2012
Mira la última página
Agosto de 2012


Mira la última página

Natalia Shcherbakova, Ucrania, según el relato de Pavlyna Ubyiko

Cuando me uní a la Iglesia, estaba ansiosa por trabajar en la obra de historia familiar. Comencé a visitar los archivos locales para buscar información de mis antepasados en los registros públicos.

Encontré que el trabajo era gratificante, pero no siempre fácil. La letra antigua con frecuencia era difícil de leer y algunos de los libros estaban llenos de humedad, lo cual afectaba mi asma. De todos modos, continué con la búsqueda lo mejor que pude.

Un día estaba buscando información de mi abuelo, tratando de encontrar su fecha de nacimiento. Encontré un libro de mil quinientas páginas que podría ser útil; pero, ¿y si no encontraba la respuesta que necesitaba? Detestaba la idea de tener que buscar en más libros grandes y llenos de polvo.

Empecé a echarle una ojeada al contenido del libro con la esperanza de encontrar algún nombre conocido. De repente, pensé que oí a alguien decir: “La última página”. Miré a mi alrededor, pero nadie parecía haberme hablado. Seguí adelante y revisé unas páginas más; entonces volví a escuchar las mismas palabras: “La última página”. Con un poco de vacilación, decidí mirar la última página. Encontré el texto que generalmente se encuentra allí: un resumen de los hijos que nacieron y el número total de páginas. Por si acaso, miré la página anterior, pero no encontré nada útil, así que volví a la página que había estado leyendo antes.

Muy pronto una voz suave pero persistente volvió a interrumpir mis pensamientos: “¡La última página!”. Decidí tratar de nuevo la última página y leí el texto, que ya me era familiar, varias veces.

Entonces noté algo que se me había pasado por alto: había una página más pegada a la tapa de atrás del libro. Al leer las palabras escritas a mano en la página, vi los nombres de niños que habían nacido a fines de diciembre. Allí reconocí el nombre de mi abuelo y vi que decía la fecha y el lugar de su nacimiento y de su bautismo. Estaba asombradísima pero llena de gratitud de que se me hubiese guiado a la información que necesitaba.

La historia familiar puede ser difícil a veces, pero sé que Dios nos guía y nos ayuda en nuestro empeño.