2018
Dios me lo ha revelado
Febrero de 2018


En el púlpito

Dios me lo ha revelado

Imagen
Rachel Leatham

Fotografía de Rachel Leatham, cortesía de la Biblioteca de Historia de la Iglesia; marco de Getty Images.

Imagen
historical photograph of general conference overflow

Pienso que soy una de las jóvenes más felices de todo el mundo, y es el Evangelio lo que me hace sentir de esta manera, porque sé que el Evangelio es verdadero. Sé que Dios nuestro Padre y Su Hijo Jesucristo descendieron y trajeron el Evangelio, lo establecieron y le hablaron al profeta José Smith…

Siento que si pudiera vivir para siempre, jamás podría agradecerle lo suficiente a mi Padre Celestial las bendiciones que he recibido en mi vida, el privilegio de salir al mundo y dar este testimonio, declarar que el Evangelio fue restaurado, hablar de la autoridad que Cristo ha dado a Sus siervos y de las bendiciones que están reservadas para los que escuchan y obedecen las palabras de verdad, vida y salvación…

A veces pienso que los jóvenes que vivimos en casa no nos damos cuenta de las responsabilidades que descansan sobre nosotros. No siempre recordamos que los que están a la cabeza son mayores, y que cuando nuestros padres y madres ya no estén, recaerá sobre nosotros la responsabilidad de continuar su labor; que somos los futuros responsables de Sion. ¿Estamos haciendo nuestra parte, y estamos preparándonos para poder realizar la obra que nuestros padres han hecho?

… ¿Podemos declarar cuáles son las promesas que Dios nos ha hecho si guardamos sus mandamientos? ¿Estamos familiarizados con los antiguos anales de los habitantes de este continente, el Libro de Mormón? ¿Y estamos familiarizados con las grandes verdades que allí se enseñan y con aquellos libros que nos enseñan las bellezas de la obra a la que hoy estamos consagrados? Temo que no somos lo suficientemente versados en los principios del Evangelio y que no somos tan diligentes como deberíamos1.

Donde mucho se da, mucho se requiere; cada uno de ustedes sabe cuánto se nos ha dado, y cuánto se requerirá de nuestras manos [véanse Lucas 12:48; D. y C. 82:3]. ¿Estamos preparándonos para no fracasar? Ruego que vivamos de cada palabra que sale de la boca de Dios [véanse Deuteronomio 8:3; Mateo 4:4; D. y C. 84:44]. Ruego que vivamos de manera tal que Él siempre esté dispuesto a reconocernos como Suyos, bendecirnos y amarnos.

… Deseo decir una vez más que sé que el Evangelio es verdadero; no porque mi padre lo sepa, no porque mi madre siempre me lo haya enseñado, sino que sé que el Evangelio es verdadero porque Dios me lo ha revelado. Su Espíritu ha dado testimonio a mi espíritu [véase Romanos 8:16], y ese testimonio es el don más preciado que Dios me ha dado.

Que Dios nos bendiga a todos, lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén.

Nota

  1. Las cartas mensuales de la hermana Leatham a su presidente de misión revelan su diligencia. El 25 de febrero de 1907, ella escribió: “Me he esforzado por cumplir con mi deber y he hallado gran satisfacción en mi labor” (Minuta general de la Misión Colorado Denver Sur, pág. 166).