2019
Destino divino
Octubre de 2019


Destino divino

La autora vive en Francia.

Por lo general mi amiga siempre estaba feliz. ¿Qué le podría estar preocupando?

Imagen
girls under umbrella

Ilustración por Reginald Swinney

Soy de Francia, pero mi hermana y yo pasamos un año en el este de los Estados Unidos como estudiantes de intercambio. Durante ese tiempo, conocimos a muchas personas, pero la que más me impactó fue una chica llamada Destiny. Llegó a ser una de mis mejores amigas. Hacíamos muchas cosas juntas, durante y después de clases, y con mi hermana. Destiny siempre estaba feliz, es lo que más me gustaba de ella.

Un día la vi preocupada, como nunca antes la había visto, y le pregunté qué era lo que le pasaba. Ella dijo que no quería hablar del tema. Luego noté que tenía un papel en la mano; lo tomé y lo leí.

Alguien le había escrito cosas increíblemente desagradables. En la nota anónima le decían que era fea, que nadie la quería, que no tenía razón para vivir y que debería quitarse la vida. Nunca hubiera creído que a alguien como a ella la atacaran de esa manera. Me afectó profundamente saber el dolor que ella estaba sintiendo.

Desde ese momento, hice un mayor esfuerzo por ser amiga de Destiny; no solo pasar tiempo con ella, sino siempre estar allí cuando me necesitara y, en especial, ser sincera. Le expliqué que ella era una hija de Dios, bendecida con una naturaleza divina, digna de admiración y capaz de hacer cosas maravillosas.

Es difícil tratar de quererse a uno mismo cuando otras personas nos tratan mal y nos critican. Al hacerme amiga de Destiny aprendí que, a veces, la mejor manera de ayudar a los demás es simplemente quererlos y ayudarles a darse cuenta de quiénes son en verdad.

Al fin del año, cuando tenía que regresar a Francia, Destiny me dijo algo que siempre atesoraré. “Emma”, ella dijo, “tú me salvaste. Antes de que tú llegaras, yo quería suicidarme, pero entonces tú y tu hermana me ayudaron mucho, solo al interesarse por mí. Hoy me quiero a mí misma y te quiero a ti”.

Hay muchos niños en la escuela a quienes se les acosa, maltrata o aisla. Encuentren una manera de tenderles la mano. Hablen con ellos, piensen en ellos, sean amables con ellos. Es lo que el Salvador haría y, a veces, un simple saludo o una sonrisa puede cambiar todo.