2015
El vestido de novia de mi madre
Julio de 2015


El vestido de novia de mi madre

Angélica Flores Algaba, Querétaro, México

Imagen
Wedding dress in a storage box.

Era niña cuando vi por primera vez el vestido de novia de mi madre. Estaba envuelto con cuidado dentro de una caja, y recuerdo que mi madre lo desenvolvió con ternura para que yo lo viera. ¡Qué hermoso era! Sentí el gran deseo de usar ese vestido cuando llegara el día de mi boda.

Mi madre lo puso con delicadeza nuevamente en la caja y prometió prestármelo en el futuro. Dijo que el vestido había sido un regalo especial que mi padre le había hecho. ¡Se veía tan enamorada y tan hermosa en las fotos de su boda! Mis padres, que no eran miembros de la Iglesia, eran personas maravillosas.

Supe sobre la Iglesia cuando conocí al hombre que llegaría a ser mi esposo. Ese encuentro fue algo inusual, porque, aunque él no estaba activo en la Iglesia, la conversación nos llevó a la historia de la Primera Visión. A mí me pareció una historia asombrosa, pero no estaba preparada para aceptarla.

Después de salir como pareja durante dieciséis meses, mis sueños se volvieron realidad cuando me puse el vestido de novia de mi madre con su larga cola y caminé hacia el altar donde se encontraba mi prometido. Yo también estaba muy enamorada. Muchas personas dijeron que me veía igual que mi mamá cuando ella se casó.

Pasaron los años y tuvimos dos hijos varones. Cuando mi esposo intentó regresar a la Iglesia, yo obstaculicé sus esfuerzos. Aun cuando yo no era activa en la iglesia a la que pertenecía de joven, se me dificultaba aceptar otra.

Eso finalmente cambió después de diecinueve años de matrimonio. Mi esposo regresó a la Iglesia, y unas pocas semanas después yo empecé a asistir con él. Mi testimonio creció rápidamente, y fui bautizada y confirmada. Al poco tiempo, mi mayor deseo fue prepararme para ser sellada a mi esposo en el templo.

Cuando el feliz día de nuestro sellamiento llegó, me puse nuevamente el vestido blanco de mi madre. Una amiga de la Iglesia lo había arreglado para que fuera apropiado para ponérmelo en el templo, y desde entonces me lo he puesto cada vez que voy.

Para cuando mi padre había fallecido y mi madre estaba en sus últimos días, ella todavía no estaba lista para aceptar la Iglesia restaurada, pero le expliqué muchas cosas maravillosas en cuanto a la Restauración. También le dije que cuando cruzara el velo, iba a escuchar el mensaje del Evangelio verdadero. Le prometí que después de que pasara un año, me pondría nuestro vestido en su nombre para que ella pudiera recibir las ordenanzas del templo y ser sellada a mi padre en forma vicaria. Y así lo hice.

Mi vestido ya está viejo, y sé que algún día tendré que dejar de usarlo, pero hasta que ese día llegue, lo seguiré usando con amor: por mi esposo, por mi madre y mi padre, por los miembros de mi familia a quienes he servido en forma vicaria en el templo, por el Evangelio verdadero, por mis convenios sagrados y por mi Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo.