta y ayudarle a cambiar las marchas. Recuerdo que nos leía cuentos de niños, nos llevaba a montar en trineo, de pesca y de campamento. Montar a caballo con mi papá, en particular por las montañas, siempre será un recuerdo entrañable.

Después de comenzar la escuela secundaria, empecé a preguntarme acerca de las cosas que me habían enseñado en cuanto al Evangelio, porque las cosas que algunos de mis amigos decían generaron preguntas y dudas en mi mente.

Una noche, me quedé de pie en nuestra sala, mirando las estrellas a través de la ventana grande. Era tarde y pensé que todos se habían ido a la cama, pero mi padre se acercó a mí y comenzamos a hablar.

Le hablé de mis preguntas e inquietudes, y en respuesta, mi padre testificó que sabía que el Evangelio era verdadero. Conversamos también sobre obsesionarnos con “los misterios” y de lo insensato que eso puede ser. Mi padre me dijo que yo debía sacar mis propias conclusiones y que tal vez me llevaría un tiempo. Luego me dijo algo que jamás he olvidado; me dijo que cuando yo tuviera preguntas o dudas, podía apoyarme en la fe y en el testimonio de él.

Amaba a mi papá y sabía que él nunca me desviaría deliberadamente ni me diría algo que no fuera verdad; si él se sentía seguro de lo que creía, sabía que yo podía confiar en él.

Así que me apoyé en él.

Durante mis años de trabajo, cuando estuve expuesta a muchas ideas, teorías, estilos de vida y creencias que me desafiaron, acudía a mi padre y me apoyaba en él. En mis años como esposa y madre, si tenía experiencias que ponían a prueba mi fe, acudía a mi papá y me apoyaba en él. Incluso ahora, al pensar en las circunstancias actuales que hay en el mundo, acudo a mi padre y me apoyo en él.

A menudo, pienso en esa noche y en la conversación con mi padre hace ya tanto tiempo y me pregunto cuán diferente habría sido mi vida sin su tranquila seguridad y su firme ejemplo.

De niña, nunca me faltaron las necesidades básicas para vivir, porque mis buenos padres me cuidaron, pero de todas las cosas que ellos me dieron, por lo que estoy más agradecida es por los valores que me enseñaron, el firme cimiento en el Evangelio que me inculcaron y la vida sencilla y ejemplar que llevaron.

Asimismo, me siento agradecida de que mi papá estuviera allí para apoyarme, no solo una vez, sino siempre; él fue y es un ejemplo excelente de las cosas que más importan; mi padre es mi héroe.