2021
3 estrategias para sobrellevar los cambios de la vida
Febrero de 2021


Jóvenes adultos

3 estrategias para sobrellevar los cambios de la vida

Los cambios en la vida pueden traer mucho estrés y ansiedad, pero me he dado cuenta de que estas tres estrategias pueden ser útiles.

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Es uno de los instrumentos más notables jamás creados; es más rápido y más eficiente que cualquier computadora, y cambia según las cosas que aprende del mundo. Es algo a lo que todas las personas, sin importar su riqueza o condición social, tienen acceso, y no se puede comprar en una tienda o en línea. Es más complicado de lo que pensamos, y te tengo muy buenas noticias:

Tú tienes uno. El Padre Celestial te lo dio; es tu cerebro.

El cerebro humano es increíble. Por ejemplo, piensa en cuando te cepillas los dientes. Tengo niños pequeños a los que todavía intento hacer que se cepillen los dientes constantemente, pero yo lo he dominado. Lo hago sin que nadie me lo recuerde porque mi cerebro lo ha programado como parte de mi rutina. Cuando me cepillo los dientes, no tengo que buscar en Google para ver en qué parte del cepillo debo poner la pasta dental; mi cerebro la pone automáticamente en el extremo áspero. Puedo cepillarme los dientes mientras escucho un podcast, intento negociar una situación con mis hijos o leo un libro, porque mi cerebro sabe automáticamente qué hacer.

Esa habilidad de funcionar en piloto automático nos es muy útil la mayoría de las veces, pero ¿qué pasa cuando estamos pasando por cambios que son parte de esta vida? A veces experimentamos cambios que no habíamos planeado, como el divorcio o la muerte inesperada de un ser querido; pero, sin embargo, incluso cuando la vida va bien, nos enfrentamos a cambios como nuevas ciudades, nuevos trabajos, la graduación de la universidad, el casarnos, tener hijos, etc.

La verdad es que al cerebro no le gusta el cambio. Se necesita mucha energía para lidiar con el cambio, porque no podemos actuar tan inconscientemente como estamos acostumbrados. Si unimos esto a las emociones que normalmente acompañan al cambio, a veces puede parecer insoportable.

Afortunadamente, podemos tomar lo que sabemos sobre el cerebro y trabajar con ello para minimizar la ansiedad y los sentimientos de agobio. A lo largo de los años, he encontrado tres estrategias que ayudan a las personas a sobrellevar la ansiedad y el cambio que me gustaría compartir contigo.

Estrategia 1: Reduce tu perspectiva

El cambio significa lo desconocido. Al cerebro no le gusta lo desconocido. A veces el cerebro se abruma si hay muchas variables desconocidas. Le teme a lo desconocido porque cree que podría haber peligro más adelante.

Gracias, cerebro, por mantenernos vivos.

He descubierto que la mejor forma de sobrellevar el cambio es reducir tu perspectiva a lo que ya conoces. Cuanto más emocional y extremo sea el cambio, más reducida debe ser tu perspectiva. Si pierdes tu trabajo inesperadamente, tu cerebro querrá determinar todo tipo de cosas. ¿Cómo pagarás las facturas? ¿Cómo encontrarás otro trabajo? ¿Cuándo lo encontrarás? ¿Cuán doloroso será ese proceso? ¿Qué pensará la gente?

Para muchas de esas preguntas no tenemos respuestas todavía, pero en realidad no necesitamos tenerlas. ¿Qué es lo siguiente? ¿Vas a poder resistir hasta el fin de la semana? Eso es todo lo que necesitas saber por ahora.

A veces, cuando tenemos un profundo dolor emocional, solo tenemos que centrarnos en un día a la vez. ¿Qué harás para desayunar? Empecemos por ahí.

Reduce tu perspectiva para hallar paz y, a partir de ahí, encontrarás respuestas. El Señor te guiará si lo buscas y confías en Él. “Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus oraciones” (Doctrina y Convenios 112:10).

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Estrategia 2: Céntrate en el futuro, no en el pasado.

Al cerebro le gusta ir al pasado porque tiene recuerdos a los que aferrarse, pero tu futuro va a ser diferente a tu pasado, y eso es bueno. Reflexionar sobre lo que salió mal o incluso recordar “los buenos tiempos” a expensas del presente es fácil, pero no útil.

Cuando tuve a mi primer bebé, me alegré mucho de tener a esa personita en casa y no podía creer lo mucho que lo amaba, pero también me sentí agobiada por la cantidad de cuidados que requería y por no poder vivir mi vida tan libremente como antes. No dejaba de pensar cómo la vida solía ser más sencilla. Pensaba en cómo me duchaba y me peinaba cada mañana; pensaba en cómo me agradaba más mi cuerpo; pensaba en cómo estaba más descansada y, por lo tanto, era más divertida. Me sentí muy mal cuando me centré en mi pasado de esa manera.

Al final, me di cuenta de que no podía encontrar respuestas en el pasado; tenía que centrarme en el futuro; tenía que empezar a imaginarme haciendo las cosas que quería en la vida, pero con un bebé. Tenía que establecer una conexión con la persona que quería llegar a ser, no con la persona que antes fui. Eso no siempre es fácil, pero es factible si estás dispuesto a considerar esa posibilidad.

El Señor nos ha dicho:

“Sois niños pequeños, y todavía no habéis entendido cuán grandes bendiciones el Padre tiene en sus propias manos y ha preparado para vosotros;

“y no podéis sobrellevar ahora todas las cosas; no obstante, sed de buen ánimo, porque yo os guiaré. De vosotros son el reino y sus bendiciones, y las riquezas de la eternidad son vuestras” (Doctrina y Convenios 78:17–18).

Estrategia 3: Sé compasivo contigo mismo.

El cambio puede hacer que incluso los mejores nos sintamos confusos. Es posible que estés sintiendo muchas emociones. Algunas de las cosas más dañinas que podemos decirnos a nosotros mismos son pensamientos como “ojalá no fuera tan emocional; debería estar tomándomelo mejor” o “siento mucho no ser más fuerte”.

El desear ser menos emocional no hace que el cambio sea más fácil. Solamente añade vergüenza o culpa además de los otros desafíos que ya estás afrontando. La autocompasión es la clave.

La compasión dice: “¡Por supuesto que esto es difícil! Está bien tener que luchar” y “Te quiero de todas formas”. Por favor, di estas cosas a ti mismo. No aumentes tu dolor al pensar que no deberías sentir dolor.

El Padre Celestial nos envió aquí a la tierra para ayudarnos a llegar a ser más como Él, lo cual me imagino que significa que tenemos que progresar mucho. Si quiero fortalecer mis músculos, tengo que levantar pesas pesadas. La resistencia de esas pesas hace que mis músculos se colapsen lo suficiente para que cuando se regeneren, vuelvan a ser aún más fuertes.

Nuestro espíritu también es así. Necesitamos cierta resistencia para poder volver más fuertes que antes.

El Señor lo explicó de esta manera: “Es preciso que los de mi pueblo sean probados en todas las cosas, a fin de que estén preparados para recibir la gloria que tengo para ellos, sí, la gloria de Sion; y el que no aguanta la disciplina, no es digno de mi reino” (Doctrina y Convenios 136:31).

El cambio es una de las formas en que esta vida nos moldea para que lleguemos a ser más como nuestro Padre Celestial. Sé bueno contigo mismo en los tiempos de cambios. Esta vida a veces es difícil.