2015
Los manuales de instrucciones la Iglesia — El orden escrito de las cosas
Septiembre de 2015


Los manuales de instrucciones de la Iglesia El orden escrito de las cosas

Si seguimos los manuales de instrucciones y utilizamos la sabiduría colectiva que brindan, el Señor nos ayudará a nosotros y a aquellos a quienes servimos a llegar a ser “completos en él”.

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Illustration depicting a man reading scriptures.

Ilustración por Suat Gürsözlü/iStock/Thinkstock.

No mucho después de regresar de la misión, cuando estaba ocupado con una joven familia y mi propia compañía, se me llamó a ser presidente de una rama de tamaño considerable con muchos miembros fieles y maduros. ¿Me sentía preparado, capacitado y educado para empezar a prestar servicio? ¡No! Contaba con buenos consejeros con quienes podía analizar los asuntos, pero, ¿era su ayuda suficiente? ¡No!

El Señor espera que “aprenda todo varón su deber” (D. y C. 107:99), y espera que “[atesoremos]… en [nuestras] mentes las palabras de [Dios]” (D. y C. 84:85). Después, espera que confiemos en la inspiración del Espíritu Santo, ese don especial que se concede a todos los miembros con la promesa de recibir guía y revelación constantes.

Al pensar en ese y otros llamamientos, me doy cuenta de que además del Espíritu Santo y las Escrituras, lo que realmente me sirvió fueron ¡los manuales de instrucciones de la Iglesia! Fueron un tesoro de información, al igual que una guía para mi aprendizaje inicial y una valiosa referencia a lo largo del camino.

¿Por qué necesitamos los manuales de instrucciones de la Iglesia?

El élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha enseñado: “En tanto que los manuales no tienen la misma categoría que las Escrituras, representan las interpretaciones y las normas de procedimiento más actuales de las máximas autoridades de la Iglesia”1. El élder Russell M. Nelson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, añadió que esas autoridades —la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles— son hombres de “comprobada madurez, experiencia y extensa preparación”2.

Por consiguiente, los manuales de instrucciones de la Iglesia reflejan la sabiduría colectiva —derivada de experiencias que se han aplicado y comprobado— de los profetas y apóstoles. Esa sabiduría nos enseña la mejor manera de lograr buenos resultados al llevar a cabo la misión de la Iglesia conforme avanza el tiempo. El Señor ha aconsejado: “… buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; sí, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (D. y C. 88:118; 109:7). Sin duda, la sabiduría que se halla en los manuales de instrucciones los coloca en la categoría de “mejores libros”.

Los manuales de instrucciones nos sirven para mantener normas, procedimientos y programas

El presidente Thomas S. Monson ha declarado que sin los manuales de instrucciones, “sería casi imposible mantener la integridad de las normas, los procedimientos y los programas de la Iglesia”. Además, agregó: “A través de los años, hemos tenido que corregir muchos intentos de líderes bien intencionados de cambiar algunos de los programas de la Iglesia”.

El presidente Monson dijo que cuando los líderes no siguen los procedimientos correctamente, “los miembros de la Primera Presidencia debemos aprobar la medida o pedir que se vuelva a realizar”. En otras palabras, si pasamos por alto los manuales de instrucciones, tal vez lo que estemos haciendo es aumentar la carga de trabajo de la Primera Presidencia.

“En casi todos los casos”, dijo, “si los líderes tan sólo leyeran, entendieran y siguieran el manual, tales problemas no ocurrirían… Existe seguridad en los manuales”3.

El presidente Monson agregó que cualquiera que sea nuestro llamamiento de liderazgo, en los manuales de instrucciones hay un tesoro de información y orientación que nos sirve para ministrar eficazmente, entender el debido funcionamiento de la Iglesia, aprender y cumplir nuestros deberes (véase D. y C. 107:99), y prepararnos para futuros puestos de liderazgo.

