2017
Sé ejemplo de los creyentes
Marzo de 2017


Sé ejemplo de los creyentes

Tomado del discurso “An Example of the Believers”, pronunciado en un devocional de la Universidad Brigham Young-Idaho, el 14 de junio de 2016. Para leer el texto completo en inglés, vaya a web.byui.edu/devotionalsandspeeches.

¿Cómo se puede enseñar y defender la doctrina del Evangelio al tiempo que mostramos amor, bondad y comprensión?

Imagen
Young adults

Se cuenta el relato de una pequeña unidad del ejército a la que se le asignó una misión muy difícil tras las líneas enemigas. Mientras la unidad se acercaba a su objetivo, las unidades enemigas se percataron de su presencia. Rápidamente, fuerzas superiores rodearon al grupo y comenzaron a disparar desde todos los lados. Al encontrarse acorralados y al comenzar a sufrir el fuego devastador, los miembros de esta pequeña unidad miraron hacia arriba y vieron a su comandante sobre una roca, exhortándolos.

Mirando a sus hombres, el comandante gritó: “Señores, los tenemos justo donde queremos que estén. ¡Pueden disparar en cualquier dirección!”.

Ustedes y yo también tenemos una misión difícil en el mundo actual; es enseñar y defender las verdades que se encuentran en el evangelio de Jesucristo. En el mundo en el que vivimos, sé que puede ser difícil entender exactamente cuáles son las mejores reglas para entablar conversaciones al respecto, especialmente cuando nos rodean tantas voces dispuestas a desafiar la verdad. A menudo nos pueden bombardear desde tantos ángulos diferentes, que es difícil saber cómo responder.

Me gustaría hablarles sobre lo que significa ser lo que el apóstol Pablo llamó un “ejemplo de los creyentes” (1 Timoteo 4:12)—qué significa enseñar y defender la verdad eterna de la manera que desea el Padre Celestial al tiempo que también ejemplificamos el respeto, la compasión y el profundo amor que Cristo ejemplificó; qué significa defender seriamente lo que sabemos que es justo sin disparar indiscriminadamente en cualquier dirección a un supuesto enemigo.

En verdad, parece que esos dos principios chocan, ¿no? Se nos enseña que debemos luchar “contra las fuerzas espirituales de maldad” (Efesios 6:12) en todas sus formas, que debemos “ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar” (Mosíah 18:9), y que nunca nos “[avergoncemos] del evangelio de Cristo” (Romanos 1:16). Sin embargo, también se nos enseña que debemos evitar la contención y nunca “agitar con ira el corazón de los hombres” (3 Nefi 11:30), que debemos no solo tener “paz con todos los hombres” (Romanos 12:18), sino que también debemos activamente seguir “lo que conduce a la paz” (Romanos 14:19).

De modo que, ¿cómo cumplimos el deber que nos ha dado Dios de mantenernos firmes en el Evangelio y enseñar a los demás la verdad sin causar contención e ira? Parece que, especialmente al tratar los temas controvertidos de hoy en día, decir cualquier cosa puede conducir rápidamente al conflicto y a la contención. Como saben muy bien, el mundo en la actualidad parece tener poca paciencia con cualquier persona que quiera expresar un punto de vista que no esté de acuerdo con las nuevas modas.

Cuando nos llegan desafíos similares, ustedes y yo tendemos a hacer dos cosas: O bien nos apartamos rápidamente de la situación, escogiendo no involucrarnos en un ambiente que se podría tornar incómodo o incluso hostil, o nos ponemos a la defensiva en un debate interminable que puede ser divertido ver, pero que genera mucho más calor que luz.

Es mejor estudiar las cosas en nuestra mente (véase D. y C. 9:8) y entonces escuchar atentamente la dirección celestial. Llénense de valor y usen la luz que tienen en su interior.

Me gustaría resaltar algunas cosas que siempre tomarán lugar cuando nos esforzamos por enseñar y defender la palabra de Dios y al mismo tiempo mostrar amor y compasión hacia otras personas.

Defender la palabra

Primero, tendremos más éxito al entablar conversaciones con las personas una a una. En la cultura de puntos opuestos de hoy en día, las frases hirientes y los eternos intentos de estar por encima de los demás, normalmente no se consigue mucho en los debates incontrolables en grupo. Eso ocurre especialmente en los medios sociales, donde debemos tener cuidado que nuestros comentarios sobre a un tema social sensible no se desvíen del espíritu que Cristo querría que transmitiéramos.

Si nos permitimos estar limitados a 140 caracteres en línea, a menudo se nos malinterpretará. Normalmente, se puede conseguir mucho más uno a uno, cara a cara, como personas que llegan a comprenderse las unas a las otras. Esa es exactamente la manera en la que el presidente Thomas S. Monson nos ha enseñado que deberíamos tender una mano a los demás y rescatarlos, uno a uno. Esa es más a menudo la manera en la que el Salvador trataba a los demás e influenciaba la vida de ellos durante Su ministerio en la tierra.

