Lo que creemos
Creemos que la Iglesia llenará la tierra
Había solo seis miembros de la Iglesia cuando fue organizada en 1830 en un pequeño pueblo de Nueva York, EE. UU. Desde entonces la Iglesia ha crecido hasta tener más de 15,5 millones de miembros con barrios y ramas en más de 150 países. Ese crecimiento es el cumplimiento de una profecía del Antiguo Testamento de que la Iglesia llenaría toda la tierra (véase Daniel 2:31–45). La Iglesia —el Reino de Dios en la tierra— se describe como una piedra “del monte… cortada… no con mano” (Daniel 2:45), revelando que es una obra divina, no hecha por el hombre.
Aunque la influencia de la Iglesia llene la tierra, sus miembros todavía serán relativamente pocos. Nefi previó esto y escribió sobre nuestros días: “… vi la iglesia del Cordero de Dios, y sus números eran pocos” a causa de la maldad que la rodeaba (1 Nefi 14:12). Conforme se acerca el tiempo de la segunda venida de Jesucristo, el mundo llegará a ser más y más inicuo, y “ser Santo de los Últimos Días será cada vez menos popular”1.
Sin embargo, Nefi también previó “que la iglesia del Cordero, que eran los santos de Dios, se extendía también sobre toda la superficie de la tierra” (1 Nefi 14:12). Se pueden encontrar barrios y ramas en todo el mundo, la conferencia general se interpreta en más de 90 idiomas y casi 75 000 misioneros de tiempo completo están compartiendo el Evangelio en 418 misiones. El Evangelio también se está extendiendo por todo el mundo a través de las redes sociales y de los sitios web como Mormon.org y LDS.org.
Esos esfuerzos son significativos y extensos, pero con frecuencia avanzan sin atraer la atención. “Esta obra del Señor es en verdad grande y maravillosa, y va hacia delante, esencialmente sin notarse por muchos de los líderes políticos, culturales y académicos de la humanidad. Progresa de corazón en corazón y de familia en familia, silenciosa y discretamente; su sagrado mensaje bendice a la gente de todas partes”2.
La piedra de la que se ha profetizada hace tanto tiempo en verdad está rodando y conforme hagamos nuestra parte, el Evangelio seguirá extendiéndose y llenará toda la tierra (véase Daniel 2:31–45).
¿Qué podemos hacer para ayudar a difundir el Evangelio?
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Guardar los mandamientos y fortalecer nuestro testimonio nos brinda una base para ayudar a difundir el Evangelio.
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El enseñar el Evangelio a nuestra familia la fortalece para vivir fielmente en un mundo que les enseña a vivir de otro modo.
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Cumplir con nuestro llamamiento nos ayuda a fortalecer la Iglesia en nuestras regiones locales.
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Podemos ayudar a difundir el Evangelio sencillamente hablando a la gente de ello.
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En el templo podemos efectuar ordenanzas por aquellos que han fallecido sin escuchar el Evangelio en esta vida.