2020
La tradición de una bendición de Navidad
Diciembre de 2020


La tradición de una bendición de Navidad

La autora vive en Utah, EE. UU.

No tenía nada de especial pasar la Navidad en un nuevo hogar, pero una bendición del sacerdocio lo cambió todo.

Imagen
girl receiving a priesthood blessing

Ilustración por Tracy Walker.

Tenía 14 años cuando experimenté mi primera Navidad sin nieve. Mi familia acababa de mudarse de las montañas de Utah a Texas, EE. UU. Para mí, Texas parecía demasiado llano y caluroso. Era difícil sentir el espíritu navideño cuando no tenía amigos en mi nueva escuela y en especial cuando no había nieve en el suelo. Sentía que no encajaba en ningún lado, así que a menudo me sentía sola y triste.

A pesar de mi melancolía, solo faltaba una semana para la Navidad, y dependía de nuestras tradiciones familiares navideñas para que me levantaran el ánimo. Las actividades divertidas que hacíamos juntos como familia en los años anteriores siempre me hacían sentir muy feliz. Las tradiciones formaban una parte importante de cómo celebrábamos la Navidad, así que pensé que no tenía nada de qué preocuparme. Se llamaban tradiciones por una razón, así que yo sabía que tenían que mantenerse.

Mantener vivo el espíritu de la Navidad

Los días previos a la Navidad pasaron muy lentamente. Todavía no habíamos hecho nada juntos como familia para celebrar, así que me sentía bastante abatida. Cuando por fin llegó la Nochebuena, esperé todo el día a que sucediera algo, cualquier cosa que me mostrara que nuestras preciadas tradiciones familiares aún podían mantenerse en nuestro nuevo hogar. Estoy segura de que yo podría haber promovido esas entrañables tradiciones por mi cuenta, pero no quería hacerlo. En cierto modo, estaba buscando una señal que me mostrara que el espíritu navideño todavía estaba vivo.

El día se transformó en noche y cada vez me sentía más y más enojada. Los ojos se me llenaron de lágrimas cuando mi familia se reunió para ofrecer nuestras oraciones de la noche. Toda la casa se sentía fría y vacía, incluso con todos nosotros viviendo en ella. De repente, mi padre rompió el silencio con una pregunta.

“¿A alguno le gustaría recibir una bendición del sacerdocio?”.

El corazón se me detuvo por un momento. Me había preocupado tanto sobre si íbamos a poner luces de Navidad u hornear galletas navideñas que me había olvidado de una tradición muy especial que hacíamos cada Nochebuena: todos recibíamos una bendición del sacerdocio. En el pasado, recibir una bendición de mi padre siempre me había brindado paz, pero no todos en mi familia disfrutaban el recibir una. A veces, mis hermanos y mi madre decían que no sentían que necesitaran una. No quería ilusionarme otra vez si todos los demás iban a decir que no.

Sin embargo, esta vez fue diferente. Mamá se puso de pie y se sentó en la silla que papá había traído para nosotros.

“Me gustaría recibir una”, dijo suavemente.

Todos estábamos muy sorprendidos, pero mi papá ni siquiera dudó. Colocó las manos sobre la cabeza de mi madre y comenzó a hablar. Pude sentir lo bien que mi padre reconocía los sentimientos y las luchas personales de mi madre. Le habló palabras de consuelo y paz durante ese tiempo de cambio.

De repente, tuve una sensación de calidez en el pecho, casi como si alguien hubiera encendido un fósforo en mi interior. Sabía que estaba sintiendo el Espíritu Santo, a pesar de que la calidez en el pecho no era la forma en que siempre había sentido el Espíritu antes. Fue como si nuestro Padre Celestial me estuviera hablando directamente, ¡y ni siquiera era mi bendición del sacerdocio!

Cuando mi padre dijo en voz baja “Amén” y abrí los ojos llenos de lágrimas, me di cuenta de que toda mi familia estaba llorando. Todos habíamos escuchado al Espíritu decirnos de una manera tierna y amorosa que todo iba a estar bien. Mamá y papá se abrazaron, y sentí que la nube de lluvia que había estado cerniéndose sobre mi cabeza por tanto tiempo finalmente había dado paso a la luz del sol.

Todos recibimos bendiciones, incluso yo. En mi bendición, el Señor me aseguró que Él siempre está pendiente de mí y desea que sea feliz. Me trajo sentimientos de paz y calidez que no había sentido desde que me había mudado a Texas.

El poder del sacerdocio es real

Puede que ese año no hayamos mantenido todas las tradiciones, pero siempre recordamos cómo se sintió ver el poder de Dios fluir a través de la bendición del sacerdocio que mi padre dio. Siempre recordaré cómo esta cambió mis sentimientos de tristeza a paz y gozo. También aprendí una valiosa lección sobre el poder del sacerdocio. Cuando todo a tu alrededor parece ir por el camino equivocado, una bendición del sacerdocio puede recordarte la presencia considerada y amorosa del Señor en tu vida.