Segundo, aunque sin duda nos llenaría de gozo que los demás vieran la luz de inmediato y accedieran a recibir a los misioneros el día siguiente, esa no debe ser nuestra meta inicial. Nuestra primera meta debe ser entender por qué la persona piensa de cierta manera, respetar a las personas y sus puntos de vista. Solo entonces nos podemos comunicar de manera eficaz con los demás, dejando pasar los sonidos de acusación y malentendidos que tan a menudo dominan nuestras conversaciones.

Tercero, busquemos maneras de respetar los diferentes puntos de vista y seguir viviendo juntos en la sociedad. En lugar de tan solo vivir de acuerdo con nuestras propias opiniones sin interferir en la libertad de otras personas, sería bueno que pudiéramos intentar algo mejor, algo que es fundamental en una sociedad pluralista si se ha de tratar a todos con justicia. Debemos defender los derechos civiles fundamentales de los demás, reconocer su derecho de expresar su opinión y defender lo que creen, si esperamos que los demás defiendan nuestros derechos civiles fundamentales.

Por último, llegar a entendernos los unos a los otros muy raramente se consigue en una sola instancia. Es un proceso que a menudo toma bastante tiempo. Puede que otras personas nunca acepten nuestro punto de vista, pero podemos intentar eliminar palabras como intolerante y odio. Es mi deseo que nos veamos los unos a los otros como intrísicamente buenos y razonables, aunque tengamos puntos de vista que tal vez los demás nunca acepten.

Actuar como lo haría el Salvador

Imagen
Bible video scene of Jesus and child

Al enfrentar situaciones difíciles en las que estén defendiendo el evangelio de Jesucristo, espero que siempre recuerden actuar como Él lo haría. Como enseñó el apóstol Pablo, ser “un ejemplo de los creyentes” es mucho más que tan solo vivir los principios del Evangelio para que otros lo puedan ver. Pablo nos dice específicamente que esos mismos principios del Evangelio deben ser parte de nuestras conversaciones, parte de nuestro amor por los demás, parte del espíritu que expresamos y parte de la fe que define quiénes somos (véase 1 Timoteo 4:12).

Al final, en realidad no hay mucha tensión entre los dos grandes principios del Evangelio, si se entienden correctamente, de defender la verdad y a la vez respetar y amar a los demás. Nuestra fuerte convicción de la verdad nunca debería causar que actuáramos de manera irrespetuosa o resentida hacia los demás. Al mismo tiempo, nuestro deseo de mostrar bondad y amor hacia todos los demás nunca debería debilitar nuestro deber de defender la verdad.

En realidad, esos dos principios son dos caras de la misma moneda. En una cara de la moneda está nuestro deber de explicar y defender con firmeza la doctrina de Dios. En la otra cara de esa misma moneda está nuestro deber de actuar de manera similar a la de Cristo, siempre mostrando respeto y amor.

El élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, lo dijo de la siguiente manera:

“La tolerancia y el respeto que demostremos a los demás y a sus creencias no nos harán abandonar nuestro compromiso con las verdades que comprendemos y los convenios que hemos hecho… debemos defender la verdad aun cuando practiquemos la tolerancia y el respeto hacia las creencias e ideas diferentes de las nuestras y hacia las personas que las profesen…

“Esta inspirada advertencia nos recuerda que para las personas que creen en la verdad absoluta, la tolerancia a la conducta es como una moneda de dos caras. En una cara están la tolerancia o el respeto, pero en la otra está siempre la verdad”1.

En un mundo que rápidamente se polariza cada vez más y tiene más contención, donde las balas a menudo parecen venir rápidamente de todas partes, les desafío a examinar las dos caras de su moneda. En cualquier situación que surja en su vida, pregúntense cuál es la mejor forma de enseñar y defender la doctrina del evangelio de Jesucristo, pero mostrando amor, bondad y comprensión a quien no acepte esa doctrina.

Al hacerlo así, testifico que tendrán la ayuda y la guía de nuestro Padre Celestial. Sentirán que les guía, poniendo pensamientos en su mente, sentimientos en su corazón y palabras en su boca en el mismo momento en que las necesiten. Su Espíritu los dirigirá y los guiará, transformándolos en un verdadero “ejemplo de los creyentes” —no solamente alguien que vive el evangelio de Jesucristo, sino alguien que defiende y explica la doctrina de una manera firme pero a la vez amorosa e incluyente.

Nota

  1. Dallin H. Oaks, “El equilibrio entre la verdad y la tolerancia”, Liahona, febrero de 2013, pág. 32.