Los manuales de instrucciones enseñan lo que es esencial

Los manuales de instrucciones enseñan que mientras que los “padres tienen la responsabilidad esencial de ayudar a sus hijos a prepararse para regresar al Padre Celestial”, la “Iglesia [del Salvador] proporciona la organización y los medios para la enseñanza del evangelio de Jesucristo a todos los hijos de Dios”. Los manuales también enseñan que la Iglesia “proporciona la autoridad del sacerdocio para administrar las ordenanzas de salvación y exaltación a todo el que sea digno y esté dispuesto a aceptarlas”4.

El marco doctrinal para administrar la Iglesia se encuentra en los primeros tres capítulos del Manual 2: Administración de la Iglesia:

  1. Las familias y la Iglesia en el plan de Dios

  2. Principios del sacerdocio

  3. Liderazgo en la Iglesia de Jesucristo

Debemos estudiar esos tres capítulos con detenimiento. Nos recuerdan que “Dios organizó La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días con el fin de ayudar en Su obra de llevar a cabo la salvación y la exaltación de Sus hijos”5. Eso se logra mediante actividades, oportunidades y programas para prestar servicio, obtener bendiciones y progreso personal que se centran en las responsabilidades divinamente señaladas que apoyan y fortalecen a las personas y las familias.

Esas responsabilidades “incluyen ayudar a los miembros a vivir el evangelio de Jesucristo, recoger a Israel mediante la obra misional, cuidar del pobre y del necesitado y hacer posible la salvación de los muertos mediante la edificación de templos y al efectuar ordenanzas vicarias”6.

Al comprender ese marco doctrinal, el propósito y la función de todos los llamamientos en la Iglesia se esclarece: “Los líderes y los maestros del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares se esfuerzan por ayudar a las personas a llegar a ser verdaderos seguidores de Jesucristo”. Además, “las organizaciones y los programas de la Iglesia existen para bendecir a las personas y a las familias, y no son un fin en sí mismos”7.

Los manuales de instrucciones se basan doctrinalmente en las Escrituras, incluso en la admonición que el Salvador hizo a Pedro: “…y tú, una vez vuelto, fortalece a tus hermanos” (Lucas 22:32).

Los manuales de instrucciones facilitan la revelación

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Illustration depicting an open book of scripture.

Cuando un obispo estaba ayudando a un miembro menos activo a regresar a la Iglesia, repasó el capítulo sobre la disciplina de la Iglesia en el Manual 1: Presidentes de estaca y obispos. Luego, tras hablar con la presidencia de su estaca, decidió efectuar un consejo disciplinario.

“Nos reunimos de antemano como obispado y repasamos el manual de instrucciones con el fin de volver a recordar las medidas apropiadas y de determinar los puntos que eran pertinentes al caso”, dijo el obispo. “Sentimos profundamente que el Espíritu del Señor nos ayudó al conversar con ese miembro”.

Más tarde, después de que el obispado hubo orado para tener la ayuda del Señor, uno de los consejeros sintió la impresión de que debían leer de nuevo, en voz alta, las porciones pertinentes del Manual 1. Al terminar, el obispo preguntó a cada uno de los consejeros lo que él recomendaba.

“Obispo, tal vez le sorprenda, pero esto es lo que siento”, dijo el primer consejero al dar su recomendación. El segundo consejero sintió lo mismo, y también el obispo.

“El leer el manual unos a otros permitió que el Espíritu iluminara nuestra mente”, afirmó el obispo. “Los principios se hicieron cada vez más claros en lo referente a la situación, y cada uno fue guiado a recibir la misma respuesta. Estábamos bien preparados para proporcionar el consejo debido a fin de ayudar a un querido hermano a volver a Cristo”.

Tal como ese obispado se dio cuenta, las instrucciones que se encuentran en los manuales de instrucciones de la Iglesia “pueden facilitar la revelación si se utilizan para proporcionar la comprensión de los principios, las normas y los procedimientos que se deben aplicar al procurar la guía del Espíritu”8.

