2011
Su promesa se cumplió
Septiembre de 2011


Su promesa se cumplió

Ted Bainbridge, Colorado, EE. UU.

Durante una reunión combinada del sacerdocio y de la Sociedad de Socorro efectuada en 2009, el líder de nuestro grupo de sumos sacerdotes explicó el deseo que tenía la presidencia de estaca de que todo adulto llevara el nombre de un familiar al templo durante el siguiente año. Presentó los programas de la estaca y del barrio que ayudarían a los miembros a lograr esa meta. Al concluir, dio una convincente promesa, en virtud de su responsabilidad por el programa de historia familiar, de que si nos esforzábamos por lograr la meta de la estaca, la alcanzaríamos.

Después de la reunión, mi esposa y yo hablamos de la promesa y estuvimos de acuerdo en que no se podía aplicar a mí; ya habíamos pasado cuarenta años investigando todas las ramas de mi árbol familiar. Era difícil encontrar a mis antepasados, y por varios años no habíamos hecho ningún progreso significativo. Creíamos que no había nada más que se pudiera hacer. Sin embargo, la promesa del líder del grupo resonó en mi mente durante varios días. Decidí aceptar el reto de la promesa. Fijando la vista en mi cuadro genealógico, traté de pensar en lo que podría hacer.

Tras meditarlo detenidamente durante tres días, me sentí inspirado a buscar, en cierto lugar específico, datos acerca de una de las personas de mi cuadro al final de una de mis líneas en las que no había podido avanzar más. En menos de medio día de investigación en internet, descubrí que otro hombre había buscado datos de ese apellido en una parroquia inglesa. Uno de los nombres más recientes que había localizado era la persona al final de mi línea. Valiéndome de sus datos, logré extender mi línea cinco generaciones más, hasta 1650, y agregar el apellido de soltera de varias mujeres de mi línea y el nombre de varios hermanos y hermanas. Mi esposa y yo estábamos asombrados y encantados.

Tiempo después, comencé a buscar información en internet acerca de un tatarabuelo que aparentemente había desaparecido. Tras una breve búsqueda, lo hallé. Descubrí que poco después de que su primera esposa falleció, se había mudado de Pensilvania, EE. UU., a Wisconsin, EE. UU. Con la información recabada de los registros de Wisconsin, agregué más de 400 nombres a mi historia familiar.

Más adelante descubrí a cien antepasados que habían luchado en la Guerra de la Revolución y la Guerra Civil de los Estados Unidos. Logré extender seis líneas hasta los años 1600.

Durante los previos 40 años de investigación había registrado cerca de 65 nombres en mi cuadro genealógico y casi 3.000 nombres en mi base de datos. En los veinte meses después de que el líder de nuestro grupo de sumos sacerdotes hizo su promesa, agregué más de 70 nombres al cuadro y más de 17.000 nombres a la base de datos, ¡entre ellos a dos presidentes de los Estados Unidos!

El Señor nos dice que Su palabra “…toda será cumplida, sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo” (D. y C. 1:38). Verdaderamente, la promesa de nuestro Padre Celestial, impartida a través de un líder del sacerdocio inspirado y autorizado, se cumplió.