2019
¿Están pasando por alto esta parte vital de la ministración?
Octubre de 2019


Principios de ministración

¿Están pasando por alto esta parte vital de la ministración?

La ministración es tanto “[g]oza[rse] con los que se gozan” como lo es “llora[r] con los que lloran” (Romanos 12:15).

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man at a party holding a tray with people dancing on it

Ilustraciones por Augusto Zambonato.

Cuando pensamos en la ministración, es fácil pensar en ayudar a los necesitados. Hablamos de hacer jardinería para la viuda, llevar de cenar a los enfermos o dar a los que pasan necesidades. Recordamos el consejo de Pablo de “llora[r] con los que lloran”, pero ¿prestamos suficiente atención a la primera parte de ese versículo, de “[g]oza[rse] con los que se gozan”? (Romanos 12:15). El gozarnos con aquellos a quienes ministramos, ya sea para celebrar su éxito o ayudarlos a encontrar gozo en los momentos difíciles, es una parte importante de ministrar como lo haría el Salvador.

A continuación figuran tres ideas que pueden ser útiles (y una que se debe evitar) al concentrarnos en lo bueno que Dios pone en nuestra vida.

1. Manténganse al tanto

Bonnie H. Cordon, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, nos ayuda a entender que necesitamos ver a aquellos a quienes ministramos; no solo ver sus cargas y luchas, sino también sus fortalezas, talentos y éxitos. Dijo que teníamos que ser “un [defensor] y un confidente, alguien que estará al tanto de sus circunstancias y [los] apoyará en sus esperanzas y aspiraciones”1.

En la parábola de las ovejas y los cabritos, el Salvador dijo que quienes se hallaran a Su diestra preguntarían: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos?, ¿o sediento y te dimos de beber?

“¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos?” (Mateo 25:37–38).

“Hermanos y hermanas, la palabra clave es vimos”, dijo la hermana Cordon. “Los justos vieron a los necesitados porque estaban atentos y se percataron. Nosotros también podemos estar atentos para brindar ayuda y consuelo, para celebrar y soñar juntos”2.

2. Encuentren razones para celebrar

Celebren los triunfos, ya sean grandes o pequeños. Podría tratarse de sobreponerse al cáncer o superar la ruptura de una relación sentimental, encontrar un nuevo trabajo o encontrar un zapato perdido, sobrevivir un mes después de la pérdida de un ser querido o sobrevivir una semana sin azúcar.

Llamen para felicitar, envíen una tarjeta o salgan a almorzar con esa persona. Al compartir nuestras bendiciones unos con otros, vivir con gratitud y celebrar las bendiciones y los éxitos de los demás, nos “regocija[mos] en el gozo de nuestros hermanos” (Alma 30:34).

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woman clapping while people dance

3. Vean la mano del Señor

A veces, el regocijarse con los demás significa ayudarlos a encontrar razones para regocijarse, sin importar qué dificultades o placeres experimentemos en la vida. La simple verdad de que nuestro Padre Celestial está al tanto de nosotros y está listo para elevarnos puede ser una increíble fuente de gozo.

Pueden ayudar a los demás a ver la mano del Señor en la vida de ellos al compartir cómo han visto Su mano en la de ustedes. Muéstrense lo suficientemente vulnerables como para hablar acerca de cómo el Padre Celestial los ha ayudado a superar sus desafíos. Ese testimonio puede ayudar a otras personas a reconocer y apreciar cómo los ha ayudado el Padre (véase Mosíah 24:14).

4. No limiten su habilidad para regocijarse

Desafortunadamente, a veces podemos limitar nuestra capacidad de regocijarnos con los demás, en particular cuando nos sentimos inseguros en cuanto a lo que podemos ofrecer o nuestras circunstancias en la vida. En lugar de encontrar alegría en la felicidad de los demás, caemos en la trampa de la comparación. Como enseñó el élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “El comparar las bendiciones aleja casi por seguro nuestro gozo. No podemos ser agradecidos y envidiosos al mismo tiempo”3.

El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, preguntó: “¿Cómo podemos superar esa tendencia tan común en casi todos?… podemos contar nuestras muchas bendiciones y celebrar los logros de los demás. Lo mejor de todo es que podemos servir a nuestros semejantes, que es el ejercicio más eficaz que se haya recetado para el corazón”4. En lugar de compararnos, podemos elogiar a aquellos a quienes ministramos. Compartan libremente lo que aprecien de ellos o de sus familiares.

Como Pablo nos recuerda, todos somos miembros del cuerpo de Cristo, y cuando “un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan” (1 Corintios 12:26). Con la ayuda de nuestro Padre Celestial, podemos ser conscientes de las experiencias de los demás, celebrar los éxitos grandes y pequeños, ayudarlos a reconocer la mano del Señor y superar los celos a fin de que, juntos, podamos regocijarnos verdaderamente en las bendiciones, los talentos y la felicidad de los demás.

Notas

  1. Bonnie H. Cordon, “Llegar a ser un pastor”, Liahona, noviembre de 2018, pág. 75.

  2. Bonnie H. Cordon, “Llegar a ser un pastor”, pág. 75.

  3. Quentin L. Cook, “¡Regocijaos!”, Liahona, noviembre de 1996, pág. 33.

  4. Véase Jeffrey R. Holland, “El otro hijo pródigo”, Liahona, julio de 2002, pág. 71.