2016
La diferencia que marcan las reuniones de consejo de maestros
Julio de 2016


La diferencia que marcan las reuniones de consejo de maestros

La autora vive en Escocia.

Un comentario que se hizo en una reunión de consejo de maestros cambió más que mi manera de enseñar.

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Las reuniones de consejo de maestros ayudan a Sandra Cattell (centro) a mejorar sus habilidades para enseñar.

Ya soy de edad, así que cuando se me llamó a enseñar a las Mujeres Jóvenes, pensé: “¡Santo cielo! Me pregunto por qué me llamaron a mí”.

Me esforcé mucho por preparar lecciones que fueran aptas para las necesidades de las mujeres jóvenes y esperaba que ellas estuvieran dispuestas a compartir lo que aprendieran y lo que hicieran con ello durante la semana, pero cuando hacía preguntas, en vez de respuestas había silencio.

En una de nuestras primeras reuniones de consejo de maestros, una de las maestras dijo que a ella también se le dificultaba lograr que las jóvenes se comunicaran durante las lecciones. Otra maestra que estaba en la reunión dijo: “Bueno, está bien que haya momentos de silencio”. A veces las personas necesitan un poco de tiempo para pensar en la pregunta antes de responder.

Ese comentario en la reunión de consejo de maestros marcó una diferencia no solo en la forma en que doy la clase, sino también en mis alumnas. Pensé mucho al respecto. En la siguiente clase con las jóvenes, les pregunté qué principio habían puesto en práctica durante la semana. Como era costumbre, hubo silencio, pero en vez de empezar a hablar inmediatamente para evitarlo, recordé lo que se había dicho en el consejo de maestros y en voz baja dije: “No hay prisa”.

En cuanto lo dije, la conversación comenzó a fluir. Las jovencitas empezaron a entrar en confianza y compartieron algunas experiencias emotivas. Inmediatamente quise agradecer a la maestra que había hecho ese sencillo comentario en la reunión de consejo de maestros en cuanto al silencio. Me impresionó la forma en que el aplicar ese solo principio marcó una diferencia tan grande y tan rápidamente.

Pero no me di cuenta sino hasta después la diferencia que están marcando ese y otros principios que he estado aprendiendo. Después de las reuniones dominicales, la mamá de una de las jovencitas me dijo que su hija le comentó que ella sabía que yo había sido llamada por Dios.

No puedo expresar con palabras lo especial que fue para mí escuchar ese comentario. Yo había estado pensando: “¿Qué puedo yo enseñar a estas jovencitas?”, pero debo estarles enseñando algo. Se me llamó con un propósito y las reuniones de consejo de maestros me están ayudando a cumplirlo.