2015
Una decisión ganadora
October 2015


Una decisión ganadora

Era su oportunidad de jugar en el equipo ganador; ¿cómo podía decir que no?

“Acuérdate del día de reposo para santificarlo” (Mosíah 13:16).

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Product Shot from October 2015 Liahona

Miranda entró corriendo por la puerta, agradecida de que su casa estuviera más fresca que el caluroso día de verano afuera. Estaba sudando después de jugar su último partido de fútbol de la temporada, y frustrada porque los Teal Turbos habían perdido; otra vez.

Su mamá entró al cuarto con una botella de agua y una bolsa de gajos de naranjas que habían quedado del partido. “Jugaste un gran partido; ser portera es un trabajo difícil”.

Miranda había jugado bien; había bloqueado muchos tiros y había pateado más fuerte de lo normal. Pero la mayoría de las otras niñas de su equipo no habían jugado al fútbol antes y hoy se hacía oficial: habían perdido todos los partidos de la temporada.

“Solo me gustaría estar en un equipo que ganara de vez en cuando”. A Miranda le salieron unas pocas lágrimas de los ojos y cayeron en su uniforme azul y verde. Mientras cerraba fuertemente los ojos, sonó el teléfono.

Su mamá contestó el teléfono y después de un momento dijo: “Es para ti”.

“Hola. ¿Miranda? Soy Tom, el entrenador de los Chili Kickers. Estuve viendo tu partido hoy y estuviste muy bien”.

El corazón de Miranda comenzó a latir con más fuerza. ¡Los Chili Kickers eran el mejor equipo de fútbol de la liga!

“Nuestro equipo va a jugar en el campeonato regional el mes que viene. Jugaste tan bien hoy que me gustaría que vinieras con nosotros como nuestra portera de reserva”.

A Miranda casi se le salió el corazón del pecho. ¡Esta era su oportunidad para jugar en un equipo ganador!

“¡Me encantaría ir!”, dijo Miranda. Hablaron durante unos minutos en cuanto a los detalles antes de que colgara y corriera a la otra habitación a contárselo a su mamá. Juntas, comenzaron a escribir las fechas de los entrenamientos y los partidos en el calendario familiar.

De pronto, la mamá dejó de escribir y sostuvo el bolígrafo sobre uno de los cuadros del calendario.

“Oh, no. Miranda, estos partidos son en domingo; mira”. Señaló el programa de los partidos y miró a Miranda con un gesto de preocupación. “¿Qué piensas que deberíamos hacer?”.

A Miranda se le vino el mundo abajo, se mordió el labio y pensó en cuanto a sus opciones. Tal vez su mamá la dejaría jugar si se lo pedía, pero cuando pensó en jugar en domingo, y especialmente en no asistir a la Iglesia, sintió un vacío en el estómago. Sabía que el domingo era para ir a la Iglesia y adorar al Padre Celestial, y no podía hacer esas cosas mientras jugaba al fútbol.

“Creo que posiblemente debería llamarlo y decirle que no puedo jugar”, dijo Miranda. Intentó mucho no llorar. Aunque sabía que era la decisión correcta, era difícil renunciar a algo que quería tanto.

“¿Sabes lo que yo pienso?”, dijo la mamá dándole un gran abrazo. “Pienso que eres una niña excelente”.

Ese domingo, al estar sentada en la Primaria, Miranda pensó en cuanto a la buena decisión que había tomado. El entrenador se sorprendió cuando Miranda había llamado y dijo que no podía jugar al fútbol los domingos; había intentado hacerla cambiar de idea, pero ella había permanecido firme en su decisión. Ahora, mientras escuchaba las canciones y las lecciones de la Primaria, Miranda sonreía. El sentimiento de paz que sentía en el corazón le decía que estaba en el lugar correcto. Después de todo, había tomado una decisión ganadora.