2014
Mi testimonio entrelazado
Octubre 2014


El Evangelio en mi vida

Mi testimonio entrelazado

La autora vive en Singapur.

Para mí, la veracidad del evangelio de Jesucristo y la del Libro de Mormón están entrelazadas. Si el Evangelio es verdadero, el Libro de Mormón es verdadero.

Los misioneros enseñaron el Evangelio a mi familia en Singapur. Mi padre no se unió a la Iglesia, pero mi madre sí. Ella nos enseñó sobre Jesucristo y Su evangelio. Aun desde pequeña, les decía orgullosamente a mis amigos que era Santo de los Últimos Días.

Siempre confié en las enseñanzas de mi madre. No obstante, cuando ya era joven adulta, un misionero me preguntó cuántas veces había leído el Libro de Mormón. Ya se me había hecho esa pregunta antes, pero en esta ocasión me di cuenta de que, al no haber leído el Libro de Mormón, no sabía si era verdadero.

Un hecho innegable

Ya no podía eludir un hecho innegable: La veracidad del evangelio de Jesucristo y la del Libro de Mormón están entrelazadas. Si el Evangelio es verdadero, el Libro de Mormón es verdadero. Dado que no sabía si el Libro de Mormón era verdadero, me sentía insegura de todo lo que había llegado a creer. La confusión me invadió la mente, y la pregunta: “¿Es verdadero el Libro de Mormón?” permanecía en mi corazón.

Asimismo, mi creciente relación con el Salvador Jesucristo me condujo a desear saber la verdad. El día que comprendí que no podría aprender lo suficiente sobre Jesucristo sin leer el Libro de Mormón seriamente, fue el día en que deseé profundamente saber si era verdadero.

Mi llamamiento como maestra

Oré para obtener guía. En ese tiempo, el presidente de rama me extendió el llamamiento para que enseñara el Libro de Mormón en la clase de Doctrina del Evangelio. Acepté el llamamiento, pues pensé que podría tratarse de la respuesta del Señor a fin de ayudarme a saber de la veracidad del Libro de Mormón y acercarme más al Salvador.

Enseñar era difícil. Después de unos pocos domingos, comprendí que jamás sería eficaz hasta que creyera en el Libro de Mormón.

Relatos revelados poco a poco, capítulo a capítulo

Comencé a estudiar el Libro de Mormón todas las semanas y enseguida sentí gozo al leerlo. Fui descubriendo los relatos del Libro de Mormón poco a poco, capítulo a capítulo, y me acercaban más a Jesucristo.

Leí sobre el nacimiento de Cristo, el cual Nefi vio en una visión:

“Y sucedió que miré, y vi la gran ciudad de Jerusalén, y también otras ciudades. Y vi la ciudad de Nazaret, y en ella vi a una virgen, y era sumamente hermosa y blanca…

“Y [el ángel] me dijo: He aquí, la virgen que tú ves es la madre del Hijo de Dios, según la carne” (1 Nefi 11:13, 18).

Leí en cuanto al plan de felicidad y aprendí que la fe en Jesucristo es necesaria para la salvación. Amulek enseñó:

“…yo sé que Cristo vendrá entre los hijos de los hombres para tomar sobre sí las transgresiones de su pueblo, y que expiará los pecados del mundo, porque el Señor Dios lo ha dicho.

“…pues según el gran plan del Dios Eterno, debe efectuarse una expiación, o de lo contrario, todo el género humano inevitablemente debe perecer” (Alma 34:8–9).

Leí acerca de cómo Jesucristo ministró a Sus otras ovejas de la Antigua América y supe que Él es el Dios de todas las naciones. Jesús dijo a los nefitas: “…vosotros sois aquellos de quienes dije: Tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo yo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño y un pastor” (3 Nefi 15:21).

Recibí mi testimonio poco a poco.

Conforme leía el Libro de Mormón, se fortalecía mi fe en Jesucristo y se expandía mi entendimiento sobre Su plan (véase Alma 32:28).

Testifico que el Libro de Mormón es la piedra clave de nuestra religión. El Espíritu Santo me ha revelado que José Smith es un profeta verdadero que restauró la Iglesia de Dios sobre la tierra y que tradujo el Libro de Mormón de las planchas de oro. El Libro de Mormón testifica de Jesucristo y va de la mano con la Biblia. Juntos testifican que Jesucristo es en verdad el Hijo de Dios, y que es el Dios de todas las naciones, no solamente de una.