2011
Compartir el pan de vida
Enero 2011


Compartir el pan de vida

Era un día caluroso en Foz de Iguazú, Paraná, Brasil; yo había viajado varias horas y estaba cansado. Como líder del Sistema Educativo de la Iglesia, tenía asuntos que tratar con el obispo, que se reuniría conmigo en la capilla. Sin embargo, cuando llegué, él no estuvo disponible por algunos minutos.

Mientras esperaba, una señora entró en la capilla, se me acercó y con humildad me pidió un poco de dinero para comprar pan. Explicó que ella y su esposo tenían hambre y que a pesar de sentir vergüenza por pedir, no tenía otra opción. “Sólo para un poco de pan, es todo”, añadió.

Me conmoví y saqué algo de dinero de mi bolsillo. Ella pensó que era mucho, pero le dije: “Para que compre pan, leche y un poco de carne”.

Ella estaba agradecida y me dijo que a su esposo le habían prometido un trabajo para el próximo martes y que deseaba devolverme el dinero tan pronto como él recibiera su pago.

Le dije que no tenía que hacerlo, pero ella insistió.

Le dije: “En vez de pagarme, regrese a esta capilla el domingo por la mañana; cuando llegue, dígale a cualquier persona que vea que usted desea hablar con los misioneros. ¿Está bien?”. Ella estuvo de acuerdo.

La mujer se fue; yo resolví el asunto que había ido a tratar con el obispo y seguí mi viaje por Paraná, en razón de mi trabajo.

Muchos meses después tuve la oportunidad de asistir a una conferencia al mismo centro de reuniones en Foz de Iguazú. La presentación del coro estuvo encantadora y cuando terminó la conferencia, uno de los miembros del mismo se me acercó, me saludó extendiéndome la mano y con una hermosa sonrisa me dijo con emoción: “Gracias, hermano. Usted me dio no sólo pan para satisfacer el hambre de mi esposo y la mía, sino que también me dio el pan de vida. Gracias”.

Sentí una inmensa alegría cuando reconocí que era la mujer que varios meses antes me había pedido un poco de dinero. Me di cuenta de que el evangelio de Jesucristo —de Aquél que se declaró como el pan de vida— transforma la vida de quienquiera que lo acepte.