2014
Él necesita que yo preste servicio ahora
Diciembre de 2014


Él necesita que yo preste servicio ahora

Jean Hedengren Moultrie, Washington, EE. UU.

Me siento a la máquina de coser y comienzo a unir paños de género de franela. Las mantas para recién nacidos que estoy cosiendo tienen adornos con diseños infantiles de colores suaves en la parte superior y colores que armonizan al dorso.

Nuestra Sociedad de Socorro prepara paquetes de artículos para los bebés recién nacidos de lugares pobres y afectados por catástrofes. Soy costurera aficionada, pero me he comprometido a participar. Me gusta escoger las telas para el proyecto y cortar cuadrados a la medida de las mantas.

Junto dos paños de tela con el revés hacia afuera, coso los bordes y dejo suficiente espacio abierto para darle la vuelta a la manta con el derecho hacia afuera. Doy unas puntadas en los bordes, recorto las esquinas, doblo la manta de modo que los lados coloridos queden hacia afuera y coso la parte abierta.

Luego coso por encima de los bordes para reforzar las costuras. Coloco la tela en la máquina y empiezo a coser velozmente. Al apresurarme a terminar para reanudar mis tareas domésticas, me acude a la mente una idea: “¿Y si esta manta fuera para el niño Jesús?”.

Ante aquella idea, dejo de apresurarme y me esmero por alinear bien las costuras. Sin embargo, aun con mucho cuidado, la costura no queda derecha.

Coso un cuadrado de 25 cm de lado en el centro para unir la parte de adelante con la de atrás. Hago un molde con papel grueso, lo coloco en el centro de la manta y marco el contorno con delicadeza. Coloco la tela en la máquina, bajo la aguja lentamente y coso con gran cuidado.

Al finalizar, recorto las hebras de hilo sobrantes y retiro la manta terminada. Resulta que no es cuadrada, es una mezcla entre un trapezoide y un paralelogramo.

Dejo la manta a un lado, tomo una pieza nueva de franela y comienzo otra vez, poniendo más esmero en el regalo digno de la Deidad. A pesar de poner mayor empeño, el resultado es apenas un poco mejor que antes; todas las mantas que coso son imperfectas.

Siento que no puedo donar ninguna de las mantas, al menos no este año; seguiré practicando y tal vez algún día pueda hacer una contribución.

Entonces me invade otro pensamiento: “Si esperas hasta coser de manera perfecta, el niño Jesús estará en Egipto”; y comprendo que si espero, desaparecerá la oportunidad de prestar servicio. El Salvador acepta nuestras ofrendas cuando hacemos el mayor esfuerzo posible, aunque sean imperfectas. Sé que un bebé recién nacido, envuelto en una manta suave y limpia, no rehusaría dormir en ella porque sus esquinas no fuesen rectas.

Al considerar si mi labor hará alguna contribución frente a las necesidades mundiales, recuerdo el consejo de Cristo: “En cuanto lo hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).

De modo que sigo cosiendo mantas, esforzándome por hacerlas lo más bellas posibles; sé que la necesidad existe ahora y no en algún remoto momento futuro cuando yo pueda coserlas de manera perfecta.