2015
Una oración en el centro de historia familiar
Agosto de 2015


Una oración en el centro de historia familiar

Susana Magdalena Gos de Morresi, Tierra del Fuego, Argentina

Después de que me llamaron como consultora de historia familiar de nuestra rama en Ushuaia, Argentina, empecé a sentir una profunda necesidad de buscar los nombres de mis antepasados. La tarea era difícil y casi no pasaba ni un día sin probar una nueva estrategia para descubrir quiénes eran y de qué parte de Italia procedían.

En 2006, se me llamó a supervisar el centro de historia familiar; pero seguí sintiéndome frustrada por no haber logrado encontrar información de mi familia. La frustración aumentó cuando mi esposo pudo encontrar datos de sus antepasados; ese año, Rubén localizó los nombres de más de 5.000 antepasados que vivieron en San Ginesio, Macerata, Italia.

Una tarde, en el centro de historia familiar, mientras Rubén encontraba antepasado tras antepasado en microfilmes, no dejaba de repetir con alegría: “¡Otro más!”. Muy desanimada y con lágrimas en los ojos, le expresé mi tristeza y añadí que no sabía qué hacer para encontrar a mis familiares. Al ver mi dolor, él me sugirió que orásemos. Lo hicimos, y suplicamos que el Espíritu Santo nos iluminara para poder acelerar la obra por mi familia.

Durante la oración, Rubén recordó súbitamente una página web con nombres italianos. Al terminar la oración, consultamos la página y al cabo de unos minutos encontramos a cuatro personas con mi apellido de soltera, Gos, en la guía telefónica de la pequeña ciudad italiana de Iutizzo, en el norte del país.

Inmediatamente mandé cartas a cada una de esas personas. Una de ellas me respondió diciendo que su esposo tenía el mismo apellido, pero que no pertenecía a la familia. Sin embargo, ella había conocido a una de las hermanas de mi abuelo ya fallecido y se ofreció a ponerme en contacto con un pariente que aún vivía.

A los pocos meses, en diciembre de 2006, recibí una llamada de larga distancia.

“¿Hablo con Susana Gos?”, me preguntó una lejana voz de hombre.

“Sí”, le respondí.

“Soy su primo de Italia”, dijo él.

¡La persona que llamaba, Giovanni Battista Tubaro, era hijo de María, la hermana de mi abuelo!

En marzo de 2008, Giovanni y su esposa, Miriam, nos visitaron en Argentina. Les dimos a conocer el Evangelio y la obra de historia familiar, y pasamos varios días hablando de nuestros antepasados. Ahora, cada uno de los nombres de seis generaciones tenía un rostro y una historia.

La historia familiar me ha permitido contribuir a una parte importante de la obra del Señor y también me ha acercado más a mis antepasados, hijos de nuestro Padre Celestial a quienes nunca habría conocido de no haber sido por aquella oración en el centro de historia familiar.