2015
Nunca solos en Sierra Leona
Septiembre de 2015


Nunca solos en Sierra Leona

A pesar de la enfermedad, del aislamiento y de las persistentes secuelas de la guerra, los Santos de los Últimos Días de esta nación africana saben que el Padre Celestial los tiene presentes.

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Church members in Sierra Leone holding church meetings in a home.

Fotografías cortesía de Norman C. Hill y Mariatu Browne, salvo donde se indique; bandera por ronniechua/iStock/Thinkstock; cartel amarillo por Welden C. Andersen.

¿Cómo podría subsistir la Iglesia si en su país, que todavía se está recobrando de la guerra civil, estallara una epidemia de un virus fatal y luego quedara aislado de otras naciones por causa de esa enfermedad? ¿Qué harían si se retirara de allí a los misioneros extranjeros, no una sola vez, sino varias, dejando solo a los misioneros locales?

Si vivieran en Sierra Leona, una nación en África Occidental, confiarían en el Señor y verían a la Iglesia prosperar de todos modos; verían a los líderes locales magnificar sus llamamientos; verían a los miembros fortaleciéndose unos a otros, la obra misional avanzar y la fe vencer el temor.

Un progreso constante

A pesar de la guerra civil que continuó desde 1991 hasta 2002, Sierra Leona ha tenido un aumento constante en la cantidad de miembros de la Iglesia. En mayo de 1988 llegaron los primeros misioneros de tiempo completo a este país, que está al sur del desierto de Sahara. Dos años después se creó un distrito. En varias oportunidades durante la década de 1990 se retiró a los misioneros por causa de la guerra, pero los miembros locales mantuvieron a la Iglesia activa y creciendo. En 2007 se abrió la Misión Sierra Leona Freetown, que incluía Liberia. Tiempo después, en diciembre de 2012, el élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, organizó una estaca en Freetown, la capital, que fue la estaca número 3.000 de la Iglesia.

La lucha contra el ébola

Entonces apareció el virus del ébola. El brote de la epidemia de fiebre hemorrágica causada por este virus se originó en Guinea, en marzo de 2014. En mayo de ese año llegó a Sierra Leona y se extendió rápidamente. Los misioneros de tiempo completo recibieron nuevas asignaciones y se le pidió al presidente de misión de Ghana que también prestara servicio como presidente de misión de Sierra Leona, pero que permaneciera en Accra.

“Cuando se fueron los misioneros, nos preocupó la idea de quedar librados a nuestros propios medios”, dijo Jonathan Cobinah, presidente del Distrito Kenema. “Pero esa misma semana recibimos una carta de la Presidencia del Área África Occidental asegurándonos que no iba a ser así”. A partir de entonces, los trece mil miembros de Sierra Leona recibieron ayuda del Área y, al mismo tiempo que algunas organizaciones internacionales se preparaban para suministrar auxilios, los Servicios de la Iglesia de Bienestar y de Respuesta ante emergencias se pusieron a trabajar con los socios ejecutores de varias organizaciones internacionales para responder a las necesidades comunitarias. (Véase el recuadro).

“A los pocos días, tuvimos una videoconferencia con el nuevo presidente de misión que nos habían asignado”, comentó el presidente Cobinah. “Nos dijo que teníamos que tomar precauciones en las reuniones y actividades de la Iglesia a fin de evitar contagiarnos, pero que por lo demás, debíamos continuar como en el pasado”.

Para prevenir que la epidemia se extendiera más, en septiembre de 2014 el presidente de Sierra Leona anunció que a los pocos días se pondría en efecto una cuarentena. Durante ese período, se exigía que todos los ciudadanos permanecieran adentro y la mayoría de las personas tendría que subsistir con los alimentos que tuvieran en la casa.

A tiempo

Afortunadamente, apenas unas semanas antes de que se anunciara la cuarentena, el Área África Occidental había comenzado a trabajar con la sede de la Iglesia para autorizar la entrega de artículos de limpieza a las 7.800 familias de Santos de los Últimos Días en Sierra Leona y proveer una bolsa de 50 kg de arroz y varios litros de aceite comestible para más de 2.500 familias SUD, según se presentara la necesidad. Aunque ignoraban la inminente cuarentena, los líderes locales de la Iglesia igual se apresuraron a entregar esos suministros.

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Women on a balcony with food and cleaning supplies from the Church during the Ebola outbreak.

“Es difícil explicar el sentido de urgencia que teníamos en aquellos momentos”, dice Sahr Doe, un asistente especial del presidente de la misión. “El mismo fin de semana en que se aprobó la distribución de las provisiones, nos enteramos de la posibilidad de que una zona en particular se pusiera en cuarentena, lo cual dificultaría mucho la entrega; por lo tanto, trabajamos día y noche cargando camiones que inmediatamente enviamos a las ramas de todo el país. En una ciudad, los suministros llegaron apenas unas horas antes de que se impusieran las restricciones; y pudimos distribuirlos por todo el país antes de comenzar la cuarentena. Fue una bendición para todos nosotros y un milagro de nuestros días”.

La epidemia del ébola acarreó, además, una desocupación general. “Yo había perdido casi toda esperanza”, dice la hermana Sai Kamaia, madre de tres hijos, que se gana la vida comerciando con pequeñas mercancías. “En septiembre, antes de empezar la cuarentena, ya se me había ido todo el dinero. La gente tenía miedo de comerciar y yo no sabía qué iba a hacer”. Como todos los demás, a ella también le brotaron lágrimas de gozo cuando recibió las provisiones de la Iglesia.

