2010
Las Escrituras son mi ancla
Abril de 2010


Las Escrituras son mi ancla

Giccelly D., Venezuela

Cuando empecé a asistir a seminario siendo miembro nuevo de la Iglesia, nunca me imaginé que las Escrituras se convertirían en mi ancla, mi escudo y protección, mi consuelo y gozo. Mediante ellas llegué a saber de hombres valientes de Dios que lucharon por sus creencias y sus familias, y que siempre siguieron adelante, firmes e inquebrantables, en Cristo; fueron humildes, pacientes y estaban llenos de amor, caridad y fe. Sé que en su corazón tenían el deseo de que nosotros viviéramos hoy día cada uno de los principios que se enseñan en las Escrituras.

Cada uno de estos héroes de las Escrituras dejó una huella en mí, pero el más fascinante de todos fue uno que fue humilde y obediente desde su niñez, uno que nos dio un ejemplo perfecto, uno al que mucho le debe la humanidad. Ese hombre es Jesucristo. No tengo palabras para expresarle mi gratitud.

En seminario me enseñaron que las Escrituras no son sólo para que las almacenemos en nuestras mentes, sino para que las pongamos en práctica en nuestra vida. Estoy agradecida a cada uno de mis buenos maestros, quienes en verdad fueron instrumentos en las manos del Señor.