Los manuales de instrucciones nos sirven para bendecir a aquellos a quienes servimos

A medida que leemos, entendemos y seguimos los manuales de instrucciones, se convierten en una bendición para aquellos a quienes prestamos servicio9. Por ejemplo, un cambio que se llevó a cabo en el Manual 2 ayudó a un obispo a bendecir y a fortalecer a un padre que pensó que no podría ordenar a su hijo de doce años en el Sacerdocio Aarónico.

En el capítulo 20 dice: “…queda a discreción de los obispos y los presidentes de estaca el permitir que poseedores del sacerdocio que no sean plenamente dignos de entrar en el templo efectúen o participen en ciertas ordenanzas y bendiciones”, incluso bautismos y ordenaciones en el Sacerdocio Aarónico10. Sin una recomendación para el templo, ese padre pensó que no le sería posible ordenar a su hijo; pero su obispo, “conforme [lo guió] el Espíritu”11, concedió el permiso después de llevar a cabo una entrevista.

“Esa experiencia llegó a ser un punto crucial en su vida”, afirmó su obispo actual. “Fue parte del proceso para que llegara a ser digno de entrar en el templo, de ser sellado a su esposa y de que sus hijos fueran sellados a ellos”.

Flexibilidad y adaptación, con los límites adecuados

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Several people, representing ward or branch leaders, sitting around a table having a meeting.

El mantener uniformidad en los principios, normas y procedimientos de la Iglesia “traerá la influencia del Espíritu Santo en la vida de los líderes y de los miembros”, dijo el élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles12. Sin embargo, en una Iglesia mundial en donde los miembros afrontan una variedad de situaciones políticas, sociales y económicas, es posible que algunas ramas y barrios carezcan del número suficiente de miembros, del liderazgo y de los recursos para llevar a cabo el programa completo de la Iglesia. Otras unidades tal vez se enfrenten a asuntos relacionados con la seguridad, el transporte, la comunicación y las circunstancias económicas familiares.

El capítulo 17 del Manual 2 clarifica dónde existe la “necesidad de esta uniformidad” al igual que las “circunstancias que pueden permitir adaptación local” en el número de oficiales y en los programas de las organizaciones auxiliares así como en el formato y la frecuencia de las reuniones y actividades de los líderes. Naturalmente, se debe llevar a cabo una adaptación sólo después de que los líderes procuren la guía del Espíritu Santo13.

Al hacerlo, “[todos] los barrios y todas las ramas, independientemente de su tamaño o circunstancias, pueden experimentar la misma abundancia del Espíritu del Señor”14.

El orden escrito de las cosas

Los manuales de instrucciones nos proporcionan lo que se podría llamar un “orden escrito de las cosas”.

El Manual 1, que está disponible para los obispos y presidentes de estaca, describe “las responsabilidades generales de los presidentes de estaca y los obispos” y proporciona “información detallada sobre normas y procedimientos”15 que incluyen desde los templos, el matrimonio y el servicio misional, hasta el bienestar, la disciplina en la Iglesia y las finanzas.

El Manual 2, que está disponible (incluso en LDS.org) para todos los líderes de la Iglesia, reduce la complejidad de los programas de la Iglesia mientras que al mismo tiempo, tal como se mencionó anteriormente, da lugar a la flexibilidad y a cierta adaptación local. Es “una guía para los miembros de los consejos de barrio y de estaca”16 y sus organizaciones auxiliares en la administración de la Iglesia y de su obra de salvación.

La sabiduría colectiva que se encuentra en los manuales de instrucciones está organizada de tal modo que se puede acceder a ella fácilmente y utilizarse para crear la cultura de verdadero servicio que debiera existir en todos los barrios y estacas de la Iglesia del Salvador. No obstante, para tener acceso a esa sabiduría, debemos estudiar los manuales de instrucciones, aprender de ellos, incorporar sus principios y llevar esos principios a la práctica. El resultado será luz, entendimiento y la bendición de largo alcance de descubrir la mejor manera de prestar servicio a nuestros hermanos y nuestras hermanas.