“Por ser viuda y cabeza de la familia, me sentí muy feliz de que la Iglesia pudiera ayudarnos”, dice la hermana Mary Margay, de la Rama Kissy Dos. “No sabíamos dónde íbamos a quedarnos durante la cuarentena; y nos sentimos sumamente contentos de poder permanecer en casa y de tener alimentos para comer”.

Como los miembros de la Iglesia en todas partes, los santos de Sierra Leona se esfuerzan por ser autosuficientes; pero durante ese período inesperado de necesidad, los suministros llegaron justo a tiempo para muchas de las personas que no tenían ningún otro recurso. “Esas intervenciones tan oportunas hicieron que los santos se dieran cuenta de que nunca se les dejará solos”, dijo Mariatu Browne, director de Asuntos Públicos del país. Mientras duró la cuarentena, los Santos de los Últimos Días compartieron sus provisiones con los vecinos, bendiciendo así a muchas personas que, de otro modo, habrían tenido poco o nada.

En las manos del Señor

Lamentablemente, evitar el hambre no era la única preocupación, pues algunos Santos de los Últimos Días también contrajeron la enfermedad. Simon Kamara, de la Rama Teko Road, que apenas tenía un año de miembro de la Iglesia, vio a su esposa y a uno de sus hijos morir de ébola; después, él también se contagió.

“Mi vida está en las manos del Señor”, dijo, mientras estaba internado en un centro de tratamiento. “Como todo padre, quiero lo mejor para mis hijos; pero ahora que he encontrado el Evangelio y entiendo el Plan de Salvación, tengo grandes esperanzas para mí y para mi familia, pase lo que pase”. A pesar de que al principio parecía que iba a recuperarse, el hermano Kamara falleció. Los hijos que sobrevivieron echan mucho de menos a sus padres, aunque ahora están bajo el cuidado de miembros y amigos, y están bien.

Un milagro personal

La hermana Haju Julloh, de la Rama Waterloo, es enfermera y, cuidando enfermos de ébola, estaba expuesta al virus todos los días. Al aumentar la cantidad de pacientes, a veces las batas protectoras del hospital donde trabajaba no quedaban bien lavadas y desinfectadas. Poco después de haberse convertido a la Iglesia en agosto de 2014, el análisis de ébola de la hermana Julloh dio positivo, por lo que la pusieron en cuarentena en su casa.

“No podía asistir a la Iglesia, pero los miembros de la rama me llamaban y me alentaban”, comenta. “Confinada en mi cuarto, decidí concentrarme en estudiar el Libro de Mormón. Leí acerca de muchas experiencias espirituales, incluso de milagros que ocurrieron a personas comunes y corrientes como yo; y quería que también me sucediera un milagro, pero no sabía si debía pedirlo. Continué leyendo y hablando por teléfono con amigos, a quienes les comentaba lo que leía. Después de unas semanas, volvieron a hacerme un análisis para verificar si tenía el virus y los resultados fueron negativos; tuve que pasar otra semana en cuarentena y luego repitieron el análisis, que volvió a dar resultados negativos. Entonces me permitieron salir de casa, asistir a la Iglesia y regresar a mi trabajo. Eso fue un milagro para mí”.

Apresurar la obra

Durante tiempos difíciles, ¿debe continuar la obra misional? Los santos de Sierra Leona tienen una tradición: pase lo que pase, continúan compartiendo el Evangelio.

“En lugar de quejarnos por la situación o permanecer estancados, nos animaron a movilizar a los santos, llamando misioneros de rama para reemplazar a los de tiempo completo”, explicó el presidente Bai Seasy, del Distrito Kossoh Town. “No teníamos tiempo para sentir lástima de nosotros mismos porque había que trabajar en la obra de salvación. Formamos parejas poniendo a misioneros que ya habían terminado la misión con los que se estaban preparando para salir en misiones y los organizamos en zonas”.

“Se autorizó a cada uno de los líderes de misión de rama a tener una tarjeta telefónica para usar en el proselitismo. Tienen que dar cuenta del uso que le den, pero eso ha permitido a los misioneros de rama mantenerse en contacto con los nuevos investigadores y los conversos recientes, lo cual ha marcado una gran diferencia”, comenta Brian Robin-Taylor, otro asistente especial del presidente de misión.

“Damos ‘lecciones telefónicas’ a los investigadores y a los nuevos conversos”, continúa diciendo. “Eso complementa las lecciones misionales que se ofrecen todas las semanas en la Iglesia. También nos hemos adaptado a las necesidades de los miembros e investigadores que, de otra manera, no tendrían contacto con nadie, ya sea por las restricciones de la cuarentena o por temor a contagiarse”.

Actualmente, los bautismos de conversos en Sierra Leona han disminuido apenas un poco de cuando había misioneros de tiempo completo; muchos de los miembros menos activos se han activado y el crecimiento de la Iglesia continúa.

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Baptisms in the Naije Town Branch in Sierra Leone.

Un gran motivo de esperanza

Durante la epidemia, el desempleo excedió el sesenta por ciento. Debido a las restricciones de la cuarentena, las cosechas no se podían entregar a los mercados y muchos seres queridos perdieron la vida. Sin duda, Sierra Leona tiene muchas más pruebas que afrontar en el futuro;

sin embargo, a pesar de esas dificultades, los santos son fieles y la Iglesia prospera. Como dijo Mariatu Browne: “Sabemos que el Padre Celestial nos tiene presentes; y cuando el Señor está contigo, la Iglesia te sostiene y se trabaja codo a codo, hay gran motivo para tener esperanzas. Como santos de Sierra Leona nunca estamos solos”.