2019
No seas una estrella de la burla
Diciembre de 2019


No seas una estrella de la burla

La burla es sumamente popular, excepto a los ojos del Señor.

Imagen
young man with guitar

Ilustración fotográfica por David Stoker

¿Puedes nombrar algunas señales de los últimos días? Hay varias que son bastante conocidas: la Restauración, la salida a luz del Libro de Mormón, diversos desastres, la propagación del Evangelio y la iniquidad en general. Pues bien, la siguiente es una señal específica en la cual tal vez no hayas pensado: la burla.

Dos autores del Nuevo Testamento mencionan que en los últimos días habrá burladores (véanse 2 Pedro 3:3; Judas 1:18). Eso quiere decir que habrá personas que se burlen y se mofen de Jesucristo, Sus enseñanzas y Sus seguidores. Sin embargo, como discípulos de Él, se nos dice que seamos pacientes (véase 2 Pedro 3:11–15), que esperemos Su venida y el cumplimiento de Sus promesas, que permanezcamos en Su misericordia y tengamos compasión de los demás (véase Judas 1:22).

Por supuesto que la burla no es nada nuevo, aunque sí parece estar propagándose. Aunque nunca te burles de las cosas de Dios, el estilo de vida burlón no es algo que un discípulo de Jesucristo deba emular.

¿Seguir la burla? No, gracias.

Burlarse significa ridiculizar, reírse o mofarse de algo o de alguien. A veces incluye imitar de forma poco halagadora, como imitar a una persona poniendo una voz chistosa o con gestos o imágenes exagerados. Todos lo hemos visto. Se ve por todas partes. Al parecer, a la gente le encanta.

Pero al Señor no.

La burla no se aprueba en ningún lugar de las Escrituras. De hecho, se condena de forma específica. Por ejemplo, Alma, hijo, enseñó:

“¿Hay entre vosotros quien se burle de su hermano…?

“¡Ay de tal persona, porque… debe arrepentirse, o no puede ser salva!” (Alma 5:30–31).

La burla es un síntoma del pecado elemental del orgullo. Además, el sentimiento principal que hay detrás de la burla es el desprecio —menospreciar a los demás—, esto es, pensar que uno es mejor que otras personas, no solo estar en desacuerdo con lo que digan o hagan.

Eso no es lo que el Señor desea. Él ha dicho: “… y estime cada hombre a su hermano como a sí mismo” (Doctrina y Convenios 38:24). Todos tenemos el mismo valor. Alma preguntó: “… ¿persistiréis en suponer que unos sois mejores que otros?” (Alma 5:54). Esa forma de pensar lleva a la burla. Burlarse de los demás es una forma en la que las personas se ponen a sí mismas por encima de los demás.

Es más, los burladores normalmente tratan de que otras personas se les unan. Hay una imagen del sueño de Lehi que muestra esto. Las personas que estaban en el edificio grande y espacioso estaban “en actitud de estar burlándose y señalando con el dedo” (1 Nefi 8:27). Esa actitud de señalar con el dedo marca una línea de nosotros contra ellos, la cual dice: “Más vale que estés de nuestro lado o, de lo contrario, serás blanco de humillación y risas”. Al igual que la tristeza, la burla busca compañía. Eso se debe en parte a que, en el fondo, la persona orgullosa suele ser también increíblemente insegura.

Sé manso. No te burles.

Con toda la burla que hay en el mundo, podemos sentirnos tentados a caer en lo mismo. Parece ser que la gente la está pasando bien, ¿no? Todo el mundo lo hace, en particular en internet y las redes sociales. Quizá hasta nos sintamos tentados a echarle más leña al fuego y usar el arma que utiliza el mundo contra la burla: señalar con el dedo a aquellos que nos señalan desde el edificio grande y espacioso para ver si les gusta que se les pague con la misma moneda.

Nuevamente, esa no es la manera del Señor.

“No ultrajes a los que ultrajan” (Doctrina y Convenios 31:9).

“Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44).

Esta es una norma mucho más elevada que la del mundo, la cual parece decir: “Búrlate de todos y de todo aquello que de alguna manera sea distinto a ti”.

Tal vez sea difícil soportar la burla de los demás sin responder de la misma manera, ya que nuestra cultura nos quiere hacer creer que la burla más ingeniosa e hiriente gana el concurso en busca de la atención y el respeto de la gente. Sin embargo, no es así. El Señor nos ha enseñado —y mostrado— que el amor, la mansedumbre, la paciencia y la longanimidad son Su camino.

Si somos seguidores verdaderos de Jesucristo, no nos burlaremos de nuestros hermanos y hermanas, porque nuestro corazón estará lleno de Su amor puro (véase Moroni 7:47–48).