2021
¡Tiempo para la Iglesia!
Julio de 2021


Solo en formato digital: Retratos de Fe

¡Tiempo para la Iglesia!

Los “ángeles” misioneros que perseveraron en enseñarnos el evangelio de Jesucristo nos ayudaron a encontrar el amor del Padre Celestial y una vida llena de bendiciones.

Imagen
dos personas caminando juntas por la calle

Fotografía por Leslie Nilsson.

Cuando los misioneros de tiempo completo empezaron a enseñarnos, yo era escéptica y mi esposo dado a la contención. Realmente no queríamos escuchar el Evangelio, pero estaban tan decididos a enseñarnos que sabíamos que no se darían por vencidos.

Un sábado por la noche mi marido, Javier, y yo asistimos a una fiesta que duró hasta muy tarde. Como estuvimos despiertos hasta tan tarde, nos quedamos dormidos y nos olvidamos de la invitación de los misioneros para asistir a la Iglesia con ellos al día siguiente.

Cuando oímos que llamaban a nuestra puerta el domingo por la mañana, Javier y yo nos dijimos: “Vamos a fingir que seguimos durmiendo y hacer como que no los oímos”.

Pero los misioneros siguieron llamando. Finalmente gritaron: “Hermano y hermana Vásquez, sabemos que están ahí. ¡Si no abren la puerta, quizás saltemos el muro y les ayudemos a arreglarse para ir a la Iglesia!”.

Sabíamos que estaban bromeando, pero decidimos levantarnos, abrir la puerta y fingir que no los habíamos oído. Salimos frotándonos los ojos como si acabáramos de despertarnos. Ellos sabían que estábamos fingiendo, pero no dijeron nada.

“En cuanto estén listos”, dijeron, “iremos a la capilla”.

Nos preparamos junto con nuestros dos hijos y nos fuimos. Ese día, en la Iglesia, el Espíritu Santo nos conmovió. Desde entonces, nunca faltamos a una reunión. El día que nos bautizamos, el 17 de octubre de 1976, fue el más feliz de nuestras vidas. Convertirnos en miembros de la Iglesia nos cambió totalmente.

Para nosotros, aquellos misioneros, los élderes Reed Harris y Marty Kemsley, fueron como dos ángeles. Cuando nos enseñaron a llevar a cabo una noche de hogar, trajeron consigo a todos los misioneros de su zona. De alguna manera, nos las arreglamos para que todos ellos cupieran en nuestra pequeña casa. El primer himno que cantamos fue “Cuando hay amor”. Siempre hemos recordado cómo nos hizo sentir.

Más tarde, el élder Harris nos preguntó: “¿Saben por qué insistimos tanto en enseñarles y llevarlos a la Iglesia?”. Luego respondió: “Porque sabemos que van a ser líderes en la Iglesia”.

Nunca olvidamos aquello. Desde nuestro bautismo, hemos tenido muchas oportunidades maravillosas de tratar de actuar como el Salvador al servir a los hijos del Padre Celestial. He servido en muchos puestos de liderazgo, incluso como presidenta de la Sociedad de Socorro y de las Mujeres Jóvenes. Javier ha servido como presidente del cuórum de élderes, dos veces como obispo y como presidente de estaca.

Recientemente servimos en una misión humanitaria de tiempo completo en Bolivia. Ese llamamiento nos dio la bendición de conocer a muchos hermanos y hermanas maravillosos, de compartir nuestra fe en Jesucristo y de dar amor, ayuda y asistencia humanitaria a algunas de las personas y zonas más vulnerables de nuestro país.

No hace mucho, después de 42 años como miembros de la Iglesia, finalmente localizamos a uno de esos tenaces misioneros que nos trajeron el Evangelio. Reed Harris servía en aquel entonces como presidente de misión en Chile. Compartimos una llamada telefónica muy emotiva. Lloramos mientras hablábamos de nuestras familias y nuestras vidas en el Evangelio. Le dimos las gracias por lo que el Evangelio nos ha dado: un estilo de vida saludable, el amor de nuestro Padre Celestial y una vida llena de bendiciones.