2012
El honor y el orden del sacerdocio
Junio de 2012


El honor y el orden del sacerdocio

Imagen
Presidente Boyd K. Packer

Las llaves del sacerdocio

“En 1976 se realizó una conferencia general de área en Copenhague, Dinamarca. Al concluir la última sesión, el presidente Spencer W. Kimball deseó visitar la Iglesia deVor Frue, que exhibe las estatuas del Christus y de los Doce Apóstoles creadas por Thorvaldsen… 

“En el interior de la iglesia, detrás del altar, se encuentra la conocida estatua del Christus con los brazos levemente hacia adentro y un tanto extendidos; en las manos se aprecian las marcas de los clavos, y el costado denota claramente Su herida. A cada lado están las estatuas de los apóstoles; Pedro es el primero a la derecha, y los demás le siguen en orden.

“La mayoría de los que integrábamos aquel grupo estaba en la parte posterior de la capilla, con el conserje del edificio. Yo me hallaba al frente con el presidente Kimball ante la estatua de Pedro, junto con el élder Rex D. Pinegar y Johan Helge Benthin, presidente de la Estaca Copenhague.

“En la mano de Pedro, esculpido en mármol, hay un juego de llaves gruesas. El presidente Kimball señaló esas llaves y explicó su simbolismo. Entonces, en una acción que jamás olvidaré, se volvió hacia el presidente Benthin y, con una firmeza poco habitual, le apuntó con el dedo y le dijo: ‘¡Quiero que les diga a todos en Dinamarca que yo poseo las llaves! Nosotros poseemos las llaves verdaderas y las utilizamos todos los días’.

“Jamás olvidaré esa declaración, ese testimonio del Profeta. La influencia fue espiritualmente poderosa y la impresión produjo un impacto físico.

“Volvimos a la parte posterior de la capilla donde se encontraba el resto del grupo y, señalando a las estatuas, el presidente Kimball le dijo al amable conserje: ‘Éstos son los apóstoles muertos’. Señalándome a mí, dijo: ‘Aquí están los apóstoles vivientes. El élder Packer es un apóstol, el élder Thomas S. Monson y el élder L. Tom Perry son apóstoles, y yo soy un apóstol. Somos los apóstoles vivientes.

“‘En el Nuevo Testamento se habla de los setentas, y éstos son dos de los setentas vivientes: el élder Rex D. Pinegar y el élder Robert D. Hales’.

“El conserje, que hasta entonces no había mostrado emoción alguna, de repente comenzó a llorar.

“Sentí que había tenido la experiencia de mi vida”2.

El sacerdocio no puede dividirse

“El sacerdocio es mayor que cualquiera de sus oficios. Cuando alguien recibe por primera vez el Sacerdocio Aarónico o el de Melquisedec, se le confiere por medio de la imposición de manos. Después de que se le ha conferido el sacerdocio, es ordenado a un oficio dentro del mismo. Todos los oficios derivan su autoridad del sacerdocio.

“El sacerdocio no puede dividirse. Un élder posee tanto sacerdocio como un apóstol (véase D. y C. 20:38). Cuando un hombre recibe el sacerdocio, lo recibe en su totalidad o plenamente. Sin embargo, dentro del sacerdocio hay oficios: divisiones de autoridad y de responsabilidad. Un varón debe ejercer su sacerdocio de acuerdo con los derechos del oficio para el cual haya sido ordenado o apartado…

“Quien posea el Sacerdocio de Melquisedec o el sacerdocio mayor posee también toda la autoridad del Sacerdocio Aarónico o menor”3.

El sacerdocio preparatorio

“El hecho de que se lo llame el sacerdocio menor no disminuye en absoluto la importancia del Sacerdocio Aarónico. El Señor ha dicho que es necesario para el Sacerdocio de Melquisedec. (Véase D. y C. 84:29.) Todo poseedor del sacerdocio mayor debe sentirse altamente honrado cuando se lo llama para llevar a cabo las ordenanzas del Sacerdocio Aarónico, puesto que éstas encierran gran importancia espiritual.

