2011
Cómo fortalecer mi matrimonio eterno
Septiembre de 2011


Nuestro hogar, nuestra familia

Cómo fortalecer mi matrimonio eterno

Cuando era adolescente, llegué a tener fe en que el matrimonio podía ser una experiencia maravillosa y eterna. Sin embargo, me fue difícil creerlo siempre, porque los ejemplos de matrimonios que tuve mientras crecía no eran fuertes y en mi corazón se arraigó el temor al matrimonio. No obstante, llegué a la conclusión de que el fracaso y la desdicha no tenían que ser la regla, y que mi Padre Celestial me ayudaría a saber la manera de tener un matrimonio feliz.

Cuando tenía 26 años, me casé con Sidnei en el Templo de São Paulo, Brasil. Mientras éramos novios, nos esforzamos por prepararnos espiritual y emocionalmente para el acontecimiento más significativo de nuestra vida. Decidimos la clase de matrimonio que deseábamos, establecimos metas juntos y compartimos nuestros pensamientos, nuestros testimonios del Evangelio, nuestros deseos y preocupaciones, y nuestros sueños. También leímos juntos el consejo de los profetas en cuanto al matrimonio. Hicimos todo lo posible por prepararnos con el deseo de traer felicidad y seguridad el uno al otro y a nuestros futuros hijos. Le pedimos al Señor que nos diera sabiduría para vivir felices.

Ya llevamos dieciocho años de casados; durante esos años hemos seguido aprendiendo de los preceptos del Evangelio, del consejo de nuestros líderes y, naturalmente, del Espíritu. Algunas de las cosas que hemos hecho para tener un matrimonio firme y feliz son las siguientes:

  1. Orar juntos todos los días. Cuando oramos por la noche, le damos gracias al Padre Celestial por nuestro matrimonio, por el amor que tenemos el uno por el otro, y pedimos que esos sentimientos se fortalezcan y que podamos ser fuertes ante los designios del adversario, quien se esfuerza por destruir a las familias.

  2. Pedir perdón. Nos esforzamos para que el orgullo nunca nos impida pedir perdón o reconocer nuestros errores. El amor y la unidad son más importantes que quién tiene razón o quién está equivocado.

  3. Nunca hablar mal el uno del otro. Es obvio que ninguno de nosotros es perfecto, pero no decimos cosas malas el uno del otro, y cuando nos encontramos con otras personas, decimos cosas positivas el uno del otro.

  4. Defender la institución del matrimonio. Cada vez que tenemos la oportunidad, y especialmente cuando nos encontramos con personas que están criticando la institución del matrimonio, hablamos en defensa de la familia y de lo que creemos.

  5. Hablar mucho y escuchar. Dejamos de hacer lo que estamos haciendo para realmente escuchar cuando la otra persona habla.

  6. Tratarse el uno al otro con amor y consideración. No nos insultamos, ni nos acusamos ni nos criticamos el uno al otro.

  7. Seguir buscando ayuda y consejo sobre el matrimonio en las Escrituras y en las palabras de los profetas de los últimos días. No lo sabemos todo; somos imperfectos y propensos a olvidar y a cometer errores. Preferimos no esperar a que los problemas nos abrumen sino que nos esforzamos por establecer un matrimonio fuerte antes de que una situación pueda hacernos daño.

Esas cosas han jugado un papel decisivo en el fortalecimiento de la relación que existe entre mi esposo y yo. Sé que si compartimos nuestra vida y nuestros sentimientos con nuestro Padre Celestial, y si procuramos Su consejo, el Espíritu Santo nos inspirará y seremos capaces de llegar a ser una familia eterna que superará todos los momentos difíciles. También sabemos que nuestro Padre Celestial nos ayudará a medida que procuremos saber y hacer Su voluntad.

Ilustración fotográfica por Laureni Fochetto.