2010
La parábola de la caja fuerte del tesoro
Febrero de 2010


Clásicos del Evangelio

La parábola de la caja fuerte del tesoro

¿Cuál es el valor de un alma? Es inestimable y debe mantenerse a salvo.

Imagen
Elder James E. Talmage

Entre las noticias recientes se encontraba el informe de un robo, en el que se produjeron varios incidentes fuera de lo común en la literatura sobre el delito. El objeto del ataque era la caja fuerte de una casa de venta al por mayor de joyas y gemas. A juzgar por la atención y la habilidad con la que concibieron sus planes los dos ladrones, resultaba obvio que eran expertos en estas infames actividades.

Se las ingeniaron para ocultarse en el edificio y permanecieron en el interior cuando se cerraron las puertas de alta seguridad al llegar la noche. Sabían que la gran caja fuerte de acero y albañilería era de una construcción inmejorable y de una categoría garantizada a prueba de ladrones; también sabían que contenía un tesoro de un valor inmenso, y confiaban su éxito a la paciencia, persistencia y habilidad que habían desarrollado a lo largo de muchas proezas anteriores, aunque de menor importancia, en el desvalijamiento de cajas fuertes. Tenían un equipo completo, compuesto de taladradoras, sierras y otras herramientas puestas a punto para penetrar incluso el acero reforzado de aquella puerta maciza, el único medio de acceso a la caja fuerte. Había guardias armados en los pasillos del establecimiento y los alrededores del cuarto de seguridad se vigilaban diligentemente.

Los ladrones trabajaron toda aquella larga noche, taladrando y serrando alrededor de la cerradura, cuyo complicado mecanismo era imposible de manipular, incluso para alguien que conociera la combinación, antes de la hora a la que se había fijado el temporizador. Habían calculado que, con un trabajo constante, tendrían tiempo suficiente durante la noche para abrir la caja fuerte y hacerse de todos los bienes que fueran capaces de transportar; entonces se fiarían a su suerte, atrevimiento o fuerza para huir. No vacilarían en matar si encontraban resistencia. Aunque las dificultades de este proyecto fueron mayores de lo que esperaban, estos hábiles criminales lograron acceder al interior de la cerradura con sus herramientas y explosivos; entonces retiraron los pernos y forzaron la apertura de aquellas voluminosas puertas.

¿Qué vieron en el interior? ¿Piensan que vieron cajones llenos de gemas, bandejas de diamantes, rubíes y perlas? Todo esto y mucho más esperaban encontrar y obtener; pero en vez de ello, se toparon con una nueva caja fuerte interior, con una puerta más pesada y más resistente que la primera, equipada con una cerradura mecánica con un sistema más complicado que aquella que tanto esfuerzo les había requerido. El metal de la segunda puerta era de una calidad tan superior que hizo que se astillaran sus sólidas herramientas; por más que lo intentaron, no lograron ni siquiera causarle un rasguño. Aquella energía mal empleada no dio fruto; sus planes infames quedaron frustrados.

La puerta exterior de la caja del tesoro es semejante a la reputación de la persona; la puerta interna se asemeja a su carácter. El buen nombre es una firme defensa, pero aunque sufra ataques o incluso quede arruinado o dañado, el alma albergada en su interior está a salvo, siempre y cuando el carácter interno sea impenetrable.

Ilustración por Daniel Lewis.