“Como miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, he repartido la Santa Cena. Les aseguro que ha sido para mí un gran honor, más de lo que puedo expresar con palabras, participar de algo que algunos pueden llegar a considerar una tarea de rutina…

“Antiguamente simbolizaban la expiación de Cristo mediante la ceremonia del sacrificio. Recordamos ese mismo acontecimiento por medio de la ordenanza de la Santa Cena.

“Tanto el sacrificio en la antigüedad como la Santa Cena posteriormente, están centrados en Cristo, en el derramamiento de Su sangre y en la Expiación que Él hizo por nuestros pecados. Tanto entonces como ahora, la autoridad para efectuar tales ordenanzas corresponde al Sacerdocio Aarónico.

“Se trata de una responsabilidad sagrada y los incluye a ustedes en una hermandad junto con los antiguos siervos del Señor. No es de extrañar que nos sintamos tan honrados al participar en las ordenanzas asignadas al Sacerdocio Aarónico…

“Algunos de ustedes que hoy son diáconos, maestros y presbíteros un día se sentarán en el estrado como apóstoles y profetas y presidirán la Iglesia. Deben estar preparados.

“En efecto, es correcto llamar al Sacerdocio Aarónico el sacerdocio preparatorio”4.

Una invitación a los futuros élderes

“El oficio de un élder es un llamamiento de dignidad y de honor, de autoridad espiritual y de poder. La palabra ‘futuro’ implica esperanza, optimismo y posibilidad. Ahora me dirijo a ellos, con la certeza de que quizás haya muchos otros a quienes se aplique este mensaje…

“Si vuelven al entorno donde se habla de las verdades espirituales, acudirán a su mente las cosas que daban por perdidas; volverán a salir a luz cosas que se habían extinguido a consecuencia de muchos años de desuso e inactividad. Su habilidad para comprenderlas aumentará…

“Si realizan la travesía para volver a estar entre los santos, no tardarán en comprender de nuevo el lenguaje de la inspiración. Y con más rapidez de lo que suponen, parecerá que nunca se han alejado. ¡Cuán importante es que se den cuenta de que si regresan, podrá ser como si nunca se hubiesen ido!…

“En poco tiempo se sentirán satisfechos y cómodos en la Iglesia y en Su reino; entonces sabrán lo mucho que se les necesita aquí y cuán poderosa puede ser la voz de su experiencia en redimir a los demás”5.

Llamamientos en el sacerdocio

“Un llamamiento es más importante que una invitación o que un pedido. Es un llamado del Señor por medio de Su siervo escogido. Hace años, el presidente Spencer W. Kimball, que entonces era presidente de una estaca de Arizona, tuvo una experiencia al extender un llamamiento. Había una vacante en la presidencia de los Hombres Jóvenes de la estaca. El presidente Kimball salió de su despacho en el banco donde trabajaba, caminó por la calle, pasó unos cuantos negocios, entró en una tienda y dijo: ‘Jack, ¿te gustaría ser el presidente de Hombres Jóvenes de la estaca?’.

“Jack respondió: ‘Spencer, seguramente no hablas de mí’.

“Él contestó: ‘Por supuesto que sí. Eres joven y te llevas bien con los jóvenes. Serías un muy buen presidente’.

“Entonces sucedió algo que el presidente Kimball consideró una conversación un tanto desagradable, ya que Jack rechazó el llamamiento. El presidente regresó al banco y se sentó ante su escritorio, afligido por su fracaso. Entonces se dio cuenta. Salió de su despacho, caminó por la calle hasta llegar a la misma tienda y habló con el mismo hombre; lo llamó por su nombre completo y le dijo: ‘El domingo pasado la presidencia de estaca se reunió para considerar la vacante en la presidencia de los Hombres Jóvenes. Oramos y conversamos al respecto y, finalmente, mientras estábamos arrodillados, preguntamos y recibimos la inspiración del Señor de que debíamos llamarte a ti. Estoy aquí como siervo del Señor para extender ese llamamiento’.

“Jack respondió: ‘Bueno, Spencer, si lo pones de ese modo…’.

“Y él dijo: ‘Así es’” 6.

