2013
Tentado a mentir
Febrero 2013


Tentado a mentir

Aderogba Aderemi, Nigeria

La capilla a donde voy en Nigeria está cerca de una escuela cuya directora no quiere saber nada de la Iglesia. En una ocasión, le dijo a una maestra que no volviera más a la escuela cuando se enteró que era Santo de los Últimos Días. También desairó a un miembro de la Iglesia que se ofreció como voluntario para ir y explicarle la misión de la Iglesia.

Como soy vendedor de equipo médico y para laboratorios, con frecuencia visito escuelas y hospitales para ofrecer los productos. Después de un mes muy infructuoso, no tenía otra opción más que visitar esa escuela. Mi plan era vender mi producto e irme, con la esperanza de que la directora no se enterara de que yo era miembro de la Iglesia. Sin embargo, el Espíritu me dijo que ella querría saber sobre mi religión.

Mi visita con el jefe del departamento de ciencias de la escuela fue muy productiva, y él me llevó a ver a la directora para que me pagara. Después de escribir el cheque, comenzó a hacer preguntas para conocerme mejor. Cuando empezó a hacerme preguntas personales, comencé a sentirme incómodo. Entonces hizo la pregunta que yo había estado rogando que no me hiciera: “¿A qué denominación religiosa pertenece?”.

Estuve tentado a mentir, recoger mi cheque e irme, ya que necesitaba la venta desesperadamente. Sin embargo, sentí que debía decirle la verdad; después de todo, los primeros santos habían tenido experiencias peores que esta pequeña prueba de mi fe.

Con renovada valentía, la miré directamente a los ojos y dije: “Soy miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”. Entonces expresé mi testimonio. Para mi sorpresa, ella sonrió, dijo que todos adoramos al mismo Dios, y me entregó el cheque.

Cuando me iba, vino a mi mente un pasaje de las Escrituras: “Ahora bien, esto fue una dura prueba para los que se mantuvieron constantes en la fe; sin embargo, fueron firmes e inamovibles en guardar los mandamientos de Dios, y sobrellevaron pacientemente la persecución que se les imponía” (Alma 1:25).

Estaba contento de no haber decepcionado al Padre Celestial ni a mí mismo. Debido a esa experiencia, me hice el cometido de siempre ser un buen representante de ventas; pero, aun más importante, me comprometí a ser siempre un buen representante del evangelio de Jesucristo.