2017
El Salvador: el Médico perfecto
Septiembre de 2017


Voces de los Santos de los Últimos Días

El Salvador: el Médico perfecto

Imagen
physician meeting with patient

Ilustración por Joshua Dennis.

Como médico, en una ocasión acudió a mí una paciente después de un análisis de sangre rutinario que había salido fuera del rango de referencia. Durante los días transcurridos entre el análisis y nuestra visita, ella había investigado en internet para saber lo que esos resultados podían significar. Cuando nos encontramos, estaba disgustada y preocupada. Traté de explicarle los resultados, pero ella seguía desconsolada.

“No te preocupes por lo que pueda ir mal”, le dije. “¡Ese es mi trabajo! Para eso estoy aquí. He estudiado mucho para saber qué hacer al respecto. Pasaremos por esto juntos y, si sigues mis instrucciones, sabrás cómo volver a estar bien. Confía en mí y déjame asumir la carga de tus preocupaciones médicas. Así podrás dedicar toda tu energía a tu recuperación”.

Eso ayudó a calmar sus temores. Hicimos planes para realizar más pruebas, y le prometí que avanzaríamos juntos.

Meses después, yo estaba pasando por tribulación en mi propia vida. Me sentía abrumado por presiones en el trabajo, un bebé que venía en camino y una mudanza inminente. Me hallaba frustrado, ansioso y asustado.

Oré con sinceridad acerca de mis preocupaciones, pecados y frustraciones y, mientras oraba, el Espíritu dio testimonio de la importancia del Salvador en mi vida. Fue como si Él me dijera:

“No te preocupes por todas las cosas que podrían pasar. ¡Ese es mi trabajo! Para eso estoy aquí. He sufrido todas las cosas para saber qué hacer al respecto. Ten fe en mí, y pasaremos por esto juntos. Si sigues mis instrucciones, podrás volver a estar bien. Confía en mí y déjame tomar esa carga espiritual. Así podrás dedicar todos tus esfuerzos a llegar a ser la mejor versión de ti mismo”.

Al comprender esto, mi preocupación, mi sentimiento de culpa y mi frustración se disiparon. La fe en Él eliminó los estériles sentimientos que impedían mi progreso. Pude centrarme en aquellas cosas sobre las que tenía control. Pude vivir el Evangelio y volverme al Salvador en mis desafíos.

Del mismo modo que un médico puede guiarnos hacia la sanación física, el Salvador, que es el Médico perfecto, puede borrar la carga de la vergüenza, la preocupación, la culpa y aun los sentimientos de frustración y ansiedad, y mostrarnos la manera de volver a estar espiritualmente bien. Ese es Su trabajo, y lo desempeña de manera perfecta.