“Todo élder deber saber que un llamamiento es más que una invitación o un pedido, incluso mucho más que una asignación. Con demasiada frecuencia escuchamos decir: ‘Se me ha pedido que preste servicio como consejero de la presidencia del quórum de élderes’; lo más apropiado sería decir: ‘Se me ha llamado a prestar servicio como consejero’.

“No nos llamamos a nosotros mismos a un oficio o cargo dentro de la Iglesia, más bien, respondemos al llamamiento de quienes nos presiden. Es responsabilidad de quienes presiden consultar al Señor en oración para saber cuál es Su voluntad concerniente a un cargo dentro de la Iglesia. Es entonces cuando se pone de manifiesto el principio de la revelación, y el oficial que preside, quien actúa en nombre del Señor, extiende el llamamiento”7.

La importancia de la ordenación

“El sacerdocio se confiere por medio de la ordenación y no simplemente al hacer un convenio o recibir una bendición. Ha sido así desde el principio. A pesar de lo que se pueda suponer o dar a entender basándose en lo que se ha dicho o escrito, tanto en el pasado como en el presente, la ordenación específica a un oficio en el sacerdocio es la manera, la única manera, en que se ha conferido o en la que se confiere actualmente.

“Y las Escrituras dejan bien claro que la única forma válida de conferir el sacerdocio es por medio de ‘alguien que tenga autoridad, y sepa la iglesia que tiene autoridad, y que ha sido debidamente ordenado por las autoridades de la iglesia’ [D. y C. 42:11]…

“No pasen por alto ese principio simple y evidente: El sacerdocio es y siempre será conferido mediante ordenación de manos de alguien que posea la debida autoridad y que la Iglesia sepa que la posee. Y aun cuando se haya conferido el sacerdocio, un hombre no tiene más autoridad que la que se le haya conferido de acuerdo con el oficio específico al que haya sido ordenado. Esos límites se aplican también a un cargo para el cual hayamos sido apartados. Ordenar o apartar sin tener la autoridad para hacerlo no confiere nada: ni el poder ni la autoridad del sacerdocio”8.

El poder del sacerdocio

“Nos ha ido muy bien al distribuir la autoridad del sacerdocio. Tenemos la autoridad del sacerdocio establecida casi en todas partes. Tenemos quórumes de élderes y de sumos sacerdotes en todo el mundo. Pero la distribución de la autoridad del sacerdocio ha superado, creo yo, a la distribución del poder del sacerdocio. El sacerdocio no tiene la fuerza que debería tener, y no la tendrá sino hasta que el poder del sacerdocio esté firmemente arraigado en las familias como debería estarlo…

“La autoridad del sacerdocio está con nosotros. Después de todo lo que hemos correlacionado y organizado, ahora es nuestra la responsabilidad de activar el poder del sacerdocio en la Iglesia. La autoridad en el sacerdocio viene por medio de la ordenación; el poder en el sacerdocio viene mediante una vida fiel y obediente al honrar convenios, y aumenta al ejercitar y usar el sacerdocio en rectitud.

“Ahora bien, padres, quisiera recordarles la naturaleza sagrada de su llamamiento. Se les ha dado el poder del sacerdocio directamente del Señor para proteger su hogar. Habrá ocasiones en las que el único escudo que haya entre su familia y la malicia del adversario será ese poder. Ustedes recibirán dirección del Señor por medio del don del Espíritu Santo”9.

“El poder que reciban dependerá de la forma en que utilicen este sagrado e intangible don.

“Reciben la autoridad por medio de la ordenación; reciben el poder mediante la obediencia y la dignidad personales…

“El poder en el sacerdocio se recibe al cumplir su deber en las cosas más sencillas: asistir a las reuniones, aceptar asignaciones, leer las Escrituras y guardar la Palabra de Sabiduría”10.

Verdaderos siervos del Señor

“No oímos hablar de que en otras iglesias cristianas se ejerzan las llaves del sacerdocio, por lo que resulta extraño que se diga que no somos cristianos cuando somos los únicos que tienen la autoridad y la organización que Cristo estableció.

