2015
Recibir todo lo que el Padre tiene: Una parábola moderna
Julio de 2015


Recibir todo lo que el Padre tiene: Una parábola moderna

Adaptado del discurso del élder Carlos E. Asay (1926–1999), de los Setenta, “El juramento y convenio del sacerdocio”, Liahona, enero de 1986, págs. 35–37.

Imagen
Illustration of a young man wearing a suit and tie.

Un joven se estaba preparando para servir en una misión y sus padres acordaron costear los gastos, siempre y cuando obedeciera las reglas de la misión y trabajara mucho. El joven estuvo de acuerdo, pero

al llegar al campo misional, descubrió que la obra misional era más difícil de lo que pensaba. Lo desalentó el tener que aprender un idioma nuevo, adaptarse a una cultura diferente y enfrentarse al rechazo. Su compañero y el presidente de misión intentaron animarlo, pero él seguía sintiendo que no podía hacerlo y

le dijo a su presidente de misión que quería irse a casa. El presidente llamó al padre del joven y le dio permiso para llamar a su hijo.

El misionero habló con su padre acerca de su desánimo, y el padre le dijo: “Durante años, tu madre y yo hemos aguardado el día en que sirvieras en una misión de tiempo completo. Sabemos cuán importante es enseñar el evangelio de Jesucristo a quienes no lo tienen”.

El hijo respondió: “Papá, no sabía que la misión significara tanto para ti”.

“Lo es todo para mí”, dijo el padre. “Toda mi vida he trabajado, edificado mi negocio y ahorrado teniendo a alguien en mente: a ti. Mi meta ha sido dejarte una herencia abundante”.

“Pero, papá”, le cortó el hijo, “eso no cambia el hecho de que no disfrute…”.

El padre le interrumpió: “¿Cómo puedo encomendarte mi negocio si no eres capaz de servir al Señor tan sólo por dos años?”.

Se produjo un silencio mientras el hijo meditaba la pregunta de su padre.

Entonces el padre agregó: “Hijo mío, si eres fiel en este llamamiento y demuestras ser digno, todo lo que poseo será tuyo”.

Emocionado por esa promesa, el hijo respondió con resolución: “Me quedaré”.

El hijo se quedó y sirvió fielmente. Obedeció las reglas de la misión y trabajó arduamente; y sí, después de la misión recibió de su padre la herencia prometida, todo lo que su padre tenía para compartir.