En cuanto a nuestro servicio en la Iglesia, el presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, ha hecho esta observación: “Al extender nuestras manos y nuestro corazón hacia los demás con amor cristiano, nos sucede algo maravilloso. Nuestro propio espíritu es sanado y se vuelve más refinado y fuerte. Somos más felices, más pacíficos y más receptivos a los susurros del Santo Espíritu”17.

Los manuales de instrucciones nos sirven para ver el panorama completo

Durante la Conferencia General de abril de 2015, el élder Rafael E. Pino, de los Setenta, relató la historia de cómo uno de sus hijos se frustró mientras armaba un rompecabezas. “Finalmente aprendió a armarlo”, afirmó el élder Pino, “cuando comprendió que cada piececita tenía su lugar dentro del cuadro final”18.

Cualquiera sea nuestra responsabilidad al prestar servicio en la Iglesia, los manuales de instrucciones, al igual que la imagen en la caja de un rompecabezas, nos dan una visión: el panorama final. Ese panorama nos guiará y nos dará un mejor entendimiento de lo que el Señor desea que logremos al estar en Su servicio. Si seguimos los manuales de instrucciones y utilizamos la sabiduría colectiva que brindan, el Señor nos ayudará a nosotros y a aquellos a quienes servimos a llegar a ser “completos en él” (Colosenses 2:10).

Los manuales de instrucciones seguirán siendo una parte integral de la administración de la Iglesia y de bendecir a sus miembros y líderes a pesar de los cambios futuros que se realicen en el formato y el contenido. Tal como ha declarado el presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, los manuales de instrucciones “se convertirá[n] en un tesoro para ustedes conforme [los] utilicen como ayuda para guiar a otras personas a elegir el camino hacia la vida eterna. Ése es el propósito que tienen”19.

Notas

  1. Dallin H. Oaks, “Reseña de los nuevos manuales de instrucciones”, Reunión mundial de capacitación de líderes, 2010, https://www.lds.org/broadcasts/archive/worldwide-leadership-training/2010/11?lang=spa.

  2. Russell M. Nelson, “Sostengamos a los profetas”, Liahona, noviembre de 2014, pág. 75.

  3. Thomas S. Monson, “Mensaje del presidente Monson”, Reunión mundial de capacitación de líderes de 2010.

  4. Manual 2: Administración de la Iglesia, 2010, 1.1.5.

  5. Manual 2, 2.2.

  6. Manual 2, 2.2.

  7. Manual 2, 1.2.2, 1.4.

  8. Manual 1: Presidentes de estaca y obispos, V; Manual 2, V; cursiva agregada.

  9. Véase de Thomas S. Monson, “Mensaje del presidente Monson”, Reunión mundial de capacitación de líderes de 2010.

  10. Manual 2, 20.1.2.

  11. Manual 2, 20.1.2.

  12. Quentin L. Cook, “Principios seleccionados de los nuevos manuales de instrucciones”, Reunión mundial de capacitación de líderes de 2010.

  13. Véase Manual 2, 17.1, 17.2.

  14. Manual 2, 17.

  15. Manual 1, V.

  16. Manual 2, V.

  17. Dieter F. Uchtdorf, “Ustedes son Mis manos”, Liahona, mayo de 2010, pág. 75.

  18. Véase de Rafael E. Pino, “La perspectiva eterna del Evangelio”, Liahona, mayo de 2015, págs. 117–118.

  19. Henry E. Eyring, “Mensaje de la Primera Presidencia: Manuales, revelaciones y tesoros”, Reunión mundial de capacitación de líderes de 2011, https://www.lds.org/broadcasts/archive/worldwide-leadership-training/2011/02?lang=spa.