2011
Convertido al Evangelio y a la misión
Septiembre de 2011


Convertido al Evangelio y a la misión

Marco Brando, Italia

Crecí en la Iglesia y siempre había tenido planes de servir en una misión. No obstante, a medida que se acercaba el tiempo en que debía prestar servicio, ansiaba tener una potente experiencia en cuanto a mi propia conversión, tal como las que escuchaba que otras personas describían al unirse a la Iglesia.

Sabía que ir a la misión requeriría sacrificios. Tenía un buen trabajo que pagaba bien y me preguntaba si lograría hallar uno tan bueno al regresar. Me preocupaba interrumpir mis estudios y dejar a mis familiares y amigos. No obstante, en el fondo sabía que servir en una misión era lo correcto, de modo que seguí preparándome.

Como parte de dicha preparación, acompañé a los élderes de mi área en sus citas para enseñar. Una tarde, los misioneros y yo estábamos enseñando a un hombre en cuanto a la Palabra de Sabiduría, pero él no aceptó el principio. Al salir de su casa, me di cuenta de que los élderes estaban desalentados, y yo también me sentí triste.

No estaba seguro de por qué estaba triste ya que en realidad no conocía a ese hombre. Seguí pensando al respecto y comprendí que tenía esos sentimientos porque había sentido el Espíritu durante la lección. Me entristecía que aquel hombre hubiera rechazado algo que a mí me había brindado tanta dicha.

Al pensar en eso, me di cuenta de que estaba verdaderamente convertido; sabía que el Evangelio era verdadero y casi no podía esperar para compartirlo. Al poco tiempo se me llamó a prestar servicio en la Misión Italia Roma.

Fui abundantemente bendecido por los sacrificios que había hecho al prepararme para la misión. Enseñé el Evangelio a muchas personas maravillosas, hice amistades para toda la vida y aprendí inglés. Las bendiciones continuaron tras mi regreso a casa. Se me contrató en el mismo empleo que tenía antes de la misión e incluso se me dio un ascenso.

Sin embargo, tal vez la bendición más grande haya sido un mayor testimonio del Evangelio. La misión fue un período de crecimiento espiritual incomparable por el cual siempre estaré agradecido.