El regalo de Jen
La autora vive en Utah, EE. UU.
En mi segundo año de la escuela secundaria tomé una serie de decisiones equivocadas que trajeron graves consecuencias e infelicidad; entonces decidí usar mis vacaciones de verano para empezar a hacer cambios. Cuando la escuela empezó de nuevo, almorzaba en el baño o en un corredor donde no hubiera nadie para evitar las malas compañías que esperaban que volviera a asociarme con ellas.
Jamás me había sentido tan sola.
Entonces Dios me dio un regalo: Me envió a Jen. Ella nunca me juzgó por mis errores; al contrario, me alentó a seguir haciendo lo correcto. El saber que ella estaba en la escuela me ayudó a continuar leyendo las Escrituras y a fortalecer mi testimonio; para el momento de la graduación, me había demostrado a mí misma que estaba comprometida a cambiar.
A veces me pregunto dónde estaría hoy si Jen no me hubiera tendido una mano. ¿Podría haber permanecido fiel a mis principios sin ella? Por suerte, nunca lo sabré, porque ella estuvo ahí de todo corazón, lista y dispuesta a ayudarme.