“Los Doce de la actualidad son personas comunes y corrientes. No son, como tampoco lo fueron los primeros Doce, espectaculares individualmente; pero en forma colectiva tienen gran poder.

“Provenimos de una variedad de ocupaciones. Entre nosotros hay científicos, abogados y maestros.

“El élder Nelson fue un pionero de la cirugía del corazón…

“Varios miembros de este Quórum fueron militares: hay un marinero, varios infantes de marina y pilotos.

“Todos han desempeñado diversos cargos en la Iglesia: maestros orientadores, maestros, misioneros, presidentes de quórum, obispos, presidentes de estaca, presidentes de misión y, de mayor importancia, esposos y padres.

“Todos son alumnos y maestros del evangelio de Jesucristo. Nos une nuestro amor por el Salvador y por los hijos de Su Padre, así como nuestro testimonio de que Él está a la cabeza de la Iglesia.

“Casi todos los integrantes de los Doce tienen orígenes humildes, como ocurrió cuando Cristo estuvo aquí. Los Doce actuales están unidos en el ministerio del evangelio de Jesucristo y, cuando llegó el llamado, cada uno dejó sus redes, por así decirlo, y siguió al Señor”11.

“Les testifico que los catorce hombres con quienes comparto esta ordenación son efectivamente apóstoles. Al proclamarlo, no digo más que lo que el Señor ha enseñado, ni más de lo que pueda ser revelado a cualquier persona que busque con un corazón sincero y con verdadera intención un testimonio personal del Espíritu.

“Estos hombres son verdaderos siervos del Señor; presten oído a sus consejos”12.

Un testimonio apóstolico

“Carezco de mucha preparación; mi esfuerzo por servir deja mucho que desear. Hay sólo una cosa, un único atributo que puede explicarlo. Al igual que Pedro y todos los que han sido ordenados desde entonces, yo poseo ese testimonio.

“Sé que Dios es nuestro Padre. Él presentó a Su Hijo Jesucristo a José Smith. Les declaro que sé que Jesús es el Cristo. Sé que Él vive; que nació en el meridiano de los tiempos; que impartió Su evangelio y que fue probado. Padeció y fue crucificado, y resucitó al tercer día. Él, así como Su Padre, tiene un cuerpo de carne y hueso. Él llevó a cabo Su expiación. Testifico de Él. Soy un testigo Suyo”13.

Notas

  1. Véase “Cómo conferir el sacerdocio: la doctrina, el principio y la práctica”, Reunión Mundial de Capacitación de Líderes, 21 de junio de 2003, pág. 1.

  2. Véase “Los Doce”, Liahona, mayo de 2008, pág. 85.

  3. Véase “Lo que todo élder debe saber; y toda hermana también: Un compendio de los principios de la administración del sacerdocio”, Liahona, noviembre de 1994, pág. 15.

  4. Véase “El Sacerdocio Aarónico”, Liahona, febrero de 1982, págs. 56–57.

  5. “An Appeal to Prospective Elders,” Ensign, mayo de 1975, págs. 104, 105, 106.

  6. Véase “Cómo conferir el sacerdocio”, Reunión Mundial de Capacitación de Líderes, 21 de junio de 2003, pág. 1.

  7. Véase “Lo que todo élder debe saber; y toda hermana también”, Liahona, noviembre de 1994, págs. 21–22.

  8. Véase “El templo y el sacerdocio”, Liahona, julio de 1993, pág. 23.

  9. Véase “El poder del sacerdocio”, Liahona, mayo de 2010, págs. 7, 9.

  10. Véase “El Sacerdocio Aarónico”, Liahona, febrero de 1982, págs. 59–61.

  11. Véase “Los Doce”, Liahona, mayo de 2008, págs. 85–86.

  12. Véase “Los Doce Apóstoles”, Liahona, enero de 1997, pág. 8.

  13. Véase “Los Doce”, Liahona, mayo de 2008, pág. 87.

Restauración del Sacerdocio de Melquisedec, por Walter Rane. © IRI.

Ilustración fotográfica por Cody Bell.

Ilustración fotográfica © IRI.